William Wrede y su sorprendente “El Origen del Nuevo Testamento”

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Por Claudio Di Gregorio

Los racionalistas creemos, con alguna razón, que un teólogo o un clérigo es necesariamente un propagandista de su fe: que miente, o bien que por una visión sesgada, no puede ser objetivo. De un cristiano esperamos una apología, una defensa irrestricta, una muralla de dogma, ciega a toda evidencia. Decimos, como Borges, que “la teología pertenece al género de la literatura fantástica” o, como Jorge Alfonso Ramírez, que “es la reina indiscutida de la superchería; un agujero en el aire”.

Entonces un día alguien menciona al teólogo luterano alemán Georg William Wrede, quien murió en 1906 tras haber dejado una obra importante en apenas 47 años de vida. Y en la primera página de El Origen del Nuevo Testamento ––su muy breve pero contundente trabajo publicado póstumamente en 1909–– encontramos esta declaración, inusitada en un teólogo:

“No tengo el plan de defender el Nuevo Testamento contra objeciones, ni siquiera atacar y refutar ciertas ideas sobre el Nuevo Testamento, o su valor… Es privilegio legítimo de la ciencia real y genuina ignorar todo lo relativo a pasiones teológicas y controversias de época, y sin ambages apuntar a un solo fin: llegar al fondo de los hechos”.

Y el párrafo que lo sigue se descompone en nociones igualmente sorprendentes:

  • (a) La ciencia ha destruido la idea de que la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, tiene un origen sobrenatural (“La crítica reconoce que la vieja doctrina de la inspiración es insostenible”).
  • (b) Las narraciones de los cuatro evangelios están viciadas de múltiples contradicciones entre sí, que contribuyen a la idea de que se trata solo de obras humanas.
  • (c) La historia muestra que, al principio, la idea del origen sobrenatural de la Biblia no existía; que esa idea es solo un juicio posterior de la Iglesia sobre esos escritos.

Por si lo anterior no fuese suficientemente claro, Wrede reitera que:

  • (d) “los libros del Nuevo Testamento no fueron… dictados a los autores humanos por Dios… sino escritos por hombres de una manera completamente humana”.

No perdamos de vista que éste no es un texto de Bart Ehrman, de Nietszche o de otro ateo eminente, sino de un teólogo que hasta el fin creyó en la divinidad de Jesucristo, pero cuya integridad moral y raciocinio lo fuerzan a admitir la realidad y a argumentar con honestidad. No se lee todos los días un documento de tanto sentido común y franqueza.

Sin duda un espíritu independiente y alineado con el método científico, Wrede postula la libertad académica: “La investigación exige plena libertad; la línea de marcha no puede ser prescrita, o de lo contrario toda la investigación es mera ilusión y juego de niños”.

Ese mismo espíritu científico lo lleva a reconocer ––en contraste con la “certeza” de tantos creyentes–– que siempre habrá muchas lagunas en nuestro conocimiento de Jesús porque “sobre los orígenes de todos los grandes movimientos históricos suele haber alguna penumbra”. La opinión de Wrede, como la de los racionalistas, es tentativa y sujeta a corrección; no es dogma inmutable.

Wrede dedica la mayor parte de este breve trabajo de 50 páginas a indagar el origen de cada uno de los 27 escritos del actual Nuevo Testamento y reserva el capítulo final para explicar cómo esos 27 textos se integraron en un todo y cómo progresivamente los antiguos cristianos les fueron adjudicando divinidad, por encima de todos los demás documentos religiosos.

Pero en esta cronología resume su convicción de que el Nuevo Testamento no cayó del cielo completo el día siguiente a la partida de Jesucristo: “Una sociedad cristiana existió al menos dos décadas antes de la primera de las escrituras del Nuevo Testamento; alrededor de 100 años antes de que surgiera la última, unos 150 años antes del armado de alguna colección de escritos del Nuevo Testamento, y unos 300 o 400 años antes de que esa colección se completara en su forma actual y fuera universalmente reconocida”.

El paso del tiempo es crucial para Wrede ––y para nosotros–– porque demuestra que los documentos no pertenecen a testigos presenciales, y porque la precisión del contenido se hace dudosa: como observa el autor, nadie puede recordar con exactitud un texto largo como el Sermón de la Montaña, varias décadas después de haber sido pronunciado una sola vez y haber sido leído nunca.

De los 27 textos, el más antiguo es la Primera Epístola de Pablo, probablemente del año 54 de nuestra era, informa Wrede, pero no contiene datos sobre Jesucristo sino encara problemas de las incipientes comunidades cristianas. Recién alrededor del año 70 aparece el primer relato de la vida de Cristo: el llamado Evangelio de Marcos.

Wrede examina la posibilidad de que los evangelios de Mateo o Lucas fuesen anteriores y la descarta, porque ambos evangelistas se apoyaron en Marcos (y también en el documento perdido llamado Q, cuya existencia aun hoy debatimos).

El Evangelio de Juan pertenece ya a las postrimerías del siglo I; es inevitable la conclusión de que gran parte de la memoria de un Jesús histórico se perdió en esas décadas durante las cuales nadie pensó en preservar por escrito los dichos de Jesús, porque su regreso se juzgaba inminente. No es sólo eso; Wrede urge a sus lectores creyentes a “aceptar que las narraciones de la vida y las enseñanzas de Jesús experimentaron cambios importantes hasta que llegaron a los evangelios… en las décadas que mediaron entre sus diversos orígenes, vemos cómo se hicieron alteraciones, algunas pequeñas y insignificantes, otras más exhaustivas.”

Explica de este modo el proceso:

“Se corrige… cuando una expresión parece inquietante, cuando tal vez no parece adecuada a Jesús, o ya no corresponde a la creencia de un período posterior. Se puede demostrar que bajo el honesto convencimiento de que Jesús debe de haber dicho algo o relatado algo, se aseveraba que lo dijo…. La alteración debe de haber sido grande donde las ideas de la Iglesia se desarrollaron más… Fue así como comenzó un trabajo imperceptible de adaptar la imagen tradicional de Jesús a las creencias de un tiempo particular…”

Con igual eficacia y brevedad, Wrede demuestra que un buen número de las cartas de Pablo de Tarso (por ejemplo, 14 años de su correspondencia en Siria y Cilicia) y muchos documentos de otros Padres de la Iglesia se extraviaron, lo que refleja lo poco sagrados que esos escritos eran considerados en un principio. Las tradiciones eran juzgadas más valiosas.

William Wrede fue un experto en Pablo, a quien dedicó una obra monumental. Cree que sería exagerado afirmar que Pablo fue el “verdadero fundador del cristianismo”, aunque admite que la de Pablo no es una mera repetición del mensaje de Jesús: “Realmente hay una gran diferencia entre la enseñanza de Jesús y la de S. Pablo, y el apóstol ha puesto énfasis en pensamientos que no estaban presentes en la predicación original del Maestro”.

Racional y objetivo hasta el fin, Wrede declara interpolaciones fraudulentas esos mismos pasajes de Marcos, Juan y otros evangelistas que la crítica de hoy juzga falsos: “Si realmente hay motivos decisivos para suponer una falsificación, debemos reconocerlos honestamente”, admite.

Más aun, Wrede declara que los textos muestran que los evangelios no pertenecen a contemporáneos de Jesús sino a autores anónimos posteriores: “Ninguno de los tres (sinópticos) pretende seriamente haber sido un testigo presencial de la vida de Jesús. Ninguno de ellos narra de manera tal que implique que estaba hablando de sus propias experiencias. Nadie habla de su relación con Jesús, o usa en su historia el ‘nosotros’ personal. Además, Lucas positivamente niega ser un testigo ocular; él pertenece a una generación posterior,” dice, terminante, y similares criterios lo llevan a negar la autoría del evangelio llamado de Juan.

En la misma línea iconoclasta, no teme opinar que cinco de las cartas atribuidas a Pablo y las dos epístolas atribuidas a Pedro fueron escritas por otros, y lo fundamenta.

La parcialidad de los evangelistas es expuesta del mismo modo directo: “Nada podría ser más erróneo que considerar (a ellos) autores modernos de historia… no cuentan su historia simplemente como una historia sino que prefieren, como primera intención, propósitos prácticos y edificantes. No escriben objetivamente, o como personas desinteresadas o como meros cronistas; escriben para creyentes y como creyentes”.

Wrede otra vez revela un racionalismo lúcido: “(En Marcos) se destaca… la curación de los llamados endemoniados, es decir, aquellos poseídos, o, como deberíamos decir, aquellos que sufren de perturbaciones mentales.” Wrede califica de “mitos” episodios como el encuentro de Jesús con el Diablo o el caminar de Jesús en el mar, o la alimentación de 5 mil personas con un poco de pan y pescado. Su religiosidad ––recordemos que no fue un ateo–– solo aparece cuando aventura que Jesús poseía “el don de curar”, pero a la vez niega que Jesús haya sido “un ser divino que podría hacerlo todo”.

Acerca del autor de Evangelio de Lucas a veces es implacable: “La crítica no puede, por supuesto, afirmar que las alteraciones de Lucas son realmente mejoras en la secuencia de la historia. El gran viaje, por ejemplo, que él inserta en los capítulos 9 a 18, como tal no es imaginable…”.

En Los Hechos de los Apóstoles, también de “Lucas”, observa: “Las marcadas similitudes entre las imágenes de Pedro y de Pablo… son en parte accidentales, y en parte se deben a que el autor no tenía conocimiento claro de las diferencias entre los dos hombres”. Con “las diferencias”, Wrede alude a la intención de Pedro de mantener al cristianismo dentro del judaismo, contra el plan de Pablo de “paganizar” o universalizar el culto a Jesús.

Respecto del Apocalipsis el juicio no es menos severo: “La impresión principal para un lector moderno es la de una fantasía extraña y salvaje… Lutero dijo: ‘Mi alma no puede reconciliarse con este libro’, y la mayoría de los lectores de hoy comparten ese sentimiento…. podemos decir sin exagerar que, excepto en los primeros días (y para ‘aquellos cristianos cuya piedad asumió formas fanáticas, o a quienes el esoterismo de este mundo fantasmal alimentó su fantasía’) este libro siempre ha sido uno por el cual sus lectores sintieron poca simpatía, y los teólogos menos que nadie”.

Wrede señala que al principio el Antiguo Testamento fue recibido con naturalidad y reverencia por los cristianos pero, con el paso del tiempo, “para el cristianismo el rasgo principal fue más y más el de la profecía. Todo fue tomado ––no solo los libros proféticos, sino también la ley y los Salmos–– como una colección de profecías sobre Cristo y sobre un ‘final de los tiempos’ que empezó cuando Jesús vino. Con esta interpretación, el Antiguo Testamento se convirtió en una obra apocalíptica mesiánica”.

Finalmente, Wrede explica que los evangelios, “depositarios de la tradición de la vida de Cristo… receptáculos en los que se almacenaba la costosa joya”, con los años pasaron a ser considerados como las joyas en sí mismos.

Admirable y personal como es, Wrede debe ser alineado en la lúcida y liberal escuela alemana de análisis del Jesus histórico, a la que pertenecen, entre otros, Rudolf Bultmann, Bruno Bauer, David Friedrich Strauss, Hermann Gunkel y Albert Schweitzer. La opus magna de Schweitzer, La búsqueda del Jesús histórico (1901 y 1913) lleva el revelador subtítulo “Estudio crítico de su progreso, de Reimarus a Wrede”.

Una certeza mortal

Por: Steven Weinberg

PUBLICADO EN ASTROSETI.ORG

Traducción de Heber Rizzo Baladán

De todos los descubrimientos científicos que han perturbado a la mente religiosa, ninguno ha tenido el impacto de la teoría de la evolución por selección natural de Darwin. Ningún avance de la física o incluso de la cosmología ha causado una conmoción igual.

