“Enfrentar a los charlatanes es una obligación de toda persona racional”

Según el profesor José Antonio López Cerezo, catedrático de filosofía de la ciencia y lógica de la Universidad de Oviedo, España, toda persona racional tiene la obligación de enfrentar a los pseudocientíficos y demás charlatanes. López Cerezo también indicó que la racionalidad enriquece la vida humana. Abogó por la divulgación de las ciencias humanas.

El filósofo estuvo unos días en Asunción para impartir clases, charlas y conferencias dentro del marco de la cátedra Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) organizada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Conacyt, con el apoyo de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).

López Cerezo es coordinador de la Red temática de CTS de la OEI y coordinador de investigación de la Unidad de Cultura Científica del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) de Madrid. Tiene diversas publicaciones científicas, monografías y libros.

Aprovechamos para conversar extensamente con él sobre diversos temas. Aquí, un extracto de la entrevista, donde hace hincapié en la figura del divulgador.

A comienzos de mes, tanto la comunidad científica y escéptica de España y de otros puntos de Iberoamérica se solidarizaron con el bioquímico y divulgador José Miguel Mulet, quien fuera maltratado por la periodista española Mercedes Milá en un debate televisivo donde refutó la idea de la “Enzima prodigiosa”, pseudociencia de Hiromi Shinya.

-El caso de Miguel Mulet despertó una cierta campaña en contra de las pseudociencias y las supercherías más difundidas en nuestros países. Si bien es cierto que el divulgador debe hablar, informar o educar sobre ciencia, algunas veces le toca desmitificar y discutir con los embusteros de la ciencia. ¿Debe el divulgador o el científico enfrentarse a los charlatanes?

-Enfrentarse a los charlatanes es una obligación. Conozco a Mulet y tengo una muy buena opinión suya y de su trabajo. No solamente los científicos deben responder a los charlatanes, sino cualquier persona racional. Hay que combatir este irracionalismo que se promueve mucho últimamente. Hay que atacar la astrología, la numerología, las pulseras magnéticas que curan y todo lo que perjudica a la ciudadanía.

-¿Por qué?
-Porque contaminan las mentes y empobrece nuestras vidas. La racionalidad es lo que más enriquece a la vida, a todo ser humano.

-Es por eso que precisamos divulgación científica rigurosa.
-Exacto. Y el con respecto a los divulgadores, mientras más seamos, mejor. Pero no debemos olvidar que las ciencias no terminan en la física, la química o la biología.

-¿Hay que divulgar las ciencias humanas?
-Sí. Es fundamental. Divulgar historia, filosofía, lengua, etc. Pero, además de defender a las humanidades, cada vez deberíamos forjar más puentes entre las diferentes ciencias. Hay universidades que en sus carreras de ingenierías, por ejemplo, destinan un 30% de las materias a las ciencias humanas. Esto pasa en Estados Unidos. Se enseña, por ejemplo, historia de la ingeniería o ética.

Trappist-1, un sistema sin mitos y mucha ciencia

 

Por Eduardo Quintana

No se descubrió vida extraterrestre, ni indicios de agua ni algo sobrenatural. Es algo más alucinante que eso: el método científico aplicado una vez más a la ciencia planetaria. El descubrimiento de los siete exoplanetas alrededor de la Enana Roja Trappist-1 representa un gran avance en la astronomía moderna, así como también desafíos teóricos y tecnológicos que nos ayuden a comprender más nuestro Universo.

Antes de su charla del sábado y como antesala al eclipse parcial de Sol, conversamos un rato con Félix Piriyú sobre mitos y verdades en torno al sistema de Trappist-1, a casi 40 al de distancia y con una investigación que impone un nuevo hito en la reciente historia de la ciencia espacial. Félix es un miembro de APRA aficionado a la astronomía. Fue secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica, Cedia.

-¿El hallazgo de Trappist-1 representa algo inédito en la astronomía moderna? Es la primera vez que se descubren varios planetas con masas similares a la de la Tierra en un mismo sistema.