En los primeros días de la cristiandad, los padres de la iglesia Teófilo de Antioquía y Clemente de Alejandríarechazaron el conocimiento, común desde la época de Platón, de que la Tierra era una esfera. Insistieron en la verdad literal de la Biblia, y desde el Génesis hasta los versos de Revelaciones podían ser interpretados como indicadores de que la Tierra era plana. Pero la evidencia de una Tierra esférica resultaba aplastante para quien hubiera visto cómo desaparecía tras el horizonte el casco de un barco, mientras que sus mástiles continuaban siendo visibles, y al final la Tierra plana no parecía merecedora de lucha.
Hacia la Alta Edad Media, la Tierra esférica era aceptada por los cristianos educados. Dante, por ejemplo, descubrió que el corazón de la Tierra esférica era un destino conveniente para los pecadores. Lo que alguna vez había sido un asunto serio se ha convertido en una broma. Un amigo de la Universidad de Kansas ha formado una Sociedad de la Tierra Plana para demandar (en una burla de la demanda de los creacionistas de Kansas para que las escuelas presenten el «diseño inteligente» como una «alternativa» a la evolución) que las escuelas públicas de Kansas enseñen la teoría de la Tierra plana como una alternativa a la teoría de la Tierra esférica.

La idea más radical de que la Tierra se mueve alrededor del Sol fue más difícil de aceptar. Después de todo, la Biblia pone a la humanidad en el centro de un gran drama cósmico de pecado y salvación, de modo que, ¿cómo podría nuestra Tierra no ser el centro del universo? Hasta el siglo XIX, la astronomía copernicana no pudo ser enseñada en Salamanca o en otras universidades españolas, pero para la época de Darwin apenas si molestaba a nadie. Incluso en fechas tan tempranas como las de Galileo, el cardenal Baronius, el bibliotecario del Vaticano, hizo el famoso comentario en broma de que la Biblia nos dice como ir al cielo, y no cómo es que los cielos funcionan.

Un reto diferente para la religión emergió con Newton. Sus teorías sobre el movimiento y la gravedad demostraron que los fenómenos naturales podían ser explicados sin la intervención divina, y a ellas se opuso, por razones religiosas y en la propia universidad de Newton, John Hutchinson. Pero la oposición a Newton en Europa colapsó cerca de fines del siglo XVIII. Los creyentes pudieron consolarse a sí mismos con el pensamiento de que los milagros eran simplemente excepciones ocasionales a las leyes de Newton, y de todos modos era muy improbable que cualquier física matemática pudiera molestar a aquellos que no comprendían su poder explicativo.

El darwinismo fue otra cosa. No era simplemente que la teoría de la evolución, como la teoría de una Tierra esférica en movimiento, estuviera en conflicto con el literalismo bíblico; no era que la evolución, como la teoría copernicana, negara un lugar central para los humanos; y no era que simplemente la evolución, como la teoría de Newton, proporcionara una explicación no religiosa para los fenómenos naturales que hasta entonces habían parecido como inexplicables sin una intervención divina. Mucho peor. Entre los fenómenos naturales explicados por la selección natural se encontraban las características mismas de humanidad de las que estamos tan orgullosos. Se hizo plausible que nuestro amor por nuestras parejas e hijos y que, según el trabajo de los biólogos evolutivos modernos, aún principios morales más abstractos como la lealtad, la caridad y la honestidad, tengan su origen en la evolución y no en un alma creada por una divinidad.

Dado el ataque que la religión tradicional ha recibido de parte de la evolución, es lógico que los adversarios modernos más enérgicos, elocuentes y libres de compromiso de la religión son los biólogos que nos han ayudado a comprender la evolución: primero Francis Crick, y ahora Richard Dawkins. En The God Delusion,Dawkins corona una serie de sus libros sobre biología y religión con un ataque severo sobre todos los aspectos de la religión, no solamente la religión tradicional, sino también sobre el vago conjunto moderno de piedades que a menudo se apropian de su nombre. En su nota menos amable, Dawkins postula incluso que la persistencia de la creencia en dios es, en sí misma, un producto de la selección natural actuando tal vez sobre nuestros genes, como sostuvo Dean Hamer en El gen de dios, pero más seguramente sobre nuestros «memes», los conjuntos de creencias y actitudes culturales que en una forma darwiniana aunque no biológica tienden a ser transmitidos de generación en generación. No es que el meme haga que el creyente o que los genes del creyente sobrevivan, sino que es el meme en sí mismo que por su naturaleza tiende a sobrevivir.

Por ejemplo, la persistencia de la creencia en una religión en particular se ve naturalmente ayudada si esa religión enseña que dios castiga a la incredulidad. Una religión de ese tipo tiende a sobrevivir si el castigo con que amenaza es lo suficientemente horrible. Por contraste, una religión tendría problemas para conservar a sus conversos si enseña que los infieles están sujetos, después de la muerte, a un breve período de leve incomodidad, después del cual se unirán a los creyentes en una felicidad eterna.

Por lo tanto, resulta natural que en el cristianismo y en el islamismo tradicionales, la incredulidad se convierta en el crimen máximo, y que el infierno sea la máxima cámara de torturas. No es extraño que el matemático Paul Erdös siempre se refiriera a dios como el Fascista Supremo. Dawkins focaliza su libro sobre el cristianismo y el islamismo, que tradicionalmente enfatizan la importancia de la creencia, más que en religiones como el judaísmo, el hinduismo o el sintoísmo, que están relacionadas con grupos étnicos específicos y que tienden a remarcar la observancia más que la fe.

A Dawkins, al igual que a Erdös, dios no le gusta. El califica al dios del Antiguo Testamento como «el personaje más desagradable de toda la ficción: celoso y orgulloso de serlo, un controlador fanático mezquino, injusto e inclemente; un “limpiador” étnico vengativo y sediento de sangre; un matón caprichosamente malevolente, misógino, pestilente, megalomaníaco y sadomasoquista». Y en cuanto al Nuevo Testamento, cita con aprobación la opinión de Thomas Jefferson, de que «el dios cristiano es un ser con un carácter terrible, cruel, vengativo, caprichoso e injusto».

Todo esto es muy fuerte, y obviamente Dawkins intenta impactar al lector, pero su diatriba tiene un propósito constructivo. Al atacar al dios de las sagradas escrituras, está intentando debilitar la autoridad de los mandatos de ese dios, comandos cuya interpretación ha llevado a la humanidad a una historia vergonzosa de inquisiciones, cruzadas y jihads. Dawkins indica al lector muchos detalles brutales, pero debemos únicamente dar un vistazo a los encabezados de la actualidad para conseguir los nuestros propios. Por alguna razón, Dawkins no hace ningún comentario sobre el dios del Corán, quien parecería proporcionar iguales oportunidades para el ataque.

Las críticas de The God Delusion en el New York Times y en el New Republic reprochan a Dawkins sudespectivo rechazo de las pruebas «clásicas» de la existencia de dios. Yo estoy de acuerdo con Dawkins en lo que respecta al rechazo de esas pruebas, pero las hubiera contestado de forma un poco diferente.

La «prueba ontológica» de San Anselmo nos pide inicialmente concordar en que es posible concebir algo tal que no se pueda concebir nada más grande. Una vez que ha logrado ese acuerdo, el astuto filósofo apunta que la cosa concebida debe existir, ya que si no existiera entonces alguna otra cosa que sí existe debiera ser más grande. ¿Y qué podría ser esta cosa que es la más grande que existe, sino dios? QED.

Desde el monje Gaunilo de la época de Anselmo hasta los filósofos de nuestro tiempo como J. L. Mackie yAlvin Plantinga, hay una concordancia general en que la prueba de Anselmo es errónea, aunque no están de acuerdo en qué consiste el error. Mi propia visión es que la prueba es circular: no es verdad que uno pueda concebir algo tal que nada que sea más grande pueda ser concebido, a menos que inicialmente se asuma la existencia de dios. La «prueba» de Anselmo ha reaparecido y ha sido refutada en muchas formas diferentes, casi un poco como una enfermedad infecciosa que puede ser derrotada por un antibiótico, pero que evoluciona de tal forma que necesita ser derrotada una y otra vez.

La «prueba cosmológica» no es mejor desde el punto de vista lógico, pero tiene un cierto atractivo para el físico. Sostiene que todo tiene una causa, y como esta cadena de causalidad no puede prolongarse eternamente, debe concluir en una causa primera, a la que llamamos dios. La idea de una causa primordial es profundamente atractiva, y de hecho el sueño de la física de partículas elementales es encontrar la teoría final en la raíz de todas las cadenas de explicaciones de lo que vemos en la naturaleza.

El problema es que una teoría matemática final de ese tipo difícilmente resultaría ser lo que cualquiera entiende como dios. ¿Quién le reza a la mecánica cuántica? El creyente puede con igual justicia sostener que ninguna teoría de la física puede ser una causa inicial, ya que todavía nos preguntaríamos porqué la naturaleza está gobernada por esa teoría, en lugar de por alguna otra. Sin embargo, en exactamente el mismo sentido, dios no puede ser tampoco una causa inicial, ya que cualquiera que fuera nuestra concepción de dios todavía nos preguntaríamos porqué el mundo está gobernado por esa clase de dios, en lugar de por alguna otra.

La «prueba» que históricamente ha sido más persuasiva es el argumento del diseño. Se supone que el mundo en general (y la vida en particular) está conformado tan maravillosamente que únicamente podría ser el resultado del trabajo del diseñador supremo. El gran logro de los científicos, desde Newton hasta Crick y Dawkins ha sido la refutación de este argumento explicando al mundo.

Me inquieta que Thomas Nagel en el New Republic deje de lado a Dawkins por ser un «filósofo aficionado», mientras que Terry Eagleton en el London Review of Books se burla de Dawkins por sus carencias de entrenamiento teológico. ¿Debemos concluir entonces que las opiniones en materia de filosofía o de religión pueden ser expresadas únicamente por expertos, y no por simples científicos o por gente común? Eso sería como decir que únicamente los cientistas políticos pueden justificar la expresión de su visión sobre la política. El juicio de Eagleton es particularmente inapropiado; es como decir que nadie está calificado para juzgar la validez de la astrología, a menos que pueda producir un horóscopo.

Donde yo creo que Dawkins se equivoca es en que, como Enrique V en Agincourt, no parece darse cuenta de la extensión de la victoria de su bando. Dejando de lado el ascenso del islam en Europa, la caída de la creencia cristiana seria entre los europeos está tan ampliamente demostrada que Dawkins se dirige a los Estados Unidos para encontrar la mayoría de sus ejemplos sobre la creencia religiosa reaccionaria. Atribuye el gran respeto por la religión en los EE.UU. al hecho de que los norteamericanos nunca han tenido una iglesia establecida, una idea que puede haber tomado de Tocqueville.

Pero si bien la mayoría de los estadounidenses puede estar segura del valor de la religión, hasta donde yo puedo ver no está muy segura sobre la verdad de lo que enseña su propia religión. Según un artículo reciente del New York Times, los evangelistas estadounidenses están desesperados por una encuesta que demostró que únicamente el 4% de los adolescentes norteamericanos serán «cristianos creyentes de la Biblia» cuando alcancen la edad adulta.

La difusión de la tolerancia religiosa proporciona evidencia del debilitamiento de la certeza religiosa. Históricamente, la mayoría de los grupos cristianos ha enseñado que no hay salvación sin la fe en Cristo. Si se está realmente seguro de que cualquiera que no posea esa fe está condenado a un infierno eterno, entonces la propagación de la fe y la eliminación de la incredulidad serían lógicamente las cosas más importantes del mundo, mucho más importantes que cualquier otra virtud secular tal como la tolerancia religiosa. Sin embargo, la tolerancia religiosa campea por sus fueros en Norteamérica. Nadie que haya expresado públicamente su falta de respeto por cualquier religión en particular podría ser elegido para un alto cargo público.

Incluso cuando los ateos norteamericanos puedan tener problemas para ganar elecciones, los estadounidenses son bastante tolerantes con nosotros los incrédulos. Mis muchos buenos amigos en Texas que son cristianos profesos ni siquiera intentan convertirme. Esto podría ser tomado como evidencia de que a ellos no les importa realmente si yo paso la eternidad en el infierno, pero prefiero pensar (y tanto baptistas como presbiterianos lo han admitido frente a mí) que no están del todo seguros con respecto al cielo y al infierno.