-Sí, es la primera vez que se detectan 3 exoplanetas en la Zona Habitable de una estrella. Hay que tener especial cuidado al usar la expresión “similares a la Tierra”, ya que los datos que tenemos de estos exos son su velocidad de traslación de lo cual se deduce su masa, pero no sabemos nada de su atmósfera, temperatura o si tienen o no tienen agua.

Por la proximidad a su estrella también podría ser que están anclados gravitacionalmente y siempre muestren una sola cara a su Sol, lo que implicaría un clima muy distinto al que conocemos en la Tierra.

-Sin embargo, ¿puede este estudio internacional afirmarnos que los planetas rocosos similares a la Tierra podrían ser comunes en otras partes del Universo?

-A medida que los instrumentos de observación mejoren, sabremos qué porcentaje de los exos que descubramos son rocosos y así podríamos afirmar si los planetas similares a la Tierra son comunes. Hay que tener en cuenta que solo podemos detectar exos en nuestra galaxia y solo lo podemos hacer en un radio muy reducido, por lo tanto dar una respuesta a dicha pregunta tardará un poco más.

-¿Es inusual tener a una Enana Roja con un sistema de planetas rocosos? ¿Qué características tienen las enanas rojas?

-Esta pregunta guarda mucha relación con la respuesta anterior. Todavía faltan datos estadísticos para saber si es una característica usual en este tipo de estrellas. La estrella más cercana al Sol es una Enana Roja, al parecer son el tipo de estrellas más numerosas en la Vía Láctea. Las Enanas Rojas son estrellas pequeñas, tienen menos de la mitad de la masa del Sol, emiten muy poca luz, apenas alcanzan el 10% del brillo de nuestra estrella. Otra característica interesante es que pueden “vivir” muchísimo tiempo, tanto más que lo que se estima tiene de edad nuestro Universo.

-El método de detección de estas 7 exotierras fue de nuevo por tránsito, es decir, no miramos directamente los planetas. ¿El nivel de precisión es muy alto? 

-El método del tránsito es muy usado, consiste en observar la variación de brillo de una determinada estrella, cuando un exoplaneta se interpone entre nuestra línea de visión y la estrella, el brillo disminuye, la periodicidad de este suceso nos dice el periodo del exo y luego con otros datos se arman los modelos para describir el tipo de exoplaneta en cuestión. La precisión de estos datos es lo que nos indica su nivel de certeza, en algunos casos se han hecho anuncios de exos que luego fueron descartados al mejorar las observaciones.

-Se usaron al menos ocho telescopios terrestres y dos espaciales en este descubrimiento, ¿sigue marcando la diferencia observar desde nuestro planeta que fuera de él?

-La ventaja de observar desde el espacio es que se elimina el efecto negativo que tiene la atmósfera terrestre sobre las imágenes astronómicas; la desventaja es que los telescopios espaciales no pueden ser de gran tamaño porque el peso dificulta ponerlos en órbita. El Telescopio Espacial Hubble tiene un espejo de 2,4 metros, en cambio en tierra tenemos telescopios de 10 metros de diámetro.

Mientras más grande el espejo, mejores observaciones se pueden hacer. Para el caso de la detección por tránsito lo que se mide es la luz, así que para estos casos relacionados a la detección de exos no hay mucha diferencia en el tipo de telescopio que se está usando.

Trappist-1

-Los siete exoplanetas presentarían características similares, ¿por qué debemos estudiar sus atmosféras? ¿Cómo lo haremos?

-La atmósfera nos cuenta un poco de la historia del planeta y nos permite teorizar sobre las condiciones de la superficie, tenemos el caso del planeta Venus que está cubierto de una densa atmósfera la cual atrapa el calor del Sol, esto eleva la temperatura ambiente en el rango de los 500 grados.

Estudiar la atmósfera de un exo es muy complicado, primeramente, solo podríamos estudiar la atmósfera de los exos que podemos ver, en esos casos la luz que viene de la estrella atraviesa la atmósfera del exoplaneta y los fotones que llegan hasta nuestros instrumentos nos cuentan cómo está constituida dicha atmósfera.