A menudo he escuchado la afirmación (una vez por voz de un sacerdote estadounidense) que no es tan importante lo que uno cree; lo importante es como nos tratamos unos a otros. Por supuesto, aplaudo este sentimiento, pero imaginémonos intentando explicar eso de «no importa lo que uno crea» a Lutero, a Calvinoo a San Pablo. Afirmaciones como ésta muestra una retirada masiva de la cristiandad del terreno que alguna vez ocupó, una retirada que no puede ser atribuida a una nueva revelación, sino únicamente a la pérdida de certidumbre.

Buena parte del debilitamiento de la certeza religiosa en el occidente cristiano puede ser vista junto al portal de la ciencia; incluso personas cuya religión podría hacer que se inclinaran hacia la hostilidad frente a las pretensiones de la ciencia, comprenden generalmente que ellos mismos deben apoyarse en la ciencia y no en la religión para lograr que las cosas se hagan. Pero nada parecido a esto ha sucedido, con los mismos alcances, en el mundo del islam.

Uno encuentra en los países islámicos no solamente la oposición religiosa a teorías científicas específicas, como sucede ocasionalmente en occidente, sino también una extensa hostilidad religiosa hacia la ciencia misma. Mi difunto amigo, el distinguido físico paquistaní Abdus Salam, intentó convencer a los mandatarios de los ricos estados petroleros del Golfo Pérsico para que invirtieran en educación e investigación científicas, pero descubrió que si bien se mostraban entusiasmados con la tecnología, sentían que la ciencia pura representaba un reto muy grande para la fe.

En 1981, la Hermandad Islamita de Egipto pidió el fin de la educación científica. En las áreas de la ciencia que conozco mejor, aunque hay científicos talentosos de origen islámico trabajando productivamente en occidente, a lo largo de cuarenta años no he visto un simple artículo realizado por un físico o un astrónomo que trabajara en un país islámico y que valiera la pena leer. Esto es así pese al hecho de que en el siglo IX, cuando la ciencia apenas si existía en Europa, el mayor centro mundial de investigación científica se encontraba en la Casa de la Sabiduría en Bagdad.

El islam se volvió contra la ciencia en el siglo XII. La figura más influyente fue el filósofo Abu Hamid al-Ghazzali, quien argumentó en La incoherencia de los filósofos contra la idea misma de leyes de la naturaleza, sobre la base de que cualquiera de esas leyes pondría en cadenas las manos de dios. Según al-Ghazzali, un montón de algodón colocado sobre las llamas no se oscurece y arde a causa del calor, sino porque dios quiere que se oscurezca y se queme. Después de al-Ghazzali, no hubo más ciencia digna de mención en los países islámicos.

Las consecuencias son horrorosas. Sea lo que sea que se opine sobre los islamitas que se vuelan a sí mismos en ciudades atiborradas de gente en Europa o Israel, o que choquen con aeroplanos en edificios de los EE.UU., ¿quién discutiría que la certeza de su fe tiene algo que ver con el asunto?

George W. Bush y muchos otros quisieran que nosotros creyéramos que el terrorismo es una distorsión del islam, y que el islam es una religión de paz. Por supuesto, decir esto es una buena política, pero las afirmaciones sobre lo que es el islam tienen poco sentido.

El islam, como todas las otras religiones, fue creado por personas, y existen potencialmente tantas versiones diferentes del islam como hay personas que declaran ser islamitas (la misma afirmación se aplica a la opinión altamente personal de Eagleton sobre lo que “es” el cristianismo). No sé sobre qué bases uno puede decir que una persona pacífica y bien intencionada como Abdus Salam es más o menos islamita que los asesinos guerreros islámicos del Hezbollah y de la Jihad Islámica, que los clérigos de todo el mundo islamita que incitan al odio y a la violencia, o que aquellos islamitas que hacen manifestaciones contra supuestos insultos contra su fe, pero no contra las atrocidades cometidas en su nombre (incidentalmente, Abdus Salamse veía a sí mismo como un islamita devoto, pero pertenecía a una secta que la mayoría de los islamitas considera herética, y por años no se le permitió regresar a Paquistán).

Dawkins trata al islam como simplemente otra religión deplorable, pero hay una diferencia. La ecuanimidad de Richard Dawkins es bien intencionada, pero está fuera de lugar. Comparto su falta de respeto por todas las religiones, pero en nuestros tiempos es tonto despreciarlas a todas ellas por igual.

Una mirada escéptica al mormonismo

Por: Ferney Yesyd Rodríguez

TOMADO DE SINDIOSES.ORG

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos Días es un grupo religioso que está creciendo aceleradamente. Según su presidente, el señor Gordon B. Hinckley, en el programa televisivo Larry King Live cada año hay 40.000 nuevos mormones, ya sea por que nacieron en una familia mormona o porque fueron convertidos a este grupo. Si se tiene en cuenta que la feligresía de esta comunidad se acerca a los diez millones el crecimiento anual es del 0,4%. Pero, ¿Qué tiene de particular esta confesión religiosa para ser mirada con incredulidad por agnósticos y ateos? Las dos razones principales son su supuesto origen profético y la discordancia de sus libros inspirados con la historia prehispánica de América. Para explorar mejor estas dos razones es necesario revisar la historia de esta iglesia.

Historia denominacional
Este grupo religioso se originó en los Estados Unidos de Norteamérica alrededor del año de 1830.
El fundador de este movimiento fue el neoyorquino José Smith (1805-1844) quien es a la vez el “profeta” de esta fe y el traductor por voluntad divina -según él- del Libro de Mormón, el cual es uno de sus libros guías junto con otros como La Biblia, Doctrinas y Convenios y la Perla de Gran Precio. En el Libro de Mormón se narra la historia de supuestos israelitas que llegaron a América desde el Viejo Mundo en tiempos prehispánicos. José Smith sostenía además, que los indígenas americanos descienden de las tribus israelitas. En el año 1820, el señor Smith tiene su primera visión en la que se le dice que todas las religiones están en el error y por eso no debe unirse a ninguna. En este año se le presenta el ángel “Moroni” quien le habla de la historia antigua de los israelitas en América. Se le dice que el libro lo encontrará escrito en unas planchas de oro y que junto a él, encontrará dos piedras: El Urim y el Tumín, que le servirán para traducirlo.

Al día siguiente el “profeta” halla las planchas de oro en un cofre de piedra en el monte Cumorah (Nueva York). Desde 1823 hasta 1827, el profeta va al monte cada 22 de septiembre para acudir a una charla con el ángel con el fin de recibir instrucción. Es importante resaltar que existen registros legales del Estado de Nueva York que demuestran la gran afición del Sr. Smith por buscar tesoros perdidos y por adivinar la suerte, tal aspecto deja mucho que desear. Supuestamente en 1827 recibió las planchas de oro, y entre diciembre de 1827 y febrero de 1828, José Smith tradujo algunos caracteres, claro está, recurriendo a la ayuda del Urim y el Tumín. En este mismo año se le une como secretario el señor Martín Harris, quien termina siendo despedido por mostrar una porción traducida del Libro de Mormón. En 1829, Smith nombra como nuevo secretario a Oliverio Crowdey, el cual sirve de amanuense al profeta Smith. El 15 mayo de ese año se les aparece en el bosque a Crowdey y a Smith el mismísimo Juan el Bautista.
También en este año se les concede a tres testigos el privilegio de ver las planchas de oro (claro, ¡con tres testigos ya no hay posibilidad de que se trate de un fraude! ¿Verdad?) En 1837, los mormones inician su carrera capitalista: Fundan la Sociedad Bancaria de Kirtland, la cual caería en bancarrota dos años después. En 1838, ocurre un acontecimiento, que resulta muy interesante para los críticos escépticos: Dos de los testigos especiales, Oliverio Cowdery y David Whitmer son excomulgados; el año anterior había sido excomulgado Martin Harris, por lo tanto el mormonismo se queda sin los testigos de la existencia de las planchas de oro.

Inconsistencias históricas del Libro de Mormón
El libro de Mormón también despierta la incredulidad de los racionalistas al examinar las referencias históricas que contiene. Examinaremos tres importantes razones Poblamiento de América.
En el Libro de Mormón hay una historia sobre un supuesto segundo viaje judío a América que fue hecho en el 600 A. C. Después de llegar a América, los judíos se dividieron en dos grupos: los buenos (los nefitas) y los malos (los lamanitas). Estos últimos, los castiga Dios, volviéndoles la piel oscura por su maldad; de ahí vendrían los indígenas americanos. Sin embargo, las pruebas genéticas no dan el menor indicio de que los indígenas americanos desciendan de inmigrantes semitas. De otro lado, no hay pruebas de que hubiera una migración a América después del 600 A. C. Al examinar los datos aportados por los arqueólogos nos damos cuenta que hay presencia humana en América desde hace 40000 años. Un descubrimiento reciente que corrobora esta hipótesis fue hecho en una cueva de Alaska, por el paleontólogo Timothy Heaton (National Geographic, diciembre de 2000).
Estos descubrimientos apoyan la idea de que América estaba habitada desde la edad de hielo por gente venida desde Siberia. (Cabe resaltar que las obras evangélicas, y adventistas que confrontan el mormonismo no debaten este tema pues ellos mismos resultarían afectados, pues el creacionismo estricto (Old earth-creationism) sostiene una edad de la Tierra cercana a los 6 mil años.

Ciudades, cereales, ovejas y armas de hierro en América
En el Libro de Mormón se menciona que en la América prehispánica existían rebaños y cultivos similares a los del Viejo Mundo, además de ciudades semejantes a las del antiguo Oriente Medio. Los paleobotánicos (estudiosos de la flora en tiempos prehistóricos) hacen perforaciones en el suelo y examinan el polen de las plantas del pasado (las especies más antiguas están más abajo y las más recientes están en las capas superiores).
Es curioso notar que ningún estudio realizado ha revelado el hallazgo de polen de trigo, cebada u otras plantas cultivadas en el Viejo Mundo en tiempos prehispánicos. Los indígenas americanos no conocían la lana de las ovejas (como aparece erróneamente ilustrado en las obras mormonas) sino que confeccionaban su ropa de algodón; sólo los incas utilizaron a las llamas para proveerse de materia prima para sus prendas. En el Libro de Mormón hay un libro llamado Alma que en su capítulo 53 menciona la reunión de 2000 jóvenes para una lucha; las armas ilustradas son espadas, escudos, lanzas, en fin, toda una dotación militar semejante a la utilizada por los pueblos del Viejo Mundo. Pero de nuevo, jamás se ha encontrado un yacimiento arqueológico que muestre que existían estos instrumentos en tiempos prehispánicos.

Cuando un escéptico examina una idea hace una predicción sobre esta y luego mira si esta predicción se cumple o no, y sobre esta base se acepta o se rechaza la hipótesis. En este caso en particular, los escépticos esperamos que si en América se desarrollaron los acontecimientos de la manera descrita por el libro de Mormón deberíamos encontrar yacimientos arqueológicos con lana, huesos de ovejas, cereales, polen de trigo, espadas de hierro, o deberían mencionarse estos objetos en las narraciones indígenas. ¿Ocurre esto? La respuesta es un rotundo no. El Libro de Mormón (3 Nefi 8) señala la existencia de varias ciudades que fueron destruidas en el momento que Jesús murió, supuestamente en el 33 D. C. Pero como siempre con los relatos mormones, no existe rastro de ninguna ciudad arrasada en esa fecha. No creo que encontrar los restos de estas ciudades, de existir, fuesen difíciles de encontrar: ¿dónde se encontraría la mayor cantidad de población de América? La respuesta es fácil: En los mismos lugares donde hoy abunda, porque el establecimiento de poblaciones depende de la productividad de la tierra.
Pero nuevamente los hallazgos de ciudades amuralladas, con habitantes con una religión y cultura similar a la judía, con lana de ovejas, espadas y escrituras en planchas de metal son inexistentes.

Lenguajes americanos de origen semita
Según las propuestas mormonas los pobladores nativos de América serían de origen semita, pero no hay la más remota relación lingüística entre cualquier idioma nativo americano y el hebreo. Otra ciencia más se pone en contra de los supuestos hechos del libro del Mormón.