Estos 7 exos fueron detectados por el método del tránsito, así que ni siquiera los podemos ver, solo sabemos que están ahí porque eclipsan la luz de su estrella madre. En estos casos solo se pueden teorizar modelos de atmósferas, nada más que eso.

-Tres de los siete planetas se encuentran en la zona de habitabilidad de su estrella. Que sean potencialmente habitables no significa que cuenten con vida. Si no que es un indicador. Además de agua, ¿qué otros elementos nos hacen suponer que pudiera haber vida en esas exotierras?

-Es así, lo de habitables es principalmente por la característica de que podrían tener agua en estado líquido, hay que tener en cuenta también otras cosas, por ejemplo las Enanas Rojas emiten regularmente fulguraciones, tormentas solares que podrían pegar de lleno en dichos exos matando cualquier cosa que se parezca a la vida que conocemos. También está el hecho del anclaje gravitacional que ya mencionamos, esto podría dificultar las chances para el desarrollo de la vida. Son muchas las variables que hay que tomar en cuenta para decir si tal o cual exo podría ser habitable.

Para que se desarrolle vida se necesita agua, otro ingrediente necesario es la energía. En el caso de la Tierra está el Sol o los sitios donde aflora el calor interno de la Tierra; este calor puede sostener vida como el caso de las fumarolas submarinas. Si hay alguna forma de energía aprovechable y si hay agua, entonces es probable que se desarrolle la vida, hasta ahora lo que sabemos de estos exos es que hay una muy alta probabilidad de que estén ahí, orbitando su estrella, no tenemos evidencia de nada más.

-Se encuentra a casi 40 años luz (al) de distancia, ¿de igual manera podemos estudiar a Trappist-1? ¿Con qué tipo de tecnologías?

-Como hay varias estrellas parecidas a Trappist-1 y conocemos el ciclo de vida de las estrellas, podemos inferir mediante modelos cuales son las condiciones para este tipo de sistemas, no podemos hacer observación directa de los exos, pero sí podemos observar la estrella, ya sea con telescopios espaciales o conjuntos de telescopios terrestres. Por el espectro de la luz sabemos qué tipo de elementos tiene y su temperatura, podemos medir también la frecuencia con que se producen tormentas solares y qué tan potente son, todo eso puede ser estudiado con tecnologías actuales.

Usando el método tradicional de propulsión llegar a la estrella más cercana al Sol nos tomaría 30.000 años, esta estrella es Próxima Centauri y está a 4 al, llegar a Trappist-1 por lo tanto implicaría cuadruplicar esos 30.000 años. Sin duda el “Viaje a las Estrellas” aún está lejos de nuestras posibilidades.

-¿Por qué es importante estudiar hoy en día a los exoplanetas? ¿Por qué la astronomía moderna se ocupa mucho de ellos?

-Porque es ciencia de primera línea, el desarrollo de tecnología para poder detectarlos implica complejos componentes y métodos de análisis especializados.

La astronomía planetaria es una disciplina que se está desarrollando, se está encargando de buscar planetas y planetas enanos en nuestro Sistema Solar, así como exoplanetas en otras estrellas, por lo tanto tiene mucho empuje. Buscar otros mundos ya sea por el afán de conocimiento o como un posible destino futuro para la humanidad también es una razón valedera para ocuparnos de los exoplanetas.

-Hasta el momento no tenemos evidencia de la existencia de otros seres vivos fuera de la Tierra y de la ISS, ¿busca la ciencia vida extraterrestre (ET) y vida ET inteligente?

-Hasta el presente no hay una sola evidencia de vida fuera de la Tierra. Dentro del Sistema Solar hay candidatos que podrían albergar vida, uno de los candidatos principales es la luna de Saturno llamada Encelado, sabemos que tiene un mar interior, conocemos su PH inclusive. Otros candidatos son Marte y la luna de Júpiter conocida como Europa. De entre todos estos candidatos creo que será Marte el que primero podremos confirmar o descartar como huésped para la vida fuera de la Tierra.

En cuanto a los ET inteligentes el proyecto SETI es el único proyecto científico que trata de encontrar algún tipo de señal proveniente de una civilización extraterrestre, rastrea el espacio captando ondas electromagnéticas para luego analizarlas.

Llevan décadas escuchando sin detectar absolutamente nada, por lo tanto podemos decir que actualmente tampoco tenemos ninguna evidencia de que existan civilizaciones extraterrestres que emitan señales de radio.

-A la par de la difusión de estas noticias, se difundan otras pseudocientíficas, que vinculan esto a cuestiones sobrenaturales o alienígenas, ¿cómo hacer para evitar tanta desinformación al respecto?

-Las personas o los grupos que se dedican a la divulgación de la ciencia podrían hacer algo positivo en este aspecto, siempre y cuando encuentren el espacio y la forma de llegar a la gente. Se podría también incentivar a las personas a que lean sitios especializados en noticias científicas, sitios de divulgación. Así, cuando leen o escuchan afirmaciones pseudocientíficas podrían acudir a estos sitios especializados y obtener información veraz. A mi criterio, la divulgación de la ciencia es lo mejor que se puede hacer para luchar contra las pseudociencias.

PLUS ASTRONÓMICO

Eclipse del domingo
Este domingo, uno de los eventos principales de la astronomía y al alcance de casi todos es el eclipse parcial de Sol que se podrá ver desde nuestro país. Félix asistirá al evento de la organización EntroPy, que hará la observación desde el Cerro Hu, en Paraguarí. Piriyú hablará sobre las órbitas de la Tierra y la Luna, la inclinación de los ejes de rotación con respecto a los planos orbitales, y explicará los ciclos de eclipses llamados Saros.

Recomendaciones para la observación:

  • El Sol puede dañar permanentemente la visión o producir ceguera. Nunca mirarlo directamente y sin protección
  • El material más económico para una observación segura es el vidrio para casco de soldador número 14 (se consigue en ferreterías).
  • Lo recomendable sería mirar a nuestra estrella con protector por 10 o 15 segundos y luego descansar la visión.
  • El eclipse no es un fenómeno sobrenatural, está bien medido y estudiado.

No deben usar estos materiales para observar el Sol:

  • Lentes de sol, ya sean originales o no
  • Películas de fotografías veladas o negativos
  • Placas de rayos X.
  • CDs
  • Binoculares o Telescopios
  • Filtros solares del eclipse del 94
  • Vidrios ennegrecidos o polarizados
Investigación original en la revista Nature.

“Los escépticos paraguayos cuestionan todo”

Según el presidente de APRA, Ricardo Montanía, los escépticos paraguayos cuestionan todo y no aceptan liderazgos fuertes. Sin embargo, sostiene, que aunque la individualidad es una característica de los librepensadores, el trabajo en conjunto a favor de la razón y el escepticismo ayudaron a visibilizar a los compatriotas que no siguen religiones, deidades ni pseudociencias.

Por Eduardo Quintana
@edquintana

En el año 2006, cuando comenzó a popularizarse el Nuevo Ateísmo, en el mundo anglosajón, con los Cuatro No Jinetes del Apocalipsis, en Asunción se reunían tres amigos para encausar un movimiento atípico en una sociedad históricamente conservadora: una organización atea, racionalista y escéptica. Meses después de los primeros encuentros, nacía la Asociación Paraguaya Racionalista, APRA. En el 2007 aceptó a sus primeros miembros.

Históricamente, según el historiador y aprano Claudio Fuentes, a inicios del siglo XX, hubo en Paraguay un medio de prensa librepensador, que defendía principios racionalistas. El periódico se llamaba “La Voz del siglo” y estaba dirigido por Ramona Ferreira. El diario el Porvenir también asumía posiciones escépticas y críticas. El debate del pensamiento estuvo muy presente en conferencias o discusiones que se tenían tanto en la academia como en los medios de prensa de la época.