¿Racismo en el libro del Mormón?
El libro de Mormón maneja una historia de simple dicotomía: Los buenos (los nefitas) y los malos (los lamanitas). Aparte de esto es curioso que se narra que como castigo a los lamanitas Dios volvió oscura la piel de estos. Las citas del Libro de Mormón que dejan ver esta tendencia racista son: 2 Nefi 5: 21, 24 y Jacob 1:14. El texto abreviado para niños dice: “Lamán y Lemuel y su gente, fueron llamados lamanitas: Estos no trabajan: Fueron inicuos. Dios hizo que su piel fuera oscura” En las ilustraciones que siguen a esa parte, cada vez que se refieren a los “lamanitas” aparecen dibujados indígenas americanos con aspecto de incas, mayas o aztecas.
Es importante notar que en el siglo XIX, cuando vivió José Smith, había un fuerte creencia en la inferioridad racial de negros e indios. Muchos religiosos de la época llegaron a decir que las personas de piel oscura descendían de Cam, el hijo malvado de Noé en el mito del diluvio, que avisó a sus hermanos para que vieran la desnudez de su padre embriagado. Otros religiosos del siglo XIX creían que los negros no tenían alma y por lo tanto no era necesario hacer esfuerzos para su evangelización. La narración racista de José Smith refleja un prejuicio de la época victoriana y no una realidad histórica del pasado de América.

¿Es de origen divino el Libro de Mormón?
Un manto de duda cubre al Libro del Mormón, pues las planchas de oro, de las cuales se extrajo el mensaje, estuvieron siempre ocultas. Es sospechoso que el ángel Moroni haya prohibido dejar ver las planchas de oro a cualquier persona diferente a José Smith, pues años después permitiría que tres testigos las observaran.
Si la acción de mostrar al público las planchas de oro a tres testigos tenía como objetivo presentar la evidencia sobre la que la fe mormona está fundamentada, ¿por qué no mostrarla a todo el mundo? ¿Por qué no dejarla examinar por arqueólogos para que por pruebas de datación confirmaran su antigüedad y permitir además que estudiosos de lenguas muertas vieran estas planchas? Creo que de permitirse el escrutinio de los arqueólogos las planchas de oro de José Smith rivalizarían en importancia con la piedra de Rosetta o con las tabillas de escritura cuneiforme de Mesopotamía. ¿Por qué este recelo? En mi opinión, las probabilidades de que el Libro de Mormón sea un fraude son muy altas. Un estudio detallado revela que José Smith se valió de referencias de La Biblia y de obras de Shakespeare para escribir este libro. Este análisis fue hecho por el pastor adventista Daniel Scarone en su libro Mormonismo la historia que pocos conocen. (Curiosamente el escepticismo que aplica este pastor adventista para examinar el profeticismo de un credo que compite con el suyo por nuevos conversos no es aplicado para examinar a la profetisa de su denominación, la señora Elena G. de White.)
En el libro de Mormón, específicamente en 2 Nefí 1:14, se puede leer una frase de Shakespeare: “¡Despertad! y surgid del polvo, y escuchad las palabras de un padre tembloroso, cuyos miembros pronto depositaréis en la fría y silenciosa fosa, de donde ningún viajero puede regresar”. Esta frase suena muy similar a una línea de Hamlet, tercer acto, escena primera, en el pasaje donde se encuentra el conocido “ser o no ser”: “pero ese, el pavor por algo después de la muerte, el país ignoto de cuyas fronteras ningún viajero regresa, confunde la voluntad”.
El parecido es más notable en inglés: Awake! and arise from the dust, and hear the words of a trembling parent, whose limbs ye must soon lay down in the cold and silent grave, from whence no traveller can return; (2 Nefí 1:14) But that the dread of something after death, / The undiscover`d country from whose bourn / No traveller returns, puzzles the will (Hamlet, Acto III, escena I) Según los mormones, el pasaje del Libro de Mormón fue escrito entre el 588 y el 570 A.C. pero el texto en el cual se inspiró, Hamlet, fue escrito en 1564 D. C. Otra similitud notable se da entre el libro de Alma y la confesión de Westminster, la cual fue escrita en noviembre de 1646.

Una importante profecía sin cumplimiento
Este texto estaría incompleto si no hiciese referencia a una profecía que no se cumplió, la cual fue recibida, según José Smith, el 2 de abril de 1843. En ella se puede ver una creencia en la inminente venida del Señor Jesucristo. La profecía se puede leer en el libro Doctrinas y Convenios, capitulo130, versículos 12-15. “Yo profetizo en nombre del Señor Dios, que las dificultades que causarán el derrame de mucha sangre antes de la venida del Hijo del Hombre, empezarán en la Carolina del Sur. Probablemente, surgirán a causa del problema de los esclavos”. Así lo declaró una voz mientras oraba en cuanto al asunto, el 25 de diciembre de 1832.

En una ocasión estaba orando muy sinceramente para saber la hora de la venida del Hijo del Hombre, cuando oí una voz repetirme lo siguiente: José, hijo mío, si vives hasta cumplir 85 años, verás la faz del Hijo del Hombre; por tanto que te baste esto, y no me molestes más sobre el asunto.” En esta “profecía” se ve que en realidad José Smith interpreta los acontecimientos políticos de su época y de allí se desprenden predicciones en las que deposita su fe en un segundo advenimiento de Jesús. ¿Por que afirmó esto? Porque en 1843 el problema de los esclavos era el asunto político más importante en los Estados Unidos. Aunque en la “profecía” no se menciona fecha alguna para la venida del Señor Jesucristo sí se puede deducir. Como “la voz” le dijo que si llegaba a la edad de 85 años lograría ver el rostro de Jesús, se puede hacer la inferencia. José Smith nació en el año de 1805, para el año de 1890 tendría 85 años pero 1890 vino, se fue, y nada pasó. Por otra parte, la expresión de “si vives” y “probablemente surgirán a causa del problema de los esclavos” colocadas en los labios de un dios que lo sabe todo, deja ver muchas dudas sobre su omnisciencia. ¿Acaso no sabía lo que iba a pasar? Una reflexión final Las religiones, de cualquier ropaje, y los místicos de la Nueva Era nos venden la idea que la fe es una virtud.

Pero sostengo que ésta es un insulto a la inteligencia humana. El escepticismo es la virtud. Creo que todos los seres humanos debemos evaluar críticamente lo que se nos presenta antes de aceptarlo sin importar cuantas personas lo creen, o que tan antigua sea. En 1830 eran pocos los que creían que existieron pueblos americanos descendientes de inmigrantes semitas a los cuales Jesús visitó en persona después de su resurrección; unos años más tarde casi todo el estado de Utah los creía. Ahora, más de 10 millones de personas en todo el mundo acepta estas historias. Así pasa con las historias sagradas. Así ocurrió con el mito de la ascensión a los cielos de la virgen María, el nacimiento virginal de Jesús o las 550 historias de las reencarnaciones anteriores del Buda compiladas en el libro de Jataka.

¿Quién tiene la verdadera Biblia?

Por: Frank R. Zindler

TRADUCIDO POR MALCOLM CARTAGENA.

Prólogo

En La Calle
Evangelista: Hermano, usted está en un apuro si pone su fe en la ciencia. La ciencia nunca le puede dar la verdad absoluta. La ciencia siempre tiene que corregir sus errores. ¡La ciencia no puede salvar!
Pagano: probablemente usted está acertado en que la ciencia no nos puede dar conocimiento absoluto. Pero en tanto nos dé información suficientemente sólida como para seguir sosteniendo nuestras vidas, ¿Qué más necesitamos? De todos modos, no parece haber ninguna otra fuente de información que sea más segura y gran cantidad que son mucho menos seguras que la ciencia del hombre. En cuanto a salvar, el récord de la penicilina no es demasiado malo.

El Evangelista: Amigo, hay algo más cierto que la ciencia. Hay una fuente de la verdad absoluta e indefectible. Usted no tiene que ir más con las adivinaciones de la ciencia. Usted puede ir directamente a la fuente de todo conocimiento.

Pagano: ¿Realmente? Qué es?
Evangelista: La Santa Biblia, hermano, el Libro de Libros!
Pagano: ¿Cuál Biblia es “La Santa Biblia “? Quiero decir, hay gran cantidad de Biblias diferentes que flotan alrededor. Está el Corán …
Evangelista: Pecador, yo hablo acerca de la Biblia Cristiana, no las Biblias falsas de los paganos supersticiosos.
Pagano: Bien, aún si admito que las Biblias cristianas son mejores que las Biblias musulmanas o mormonas, ¿cómo sabe usted cuál Biblia cristiana es la correcta? Las Biblias Católicas contienen setenta y tres libros, las Biblias protestantes tienen sólo sesenta y seis.
Evangelista: Los Católicos son esclavos del Diablo, hermano.
Ellos tienen algunos libros falsos junto con los verdaderos. La Biblia verdadera es la versión del Rey Jaime traducida sin error de las lenguas originales al propio inglés de Dios. Usted no creerá que Dios permitiría que cayésemos en un error con la transmisión de su propia palabra. ¿ No? La versión del Rey Jaime ha sido preservada sin errores para traer el mensaje de la salvación a los pecadores como nosotros.
Pagano: ¿No bromea? ¿Cómo justifica el hecho de que algunos de “nosotros” son Católicos? ¿ Por qué dios permitió que la transmisión de su palabra a los Católicos se corrompiera? ¿Por qué dios permitió que a los protestantes se les vendieran las primeras ediciones de la versión del Rey Jaime, que todavía contenía los setenta y tres libros encontrados en la Biblia Católica?

Tres Problemas
Los verdaderos creyentes que desean poner toda su fe en la Biblia encaran tres problemas:

(1) ¿Cómo puede uno saber cuales libros están “inspirados” y deben formar parte del canon bíblico? (2) ¿Cómo pueda uno saber cuál, si cualquiera de los manuscritos contradictorios existentes (MSS) de un libro dado preserva la expresión “verdadera”?
(3) Suponiendo que uno tiene el manuscrito correcto (MSS) de un libro dado, ¿cómo puede uno saber lo que significan las palabras particulares en griego, hebreo, o arameo?

Como veremos, no hay manera de que estas preguntas se puedan contestar con absoluta certeza.
A lo sumo, los creyentes deben confiar en las probabilidades, no las certezas, que surgen de una investigación científica de los hechos circundantes a los textos y las tradiciones bíblicas. Los creyentes tendrán que enfrentar el hecho de que no hay ninguna manera de saber en cuál Biblia creer, ni mucho menos qué creer en ella.
Los creyentes todavía tienen que poner su “fe” en otros seres humanos. ¿Cuáles Libros?
Como recién se mencionó el primer problema que tienen que encarar los creyentes es el problema de cuáles libros pertenecen a la Biblia, cuáles no, y cómo decidir. Verdaderamente, es extremadamente raro para los individuos decidir, estos dilemas  por sí mismos.
Generalmente ellos heredan un conjunto de “libros santos” de las familias en las que nacieron.
Los niños católicos heredan un número algo más amplio que los niños protestantes, y los niños judíos obtienen todavía treinta y cuatro menos que los niños Católicos.
A los que menos se les da es a los niños Samaritanos. Ellos sólo obtienen el Génesis, El Exodo, Levitico, los Números, Deuteronomio, y si toman su sopa quizás Joshua. Si para ser “salvado” uno necesita encontrar información, digo, en la Revelación, 2 Paralipomenon, o Baruch, ¿no es raro que dios permita que nazca tanta gente en ambientes deficientes de libros necesarios para la salvación? ¿Cómo es entonces, que hay tal diversidad de opinión en cuanto a cuáles libros son “canónicos,” en otras palabras, deben formar parte de la colección oficial de escritura “inspirada”? ¿Qué principio divino ha dejado a los Samaritanos con Biblias que contienen sólo cinco o seis libros, a los judíos con treinta y nueve, a los protestantes con sesenta y seis, y a los Católicos con setenta y tres? ¿Por qué los cristianos antiguos tenían aún más libros en sus Biblias?

En el caso de los Samaritanos, el número pequeño de libros en su Biblia no refleja nada más significativo que el hecho que los samaritanos, que vivían en la parte septentrional de Palestina, fueron separados del centro principal de la evolución cultural judía el reino sureño de Judah antes que los profetas y otras escrituras fuesen consideradas “Escritura” por cualquiera. Hoy en día el resto lastimoso de creyentes que se llaman a sí mismos samaritanos reclaman que todo libro fuera del Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia, los llamados Cinco Libros de Moisés) no son inspirados y, por lo tanto, son no canónicos.

Una excepción posible es el sexto libro de la Biblia, el Libro de Joshua, el que parece ser dado la posición cuasi bíblica. No sólo son los libros posteriores del canon judío “no escriturales,” en el punto de vista Samaritano aún la versión Hebrea del Pentateuco (el “Texto Masoretico,” el llamado Textus Receptus o ” texto recibido” del que nuestro Rey Jaime (King James) y Biblias posteriores traducidas) no es bueno tampoco. Difiere del texto Samaritano ¡En más de seis mil lecturas variadas! Pero ¡ay! para las creencias de los Samaritanos y los judíos, el tamaño pequeño de la Biblia Samaritana y las seis mil lecturas variadas del Texto Masoretico no son debidas a ningún principio divino discerniblemente de selección: Ellos son meramente accidentes de la historia y la guerra políticas.

A través de la historia judía hasta el Concilio de Jamnia (celebrado cerca de la actual ciudad de Joppa, cerca del fin del primer siglo A.D.), la lista de libros pensados para “ensuciar las manos” (en otras palabras, fueron inspirados) diferidos como una función de geografía y afiliación política. Por los tiempos en que se formó la iglesia cristiana, los judíos greco parlantes habían acumulado unos pocos libros más que ensucian las mano que los que tenían los que permanecieron en casa, primos arameo o hebreo-parlantes. Cuándo los cristianos adoptaron el “Viejo Testamento” Griego para si mismos (inclusive los libros novedosos que fueron con él), los judíos Palestinos tuvieron que defenderse. En el Concilio de Jamnia, los judíos eliminaron tales libros como Baruch, Ecclesiasticus, y tantos Libros como Maccabeos. Por un escaso voto, ellos evitaron estrechamente eliminar a Ezekiel, Proverbios, Ester, Eclesiastés, y Cantares de Salomón.

En el caso del Libro de Daniel, los judíos eliminaron los últimos dos capítulos, asentando una docena. ( El Libro Católico de Daniel contiene todavía catorce capítulos.) Kaine E Diatheke Figura 1. Una página de Kaine E Diatheke, un Nuevo Testamento griego publicado por la Sociedad Britanica y Extranjera de la Biblia (© 1958), mostrando el “texto preferido” y “aparato crítico” para Mateo1:11,16,18. A. El texto tradicional de verso 16 Dice: “Y Jacob engendró a José, esposo de María, de quien nació Jesús, el llamado Cristo.” B. El comienzo de las variadas lecturas para el verso 16, con símbolos para los varios manuscritos seguidos por sus lecturas diferentes. C. El símbolo para el manuscrito de Sinaiticus (s) Siríaco (sy), un documento del siglo tercero a cuarto que refleja el estado del texto bíblico en el segundo siglo, antes de que los creyentes en el mito del nacimiento de virgen hubiese triunfado en alterar todos los textos del evangelio. D. El griego magníficamente abreviado dice: “Y José engendró a Jesús, el llamado Cristo.

Así como la lista de libros santos difería de comunidad judía a comunidad judía, así la lista de libros considerados santos entre los cristianos tempranos difería de iglesia a iglesia, aunque los cristianos preferían generalmente el Viejo Testamento griego más grande al más pequeño Hebreo. Además de las escrituras judías, cada comunidad cristiana desarrolló sus propias escrituras del Nuevo Testamento, creando más de una docena de evangelios diferentes y un número incierto de epístolas y apocalipsis.

No sorprende saber que no se conoce ningún “Padre de la Iglesia” que declarara la canonicidad de los libros de la misma manera que el evangelio completo bautizado por el fuego de la Santa Iglesia Pentecostal de Dios en Cristo de hoy. El ilustre Ireneo (B. ca. Ac. 130), por ejemplo, consideraba al Pastor de Hennas como inspirado, pero rechazaba a Hebreos, Jude, David, 2 Pedro, y 3 Juan. Clemente de Alejandría (ca. Ac. 150-213) incluyó el Apocalipsis de Pedro, la Epístola de Barnabas, y el pastor de Hermas en su Biblia. Tertulliano (B. ca. Ac. 160) mejor recordado por su dictamen, Certum, est quia impossible est (“yo lo creo porque es imposible”) eliminó todos los libros del Nuevo Testamento menos los cuatro evangelios, hechos, trece epístolas de “Pablo”, Revelación, y Juan. Como ciertas iglesias (tales como las de Roma, Alejandría, Antioquía, y Constantinopla) ganaron en poder político, cada una hizo esfuerzos arduos para suprimir “la herejía,” y los concilios de la iglesia fueron convocados (a menudo por El Emperador Romano más que por Papas o Patriarcas) para votar sobre cuáles libros eran canónicos y para antemizar a los que no podrían comprar suficientes votos para estar en el lado ganador. La historia de estos concilios es tanto desorientadora como abominable.

El concilio de Laodicea (A. D. 363) incluyó Baruch en el Viejo Testamento, pero prohibió la Revelación del Nuevo. El Concilio de Cartago (ca. Ac 397) incluyó Ecclesiasticus, Sabiduría, Tobit, Judith, y 1 y 2 Maccabeos. La enumeración de la infalible más reciente del canon Católico sucedió en el Concilio de Trento (A. D. 1563), en el medio de la Reforma alemana. La Iglesia Ortodoxa griega cerró su canon en algún momento en el décimo siglo, cuando admitió finalmente el libro de La Revelación (aunque todavía no use las citas de este libro en sus leccionarios). La Iglesia Ortodoxa Siria adoptó a regañadientes La Revelación aún un siglo más tarde. Aunque no cada concilio de la iglesia debatiera qué libro pertenecía a la Biblia, es no obstante verdadero que las ediciones decididas por los concilios previos ayudaron a formar las decisiones que definieron el canon.

El contrario a la opinión ingenua que las deliberaciones de los concilios de la iglesia fueron infundidos por el poder de la guía divina, la mayor parte del los concilios y sus repercusiones eran asuntos bastante horrorosos. El concilio de Nicaea, por ejemplo, fue convocado en AC. 325 por El emperador romano Constantino el primer emperador cristiano. Después de convertirse al cristianismo, Constantino mato a su esposa, su hijo, un sobrino y su esposa, y estranguló a Licinius (su coemperor) y su hijo después de prometerles la vida. Cumplidas estas tareas convocó a los obispos y patriarcas del reino para definir la naturaleza de la Trinidad y decidir a cuál de las facciones en disputa de los creyentes debería darse la patente real para la ortodoxia.

La pregunta candente del concilio era el argumento entre Arius y el obispo Alexander de Alejandria. Arius proclamaba que Jesús era esencialmente distinto del Padre, habiendo sido creado ex nihilo por el último. Alexander, sin embargo, proclamaba “como Dios es eterno, así es su Hijo cuando el padre, entonces el Hijo está presente en Dios sin nacimiento, jamás engendrado, un engendrado no engendrado.” Por un voto areglado, Arius fue condenado como hereje, excomulgado, y exiliado. Tres años después, sin embargo, Constantino se suavizó con la herejía (o cambió de opinión en cuanto a quiénes eran los herejes) y volvió a llamar a Arius a Constantinopla.

En el mismo día en que Arius debía volver a entrar triunfante a la Catedral, sus intestinos estallaron repentinamente en un excusado, obviando cualquier necesidad de redefinir la ortodoxia. Los ortodoxos lo consideraron un milagro; los Arianos sabían que fue asesinato. Figura 2. ¡Ningún nacimiento virgen aquí! parte de la genealogía de Jesús en los manuscritos de Syriacus Sinaiticus se refirieron a él en Fig. 1 C. (Imprimió el texto © 1894 por Agnes Smith Lewis, los cuatro Evangelios en el Siríaco, Trascripción del Palimpsesto Sinaitico, Prensa de la Universidad de Cambridge). Siríaco se lee de derecha a izquierda. Los asteriscos marcan la palabra Siríaca `wld, ” engendrado” los subrayados muestran nombres repitiendose en la fórmula: A engendró a B, B engendró a C, C engendró a D, etc. Los versos quince a dieciséis leen dicen: ” Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matthan, Matthan engendró a Jacob, Jacob engendró a José; José, a quien era prometido una mujer joven, María, engendró a Jesús[ (l) yshw`, el apellido subrayado] que se llama Messiah.

El veneno no era la única manera de decidir las preguntas de la teología. En el Concilio ” ecuménico” de Ephesus (A. D. 431), San. Cirilo, el Papa de Alejandria, sobornó a suficientes obispos para poder convocar el Concilio antes de la llegada del Patriarca de Antioquía, cuya oposición él temía. Sin la oposición de la delegación de Antioquía era cuestión sencilla condenar a Nestorius como hereje, y proclamar a la Virgen María como theotokos, o “madre de dios.” En el Segundo Sínodo de Ephesus (A. D. 449), Dioscoros, el Papa de Alejandría (sucesor de Cirilo), condenó a Flavian, el Papa de Constantinopla, y luego pateó a su rival en Cristo tan severamente que él murió tres días después. Convocando una muchedumbre de monjes y soldados esgrimiendo palos, espadas, y cadenas, Dioscoros convenció a los obispos que habían planeado votar por Flavian a votar “correctamente.” Tales eran los medios por los cuales se determinaba la verdad en la Iglesia Católica ortodoxa.

Entre los protestantes estaba cada pecador por sí mismo cuándo vino a decidir que libros pertenecían a la Biblia. Entre los protestantes “reformistas,” eran comunes las opiniones que difieren en mucho de las sostenidas por los protestantes. Luther no pensaba que Ester pertenecia en la Biblia, pero pensaba, elevadamente de 1 Maccabeos y Sirach. Él tuvo una opinión baja de los Hebreos, y pensaba que la Revelación era de escaso valor, no siendo apostólica ni profética. La Epístola de Jaime la llamó “una epístola de paja.” El reformista suizo Zwingli decretó no Bíblica a la Revelación. John Calvin denunció ese libro de delirios como incomprensible, y prohibió a los pastores de Ginebra procurar interpretarlo. ¿Cuáles Manuscritos? Aunque fingiéramos que podríamos saber de algún modo con toda seguridad que el evangelio de Mateo, es sinceramente inspirado y, así, un libro legítimo para ser incluido en el canon, ¿cómo podríamos decir si cualquiera de los muchos MSS de Mateo contiene la expresión correcta e inspirada? La mayoría de los creyentes verdaderos no saben nada de nada acerca de este problema, porque es un secreto bien mantenido entre los eruditos de la Biblia que ninguno de los dos MSS de Mateo ni ningún otro libro bíblico son parecidos.

Peor todavía, para cada libro existen familias diferentes de tipos MS, a menudo de antigüedad aproximadamente igual, pero difiriendo uno de otro en maneras típicas. Para tratar de seguir todas el las diferentes expresiones en Mateo y otros libros de la Biblia, las ediciones eruditas del Nuevo Testamento griego contienen un llamado aparatus criticus, un sistema complicado de notas a pie de página que indican las mayores lecturas variadas para cada pasaje en el ” texto preferido” [ve Figs. 1 y 3].

Con respecto al texto preferido de la Biblia griega, los lectores pueden preguntarse ¿Quién decide y cómo las lecturas preferidas? El espacio no permite una discusión de los principios científicos (y a veces muy no científicos) implicados. Podemos sólo observar que es tanto irrisorio como triste ver a los fundamentalistas más inteligentes aprendiendo diligentemente griego para “leer la palabra de Dios en la lengua original.” Ellos poco sospechan, al mirar fijamente las paginas libres de notas a pie de página de sus testamentos griegos Westcott Hort, las miles de decisiones científicas y no-tan científicas que se tuvieron que tomar para que ellos vean o no vean lo que hay en cada página.

Los apologistas de la Biblia tratan de eliminar los centenares de miles de variadas lecturas en el existente MSS diciendo que las diferencias son triviales y no afectan los pasajes esenciales para la doctrina cristiana. “Meramente diferencias ortográficas,” dicen. La falsedad de esta afirmación puede verse no sólo en los ejemplos dados en Figs. 1-3 ( variaciones que afectan la doctrina del nacimiento virgen, así como también la doctrina de que discípulos verdaderos pueden beber veneno y acariciar cobras), sino también en los pasajes que golpean en el corazón de la doctrina de la Trinidad. Cuando Erasmo de Rotterdam publicó primer Nuevo Testamento griego de Europa en 1516 él omitió el texto Trinitario de la prueba, 1 Juan 5:7: Porque hay tres que se registran en el cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y estos tres son uno.

Es innecesario decir, Erasmo fue criticado robustamente por la omisión. Él se defendió declarando que él habría incluido el verso ( muy conocido en la Biblia latina) si hubiese sido capaz de encontrar un solo MSS griego que lo contuviera. Poco después a Erasmo se le presentó ¡una Biblia Griega que contenía el verso! Sospechando un fraude, pero incapaz de probarlo, Erasmo agregó el verso,a ediciones posteriores de su Biblia, el libro destinado a llegar a ser el Textus Receptus el libro del que los traductores del Rey Jaime derivarían la versión inglesa “autorizada” de 1611. dura suerte para la Trinidad, ` la intuición de Erasmo era correcta. Hasta hoy ningún MS Griego más viejo que el siglo quince a dieciséis ha sido jamás encontrado conteniendo el pasaje.

Ahora se sabe que el verso fue un invento español del siglo cuarto, apareciendo finalmente en el MSS de la Vulgata latina (la Biblia oficial de la Iglesia Católica romana) alrededor del año 800. El descubrimiento de que las Biblias más viejas omiten a 1 Juan 5:7 deja a los cristianos sin “la prueba de la Trinidad Bíblica”. Mientras que hay todavía otros versos que son compatibles con la doctrina trinitaria, ninguno es la prueba de ello. A menos que los apologistas cristianos consideren la Trinidad como trivial, ¡ellos deben admitir que las diferencias en MSS son importantes! La magnitud de las diferencias entre diferentes MSS del mismo libro, pueden ser asombrosas. Uno de los rollos del Mar Muerto, el rollo Jeremías 4QJer-b es un octavo más corto que el texto Masoretico de ¡Jeremías! Aún en tiempos antiguos existían las diferencias salvajes en el MSS de los libros individuales.

El Padre de la Iglesia Irenaeus nos dice que el MSS del el evangelio de Mateo usado ca. Ac. 185 por los Ebionites (Los cristianos judíos originales de Jerusalén) careció de los primeros dos capítulos los capítulos conteniendo la genealogía imaginaria de Jesús, la historia del nacimiento virgen, los hombres sabios, y la matanza de los inocente de Herodes. Ahora se entiende porque los cristianos primitivos no creían en el cuento de María y el ángel. Figura 3. El fin del Evangelio de Marcos, de la Biblia griega usado en la Fig. 1, mostrando el estado de confusión total en que finaliza el Evangelio. A. El texto latino del manuscrito la antigua versión latina, Africana del siglo cuarto al quinto, el Codex Bobbiensis (k) que añade al verso 3 de Marcos. 16 los versos: “Repentinamente en la tercera hora del día había oscuridad sobre la tierra entera, y los ángeles descendieron del cielo y se pararon con el dios vivo, [y] subieron [al cielo] junto con él, y e inmediatamente hubo luz.

Entonces ellas [mujeres] se acercaron a la tumba.” B. La nota diciendo que el verso 8, así como también los versos 9-20, son omitidos por un manuscrito egipcio Fayumico temprano (fa). C. La nota diciendo que el verso 8 es el verso concluyente los manuscritos más viejo y mejores, inclusive los famosos Codex Sinaiticus, Codex Vaticanus, y el Syriacus Sinaiticus mostrados en Fig. 2. Esto significa todos los cuentos de post Resurrección de la “conclusión larga” tradicional, están ausentes, junto con Marcos. 16:18 el pasaje tan amado del manejo de la serpiente, beber veneno por creyentes verdaderos en el Sur. Los manuscritos más viejos finalizan su cuento con las mujeres que huyen del sepulcro, “ya que ellas tenían miedo.” Verdaderamente, las notas a pie de página que se relacionan al fin de Marcos continúan dos páginas más después de la que se muestra.

Una de las notas posteriores nos dice que, algunos manuscritos contienen un fin alternativo “corto” a Marcos. 16: 9-20 que dice: “Pero ellos informaron brevemente a Pedro y a ésos con él todo lo que se les había dicho. Y después de esto, Jesús mismo envió por medio de ellos, del este al oeste, la sagrada e imperecedera proclama de la salvación eterna.” ¡Otra nota a pie de página nos dice que hay varios manuscritos que incluyen ambos finales! Podemos notar otra rareza con respecto al “texto recibido” usada para producir la Biblia del Rey Jaime: Porque el Libro de la Revelación nunca fue popular en la Iglesia Ortodoxa griega, fue difícil para Erasmo encontrar MSS del libro. Verdaderamente, él no pudo encontrar un solo MS que contuviese los últimos seis versos.

Consecuentemente, ¡él tuvo que componer su propio griego traduciendo los últimos seis versos al griego del latín vulgar! Hasta hoy no se encontró jamás ningún texto griego que reproduzca la versión de Erasmo` de los últimos seis versos de la Biblia. Asi de fuerte es la traducción de la Biblia del Rey Jaime. Mientras discutimos el Libro de la Revelación el libro amado del presidente Reagan y de los gematriastas (numerologistas bíblicos; la palabra rima con “pederastas”) que le aconsejan que deberíamos notar que “el número del nombre de la bestia” [Rev. 13: 18] no puede ser 666 después de todo. ¡En algunas fuentes muy antiguas el número es 616! Indudablemente para consternación de los gematriastas, que procuran guiar la política exterior nuclear Americana sobre bases de indicios bíblicos, ni solo ni en combinación los nombres “Madalyn,” “Murray,” o “O Hair” suman a 616 ó 666 al escribirlos en el alfabeto griego.

En 651, “Murray” se acerca a 666: ¡cerca pero no justo! Finalizaremos esta discusión de variedad de MSS considerando el problema de versiones traducidas de la Biblia. El problema de saber qué significados dar a las palabras en idiomas extranjeros se considerará en la próxima sección de este ensayo. Lo qué nos concierne aquí es un problema de interés aún mayor a los que quieren saber lo que el “texto original” de la Biblia dijo una vez. Entre el tercer siglo A.C. y el primer siglo D.C, los eruditos judíos greco parlantes en Alejandría y en otra partes tradujeron las escrituras hebreas al griego, produciendo una serie de ediciones del Viejo Testamento griego conocido colectivamente como el Septuagésimo (Abreviado LXX). Una comparación del LXX con el texto Hebreo Masotérico muestra diferencias fundamentales en diferencias de contenido que no pueden renunciarse como errores de traducción, sino se pueden ver como evidencia de que el texto hebreo usado por los traductores difirió profundamente del texto hebreo hoy conocido.

Entre las muchas diferencias entre el LXX y el texto de Masoretico estan las discrepancias numéricas. Enoch tenía sesenta y cinco años de edad cuando él engendró a Matusalén en Hebreo, pero tenía 165 cuando él lo hizo en griego. Después del nacimiento de Lamech, Matusalén.Vivió 782 años en Hebreo, pero 802 en griego. No sólo hay diferencias numéricas entre los textos el griego y Hebreos versos y párrafos se agregan o son borrados y, en el caso de Jeremías, las profecías individuales son dispersadas tan diferentemente en las dos versiones que es muy difícil comparar las dos en absoluto. El problema para los creyentes verdaderos es este: La versión griega refleja un texto hebreo más de mil años más viejo que el texto Hebreo usado como estándar para el Rey Jaime. ¿No deberíamos seguir al griego aún si es una traducción en vez del hebreo? Se debe notar que los autores del Nuevo Testamento, al citar el Viejo Testamento, lo citaron en griego pareciéndose al LXX mucho mas a menudo que el Masoretic Textus Receptus.

Si el LXX fue suficientemente bueno para Jesús, ¿No debería ser suficientemente bueno para los Presbiterianos?. El descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto ha confundido además el asunto. Estos Rollos Hebreos y Arameos desplazan la fecha a un tiempo tan distante atrás como al tiempo en que comenzó la traducción del LXX y temporalmente superpuso el período en el cuál la traducción se completó. ¿Estos rollos asientan el asunto de cual es mejor, el LXX o el Texto Masoretico? ¡De ninguna manera! Algunos de los rollos, tal como el Rollo Magnífico de Isaiah, están extremadamente cerca del Texto Masoretico. Es por eso que los fundamentalistas nunca parecen cansarse de contarnos acerca de este rollo y de cómo justifica su Biblia (ellos no le contarían acerca del Rollo Corto de Jeremías, mencionado arriba, que se parece al LXX).

En el caso de Jeremías, se han encontrado rollos semejantes a ambos: el LXX y los textos Masoreticos se han encontrado MSS del éxodo que se asemejan no sólo a LXX, sino también a la versión samaritana.Apenas por añadidura, algunos rollos reflejan todavía a otras, hasta desconocidas tradiciones textuales. ¿Cuál es el MS correcto? La pregunta en si misma ha llegado a no tener sentido en esta etapa en la comprensión científica de los textos bíblicos. Las tradiciones orales diferentes fueron reducidas gradualmente a escribir en tiempos diferentes y en lugares diferentes. Difiriendo una de otra en el momento que fueron puestas por escrito, las varias formas escritas de una historia dada continuaron diferenciandose mientras los textos individuales se copiaban y recopiaban, y los escribas cometían errores y “correcciones” Periódicamente los escribientes descubrian MSS contradictorios relacionados con el mismo cuento. Entonces entraba en juego la “armonización” combinando el escribiente los textos contradictorios en una narrativa ” armoniosa”. Un ejemplo extremo de esto se ve en cierto MSS posteriores de los evangelios de Mateo y Lucas, donde las dos genealogías de Jesús en el Textus Receptus difieren una de otra y han sido “armonizadas” casi totalmente en una identidad cien por ciento.

Después de todo su estudio, los eruditos de la Biblia han llegado a una sencilla conclusión: Tratar de encontrar la “correcta lectura” de la mayoría de los MSS bíblicos es tan desesperado y tan sin sentido como tratar de encontrar el “votante promedio”. ¿ Cuál Diccionario usar? Uno de los problemas más desconcertantes que enfrenta un creyente es uno que casi nunca se reconoció aún que exista. Cómo puede uno saber lo que una palabra dada significa . ¿Un antiguo MS? No es suficiente tener un buen diccionario griego o hebreo. El mas brillante de los escritores de diccionario no puede estar segurodel significado de cada palabra como se usa en cada cultura y subcultura , en cada período en la historia. Si encontramos la palabra hebrea zabach, “sacrificio,” por ejemplo, en una oración antigua que dice “Rey Ishkibibbel sacrificó mucho y Jahweh lo protegió a él y a su orinal” ¿significa lo mismo que la oración en un moderno periódico de Jerusalén que dice: “Shmuel sacrificó mucho y tuvo sus niños en el colegio”? No se necesita ir a textos antiguos para ver la magnitud de este problema. Las obras de William Shakespeare (1564-1616) datan de tiempos relativamente modernos y ellos están en inglés. Aún es a menudo bastante imposible saber con toda seguridad qué quiso decir Shakespeare con ciertas líneas.

En el tercer acto de Hamlet, apenas después del famoso “ser, o no ser”el soliloquio, Hamlet dice a Ofelia, “vete a un convento.” (go thee to a nunnery) ¿Qué podría ser más sencillo de entender? Fue bastante impactante, hace treinta años, cuando supe que el término del Argot ¡ Isabelino para el burdel era convento(nunnery)! En todos los años desde entonces He sido incapaz de decidir si Hamlet quería que Ofelia fuera a un convento o a un burdel. Cualquier significado se adecua al contexto. Hamlet podría estar preocupado de que Ofelia pudiese llegar a ser “una procreadora de pecadores” y debería retirarse de las tentaciones del mundo retirándose a la religión. O considerando de la presencia de palabras tales como ramera, y obseno en el contexto inmediato, y considerando que Hamlet denigra el “libertinaje” de Ofelia es plausible que Hamlet, en repugna, diga a Ofelia que se uniera a la profesión más vieja del mundo.

Mientras la ambigüedad de este pasaje meramente entretiene o molesta, dependiendo de cuánto uno desea entender a Shakespeare ,la situación sería gravemente mortal si Hamlet fuera un libro de la escritura en vez de un trabajo del arte. ¿Qué si una creyente verdadera trató de imitar a Ofelia y fue al lugar incorrecto? Ella podría pasar la eternidad en “un lugar incorrecto,” verdaderamente, si ella fue a un convento, digamos, en vez de una ¡casa de gatas! Aunque sea a menudo difícil de discernir el significado de palabras en las escrituras inglesas de Shakespeare, puede ser bastante imposible literalmente saber el significa de ciertas palabras en antiguos MSS bíblicos.

En la (NEB) nueva Biblia inglesa, una traducción de modulador/producida por un panel reputado de eruditos de Oxford Cambridge, no es en absoluto raro encontrar páginas con notas a pie de página diciendo “lectura Probable” o “Hebreo incomprensible,” o con pasajes salvajemente diferentes de los del Rey Jaime. En la traducción del Rey Jaime de Job 39:13-14, por ejemplo, leemos: ¿Diste tu las buenas alas a los pavos reales? O alas y ¿plumas al avestruz? Que dejará sus huevos en la tierra y los calentará en el polvo… En la Nueva Biblia inglesa leemos: Las alas del avestruz son raquíticas * sus alas y plumaje son tan escasos** que ella abandona sus huevos en el suelo, permitiéndolesseguir siendo entibiandos por la arena. Las dos notas a pie de página asociadas dicen: * Son raquíticas: la lectura probable; Hebreo incomprensible. **Probable Lectura; Hebreo [significa] santa o cigüeña. Aunque ni Oxford ni Cambridge sobrellevaran el problema de Job 39:13-14, la Nueva Versión Internacional (NIV), una producción fundamentalista, decidió de algún modo traducir nuestro verso: Las alas del avestruz se agitan alegremente, pero no pueden compararse con las alas y plumas de la cigüeña…. Mientras la falta de notas a pie de página podría dirigirnos a suponer que los fundamentalistas nunca dudan en cuanto a lo que “la palabra de dios” significa,

En la introducción a la Nueva Versión Internacional nosotros encontramos la admisión, como en otros documentos antiguos, el significado preciso de los textos bíblicos es a veces incierto. Esto es más a menudo el caso con los textos hebreos y arameos que con el texto griego. Aunque los descubrimientos arqueológicos y lingüísticos en este siglo ayudan a la comprensión de los pasajes difíciles, algunas incertidumbres permanecen…. [Oxford Biblia Internacional Nueva Versión internacional de estudio Scofield de Oxford, E. Schuyler inglés, Presidente, Comité Editorial de Revisión, la editorial de la Universidad de Oxford, 1984, P. xix] ¿Cómo puede ser esto? Parte del problema deriva del hecho que el hebreo y el arameo antiguo esta escrito con un alfabeto defectuoso, en otras palabras, un alfabeto en que la mayoría de las vocales no se escriben.

Fue solo mucho mas tarde en la historia de la escritura de la biblia hebrea (emtre los siglos V al IX) que los puntos de las vocales (llamadas “pizcas y particulas”) se añadieron a los textos consonánticos. Desgraciadamente, no hay manera de saber que las vocales correctas se suministraron. De hecho, durante el siglo IX y X, había una larga enemistad heredada entre dos familias de eruditos judíos, los Ben Ashers y los Ben Naphtalis, sobre la vocalizacion de las escrituras. Desgraciadamente, los Ben Ashers vencieron a los Ben Naphtalis tan completamente que casi toda historia de ellos fue expurgada, y quedamos con un sentido falso de seguridad con respecto a la uniformidad aparente de puntos de vocales en el texto Hebreo hoy.

Es fácil de ver qué lío nosotros tendríamos en el inglés si no indicaramos las vocales al escribir. Si nos encontramos con la palabra de dos letras “By”, por ejemplo, cómo sabriamos si la palabra pensada era “By,” “Bay,” ” boy,” “buoy,” “buy,” o “obey”? Por supuesto el contexto si hubiera Uno, ayudaría a resolver vocalizaciones y significados. Pero lo qué si en el caso de By, la verdadera palabra destinada fuera una palabra rara tal como¿ “Bey”? Las dificultades causadas por la falta de letras de vocales en hebreo son compuestas por el número increíble de legomena hapax, palabras que ocurren sólo una vez en la Biblia entera. Una prueva rápida del vocabulario hebreo y arameo del Viejo Testamento revela que hay más de 1,500 palabras (aproximadamente veinte por ciento del vocavulario entero del Viejo usado sólo una vez.

Esto incluye la palabra dibyonim, traducida como “excremento de paloma” en el Rey Jaime, pero que la Concordancia Analítica de los jóvenes a la Biblia nos asegura que significa “guisante del polluelo asado” aunque la Nueva Biblia inglesa lo traduce como “frijoles de cigarra,” y la Nueva Versión Internacional traduce “vaina de semillas”! Imagínese la perplejidad de un erudito de la Biblia por no decir nada de un verdadero creyente encontrándose con una oración tal como “a menos que usted pusiera el shnurq sobre el altar antes de abandonar pan , usted morirá seguramente.” Suponiendo que la palabra shnurq no aparece en ningún otro contexto, nosotros podemos concluir sólo que un shnurq es probablemente algo más pequeño que un hipopótamo. La incertidumbre espantosa que resulta de no saber que poner en el altar podría forzar a un creyente verdadero a abandonar el pan! ¿ Por qué Molestarse? Aunque fuimos sólo capaces de discutir unos pocos de los problemas encarados por personas que quieren creer en la Biblia, debería ser obvio que los problemas son insuperables.

Cuándo las votaciones se lanzaron en los grandes concilios eclesiásticos que asentaron el canon, ¿qué certeza tenemos que Jahweh no estaba contando gorriones caídos en algún lugar en vez de contar los votos antes de ser emitidos – o ver si los obispos correctos fueron envenenados antes del voto? Qué certeza tenemos que el falsificador que deslizo la Trinidad en la tercera edición de Erasmo hizo su ¿Falsificación bajo la inspiración de una contradicción triple en aritmética? ¿Qué certeza tenemos de que la gente que escribe los diccionarios ¿De griego y hebreo biblico sabe qué definiciones poner en ellos? ¿Cómo sabremos si leemos acerca de garbanzos o excremento de paloma? Es claramente inútil tratar de encontrar la Biblia en qué creer, y de cuál obtener “la verdad.” por lo tanto ¿porque molestarse en probar? La búsqueda de la verdad absoluta es pueril, un remanente de un período precientifico de la evolución cultural. Aunque las “verdades” de la ciencia no sean absolutas, lo hacen agradablemente en un pellizco.
Y en cuanto a la salvación, ¡el récord de la Penicilina no es demasiado mala aunque pueda causar urticaria!

¿Existe Dios?

Por: *Dr. Serafín Mercado* Investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM

CONSIDERACIONES ACERCA DE SU IMPROBABLE EXISTENCIA

Todas las culturas han creado religiones, han creído en algún tipo de seres sobrenaturales; los dioses, e incluso algunas de estas religiones han sido monoteístas, planteando la existencia de un solo dios. Sin embargo, si en lo general las religiones, todas, tienen mitos que les son comunes, como la explicación del origen del mundo y el universo, el origen de la vida y, fundamentalmente, el origen y naturaleza del hombre y, hasta donde yo se, todas han postulado un alma y una vida más allá de la muerte como forma de dar cuenta de la conciencia y para explicar y atenuar la terrible experiencia de la muerte; en lo específico han sido muy disímiles tanto en la naturaleza y número de los dioses como en los atributos de estos, su ubicación y sus poderes; siendo así que la explicación de los orígenes del universo, de la tierra, de la vida y del hombre han sido distintas una de otra, siendo cada una un relato particular, surgido de la peculiar solución lograda por la cultura en cuestión.

En este artículo me centraré en la versión de origen judaico que predomina en occidente, es decir, el cristianismo en todas sus variantes y el judaísmo mismo, con objeto de analizar la naturaleza de estas creencias y de su compatibilidad con el conocimiento científico y la reflexión filosófica actuales; aunque este análisis es válido en principio para cualquier otra religión. El centrarnos en este subconjunto es por ser más conocido tanto para los lectores como para el autor. Tenemos evidencia arqueológica e histórica de que el hombre siempre ha querido hacer sentido del mundo. La conciencia expandida que evolucionó al desarrollarse el gran y complejo cerebro que tenemos, la conciencia ampliada de uno mismo, del tiempo presente, pasado y futuro y la posibilidad de manejar la realidad en términos de categorías y relaciones categóricas, entre ellas, sobresaliendo las relaciones de causa y efecto, hizo que no sólo buscara adaptaciones y soluciones a los problemas de supervivencia, sino explicaciones a todo lo existente, incluyéndose a sí mismo.

La cultura, hija del lenguaje y madre de la historia humana, hizo posible la acumulación de observaciones, explicaciones y prácticas sociales que permitieron un cierto grado de consenso en cada cultura acerca de la naturaleza y origen de las cosas, consenso que quedó imbricado en la estructura político-económica de esos pueblos. Ciertas versiones de la explicación quedaron sancionadas por las autoridades políticas y religiosas, las cuales frecuentemente eran las mismas o estaban muy relacionadas entre sí. Con la aparición de la escritura en sus diferentes formas aparecieron los libros sagrados: La Biblia, el Popol Vú, los Vedas, el Corán, etc., aunque en la mayoría de los pueblos la transmisión de estas “verdades” fue simplemente oral. La interrogación que me planteo aquí es, dado lo reiterativo de la pregunta y la similitud de la respuesta, ¿habrá algún tipo de verdad detrás de las explicaciones religiosas?.

Evidentemente, estas explicaciones son todas dadas antes del descubrimiento del método científico y de su aplicación masiva al análisis de la realidad en todos sus ámbitos. Este método es quizá el aporte cultural más importante de occidente, descansa en la capacidad analítico sintética de Homo, en su lenguaje y en el descubrimiento de los multiplicadores de este: la escritura, la imprenta y ahora la computadora y las redes de cómputo. Su fundamento es simplemente el requerimiento de un análisis crítico de las ideas ante la realidad y en relación a su coherencia. Se busca lograr métodos precisos, cuantitativos y un lenguaje sin ambigüedades; así como procedimientos que permitan ahondar en la naturaleza de los fenómenos, más allá de la apariencia superficial.

En la actualidad la aplicación del método científico ha permitido dar explicaciones congruentes con la evidencia acumulada y coherente tanto internamente como con otras teorías científicas, en términos de la lógica, lo que ha permitido dar respuesta a casi todas las preguntas abordadas por las diferentes religiones, siendo este conocimiento el modo de descalificar los mitos religiosos, no sin lucha y sangre, por la enorme reacción político religiosa a las implicaciones de estas nuevas visiones. Ahora contamos con una teoría heliocéntrica muy bien sustentada empíricamente y con enorme coherencia interna con otros cuerpos de conocimiento. De acuerdo con ella la tierra no es el centro del universo, sino tan solo un humilde planeta de tamaño intermedio que gira alrededor de una estrella no muy espectacular. Esta teoría esta contenida en una visión más general del universo, su naturaleza, su dinámica y su evolución formado de un número nunca soñado por los antiguos judíos de estrellas y galaxias.

Esta explicación, apoyada en un mar de evidencia acumulada durante siglos de observación y experimentación, no sólo astronómica, sino física, química y de ciencias de la Tierra misma, la cual le da una enorme credibilidad. Esta perspectiva está en desacuerdo con las explicaciones mitológicas de todas las religiones que conozco y en específico con la tradición judaico-cristiana de occidente. El origen del universo data de unos miles de millones de años, cuando se da el Big Bang (La Gran Explosión) y se supone que la Tierra, al igual que el Sol y los otros planetas se formaron de polvo interestelar hace unos 4600 millones de años. Hay dudas acerca de si el Big Bang no implica colapsos previos de la materia, de los cuales los hoyos negros (concentraciones de materia tan densos que ni la luz puede escapar) son tal vez el principio de uno nuevo o si la materia solamente explotó una vez. La vida empieza hace unos 3500 millones como un proceso químico en el que por azar se llega a formar una molécula capaz de reproducirse a sii misma, usando componentes más básicos.

Desde ese momento empieza la evolución de la vida hasta llegar a como la conocemos ahora. La vida ha quedado elucidada como un proceso fundamentalmente químico y su evolución, explicada por el proceso de selección natural, lo que se ve atestiguado por la enorme acumulación de evidencia de fósiles que han podido ser fechados con muy diversos métodos, pudiéndose seguir con bastante detalle el rastro de los cambios evolutivos de las especies hasta nuestros días. El origen del hombre es un caso especial, pues en todas las mitologías religiosas él ocupa un lugar privilegiado, distinto al de plantas y animales y que implica un estatus diferente, ignorando las características similares entre nosotros y otros animales y el increíble parecido que tenemos con gorilas y chimpancés, no sólo anatómico, fisiológico y conductual, sino genético. Estas propuestas van contra la sólida evidencia acumulada acerca de la evolución del hombre mismo, la cual hace patente nuestra procedencia animal y nuestra pertenencia a la naturaleza, sin un estatus especial; así pues las cuestiones fundamentales relacionadas a los orígenes quedan explicadas por la ciencia; exégesis que en nada coincide con el Génesis bíblico, por ejemplo.

Por otra parte, la vida queda aclarada como un fenómeno físico-químico, más químico que físico. También vemos que la ciencia aporta evidencia contundente de que la mente es un producto de la actividad del sistema nervioso y que el tamaño y complejidad del cerebro humano da cuenta de sus extraordinarias capacidades cognoscitivas. Vemos como se han ido develando los procesos de percepción, memoria, consciencia, pensamiento, emociones, deseos, volición y conducta. Actualmente la evidencia es impresionante en el sentido de que nuestra experiencia y conducta son consecuencia de la función de integración ecológica del sistema nervioso animal. De esta manera se da un golpe letal a las teorías del alma inmortal y su relación con la vida eterna y la idea de un dios o dioses. La sociedad humana y la cultura vienen a ser explicadas como consecuencia de la peculiar forma de evolución de Horno Sapiens, y las implicaciones éticas de la religión pasan a ser formas de imposición política de normas vigentes para un período y convenientes para un grupo hegemónico.

Esto ha contestado la pregunta del origen del universo, del origen y naturaleza de la vida y del origen del hombre. El documentar esto con mayor acuciosidad no es tarea de un artículo, sino de muchos volúmenes muy gruesos; pero el lector se puede remitir a una gran variedad de síntesis para la divulgación científica que le podrían dar un cuadro más detallado y repleto de evidencias para secundar lo aquí aseverado. También encontramos que hay un factor que hace sumamente atractiva la religión, como es el hecho de que al crear almas inmortales y una cohorte de dioses, santos (politeísmo disfrazado) y sacerdotes, los que hacen posible invocar el poder divino. Es muy reconfortante para Homo creer que hay una fuente externa de poder que lo protege de los males y peligros y que le concede privilegios si se le propicia adecuadamente. Sin embargo no hay evidencia de que los creyentes estén más protegidos del mal que los no creyentes, sino al contrario y de que la mediación de Dios y su cohorte de santos, ángeles, etc., en realidad rompa las leyes de la naturaleza. La credulidad implica un rezago respecto a la inteligencia científica contemporánea y una actitud acrítica que permite aceptar como hechos meros accidentes y patrañas.

Así, de la amplia cobertura explicativa de la idea de Dios como creador y manipulador del universo y sus habitantes, queda tan solo el problema de los orígenes de todo. El problema de los orígenes radica en una limitación cognoscitiva producto de la peculiar experiencia humana. Homo produce una gran cantidad de artefactos, los cuales tienen su origen en la extraordinaria capacidad planeadora y transformadora de nuestra especie. Una mesa, por ejemplo, es producida al cortar el tronco de un árbol (o de varios), del cual se sacan tablas, las cuales son cortadas y rebajadas para conformar las diferentes partes de una mesa,las cuales, unidas entre sí con taquetes, clavos, tornillos y pegamentos, forman el mueble como un todo, para después ser lijado y pintado o barnizado con objeto de darle la apariencia que nos apetece. La mesa como tal tiene origen en la idea y actividad de su o sus creadores. Sin embargo, en realidad la mesa no es más que un tronco de árbol modificado y adicionado de otros elementos, una reorganización espacial de la madera del tronco de un árbol. A pesar de ello, nosotros generamos una expectativa de que todo lo que vemos tuvo que ser creado por alguien.

Un principio básico de la naturaleza es que materia y energía no se crean o se destruyen, solo se transforman, incluso entre sí. Así la idea creacionista viene de la miope perspectiva de observar que nosotros manufacturamos objetos múltiples y que los animales y plantas nacen y consideramos que el origen de todo es una manufactura inicial por un ser especial. No se toma en cuenta que la creación natural de nuevos seres es tan solo transformaciones espacio temporales de materia y energía ya existentes, todo dentro del marco de las leyes naturales. Además, esta solución tiene un problema fundamental, que si atribuimos a un creador el origen del universo y de todo lo en el existente, incluyendo las leyes que le rigen y hemos descubierto, entonces, surge la pregunta de ¿quien creó al creador? Las soluciones han sido diversas a este dilema. Una es que el creador se autocreó; pero esta no resuelve nada, ya que no es concebible que algo que no existe cree algo. A lo más considero esta solución como una tomadura de pelo de uno de los sistemas religiosos más autoritarios. La segunda es que Dios es infinito. Sin embargo es más simple y sin complicaciones considerar la posibilidad de que el universo en sí sea infinito y no necesitamos agregar una complicación más como la de implicar a Dios.

Aunque es necesario explicar el Universo y sus leyes, si metemos a dios, es mucho más complejo explicarlo a él a su vez. El cerebro humano es el ente más complejo que hemos descubierto en el universo, superado solo por la sociedad, que es una estructura de cerebros en interacción y por el Universo mismo, que los contiene a los dos; podríamos suponer que Dios es mucho más complejo que eso. Un problema en esta visión es el hecho de que equiparamos las leyes científicas a las leyes de la sociedad humana. Estas últimas son el producto de la imposición de normas emergidas de la necesidad de regular las relaciones sociales, a través de los sistemas jurídicos, que hacen posible la preservación del grupo y su funcionamiento y el estado de cosas actual en la sociedad, generalmente conservando el estatus y privilegios de los grupos en el poder.

Las leyes naturales en realidad son simplemente conjeturas acerca de las regularidades causales que se dan en la naturaleza, y estas no tienen por que haber sido dictadas por nadie ni impuestas, simplemente son y nosotros las descubrimos. Ante estos argumentos, la idea de Dios no sólo no resuelve el problema del origen, que sin lugar a dudas no está resuelto aún, sino que lo dificulta más, creando un problema de regresión infinita (El creador que crea al creador, que crea al creador, … ), o la introducción de elementos que en realidad no aportan nada a la solución y que, por lo tanto, son inútiles. Vemos la naturaleza esencialmente irracional de esta postura al obtener una respuesta contundente a este tipo de reflexiones: “Todo es cuestión de fe”, es decir, se exige creer acríticamente. Podemos ver que la idea de Dios es un atavismo cultural que se mantiene por lo pequeño o nulo que es el conocimiento y comprensión por la población mundial en general de la ciencia y sus implicaciones, siendo el conocimiento científico compartido tan sólo por élites académicas, incluso muchas veces aún a esos niveles, parcializado por la especialización.

Esto hace ver lo necesario de la formación de una cultura científica general en la población como base de una inteligencia social. Esto es básico, pues es perfectamente reseñado en la historia el surgimiento de prácticas irracionales, autoritarias e incluso genocidas en ciertas épocas de la historia de los pueblos, que fueron razón de conflictos, derramamiento de sangre y para el estancamiento del progreso cultural. También vemos a los diferentes mitos religiosos y sus textos como la preservación de un pensamiento que ha sido superado contundentemente por el método crítico de la ciencia y por la evidencia que la sustenta. Mitos como los de la creación y de Adán y Eva se enfrentan fútilmente a lo que conocemos acerca de la naturaleza y el origen de la vida y en especial del hombre. Vemos que la Biblia, a pesar de ser la supuesta revelación de Dios al hombre, no menciona nunca la existencia de otros continentes, de muchas especies animales y vegetales desconocidos para los judíos de esa época, de la naturaleza atómica de la materia, de las partículas subatómicas, de energías desconocidas como el magnetismo y la electricidad, por no mencionar la energía atómica. No se mencionan virus y bacterias ni su papel en la patología o el papel del sistema nervioso en la consciencia, la conducta y las emociones.

Podemos tomar un ejemplo más, aunque en realidad toda la Biblia se encuentra plagada de casos similares. En la Biblia se menciona el caso de un “Diluvio Universal”, del cual, por cierto, no existe evidencia geológica. Después de cierto tiempo de la creación y todo lo demás que siguió, Dios está muy enojado porque los hombres son muy malos. El omnisapiente Dios, que no puede cometer error alguno, se arrepiente de haber creado al hombre y la vida. Sin embargo, en un arranque de piedad, él recurre a Noé y su familia para salvar la vida en el mundo. Dios ordena a Noé que construya un arca y que la llene con una pareja de animales de cada especie.. Si Noé construyó el arca de las dimensiones especificadas en la Biblia, trescientos codos de longitud, cincuenta de anchura y treinta de altura, sin duda no habrían cabido allí todas las especies terrestres que hoy conocemos y de las cuales no tenían idea los judíos en esa época.. Su lista es sorprendentemente: 20 de las aves, de las bestias (supongo mamíferos) y de los reptiles según su especie; no menciona batracios, insectos, gusanos y especialmente los microbios, que sin duda desconocían.

Tan sólo de los mamíferos existen alrededor de 6,000 especies conocidas. El problema no es solo del tamaño, en la Biblia no solo no se menciona que se salvaran las plantas terrestres, las cuales hubiesen perecido, lo cual muestra la ignorancia biológica de la época, sino que no se considera lo que los animales comerían y beberían en el transcurso, el que los carnívoros habrían devastado a sus presas habituales y, por supuesto, no se consideró el efecto de la reproducción de las especies. Por lo tanto, Noé y su arca no son más que una hermosa leyenda y una forma muy efectiva de inducir el temor a Dios, pero no corresponde en lo más mínimo a la realidad. En conclusión, las ideas de las religiones y de Dios (o los Dioses) son el producto de una etapa de desarrollo cultural de la humanidad, completamente invalidado por los desarrollos de los cuatro o cinco últimos siglos de ciencia. Que la idea de Dios no aporta nada a la solución de los problemas, sin duda aún irresueltos, acerca de los orígenes del universo. Creo que podemos prescindir de la idea de Dios con grandes ventajas para el pensamiento filosófico y el avance del conocimiento científico.

La religión, en su época, fue un buen intento para explicar el mundo, el universo, la naturaleza, la vida y al hombre, su sociedad y su cultura. Ahora no se sostiene ante el embate del conocimiento científico. Las explicaciones religiosas fueron adueñadas por las clases en el poder y distorsionadas para detentar, justificar y legitimar ese mismo poder. También ha sido origen de muchos conflictos humanos, incluyendo innumerables guerras en la historia humana. Creo que es un buen momento para tratar de rebatirlo, idea de algunos de los pensadores tras las Revoluciones Francesa y Marxista. Sin embargo, creo que esto no se logrará sin una buena educación científica como respaldo y un gran valor ante las fuerzas e intereses reaccionarios detrás de la religión. La educación elemental y media son el pilar sobre el cual hay que erigir la nueva consciencia, la nueva inteligencia social.