Hasta 1992, Paraguay fue un Estado católico y el presidente de la República tenía la obligación de pertenecer a la religión oficial. Es en esta apertura democrática que los ateos, agnósticos o no religiosos comenzaron a visualizarse más, pero recién en el siglo XXI se llegó al movimiento organizado.

Según un estudio de 2010 del Centro de Investigaciones Pew, de Estados Unidos, el 1,1% de la población paraguaya era no religiosa, alrededor de 70.000 personas y que esa tendencia se mantendría por lo menos por cuatro décadas más. El único estudio a nivel local es una encuesta realizada por el diario La Nación, que sitúa a los ateos y agnósticos de Asunción y Central en el 4% de la población de capital y área metropolitana.

El estudio de Pew asegura que la tendencia del 1,1% de no religiosos en Paraguay se mantendrá.

El estudio de Pew asegura que la tendencia del 1,1% de no religiosos en Paraguay se mantendrá.

APRA llegó a tener más de 100 miembros hace algunos años, incluso contó con escépticos de otros países americanos. Actualmente, los miembros activos de la asociación suman 30 personas. Los dos miembros honoríficos de la organización son el filósofo y científico Mario Bunge y el científico y pensador Antonio Cubilla.

En este extensa entrevista realizada hace unos meses al ingeniero Ricardo Montanía, que ya tuvo la presidencia en otras oportunidades, se resaltan los orígenes de la agrupación racionalista y las ideas que defiende. Incluso, hace una caracterización de los escépticos locales.

-¿Es válida la encuesta que publicó La Nación años atrás sobre que el 4% de los asuncenos y centralinos son ateos o agnósticos?

-No tengo motivos para dudar que sea consistente con la realidad, hay numerosos estudios que apuntan en esa dirección al señalar que los países menos desarrollados y pobres tienen un alto nivel de religiosidad. En efecto, el Paraguay presenta los caracteres de país pobre, con indicadores de desarrollo social paupérrimos y todos los inconvenientes del subdesarrollo que son usuales en los países con mayor índice de religiosidad.

Los países más desarrollados tienen altos porcentajes de ateísmo, como puede comprobar cualquiera que desee hacerlo. Si el Paraguay tuviera un alto porcentaje de ateos, con el nivel pobrísimo de desarrollo que tiene sería una verdadera anomalía estadística.

-¿Cómo un ciudadano paraguayo se hace ateo?

-Decir que se “convierte” al ateísmo da la impresión de que el ateísmo es otra adscripción religiosa, y no es así. En países como el nuestro el ateísmo es el resultado de un proceso lento y sistemático de incorporación del conocimiento científico a nuestras vidas, de suerte tal que se hace posible comprender que el universo no requiere de una explicación metafísica o sobrenatural.

Encontrar un paraguayo ateo es altamente improbable, tal y como se refleja en los estudios antes mencionados, es porque el método por el cual las creencias religiosas se perpetúan en el tiempo está plenamente vigente en nuestro país.
Si miramos a los católicos que son absoluta mayoría vemos que operan sobre los niños, ellos son bautizados a tierna edad y en la ceremonia se encomienda, literalmente. a un ejército de personas, velar porque la fe de sus ancestros le sea inculcada.

Todo lo que ve y oye tanto en el colegio, la calle o su casa en ese sentido son manifestaciones teístas y crece con el convencimiento de que la fe es una gran virtud y no el vicio del carácter como en realidad es.

Entonces al llegar a cierta edad, de no mediar circunstancias muy especiales, el joven es ya un teísta cuyas capacidades críticas están convenientemente atenuadas o apagadas y es presa fácil de todo tipo de supercherías religiosas o no.

Los ateos paraguayos que conozco, y conozco a muchos, lo son porque lograron pasar indemnes por ese mecanismo perverso o porque tenían un amor especial por el conocimiento que los llevaron a desapegarse de los dogmas tan eficientemente inculcados y con la lectura y el apego a la ciencia lograron darse cuenta que la visión teísta del Universo es, sin dudas, falsa y sin sustento racional y que la única posición razonable de un ciudadano libre e informado del siglo 21 es la del ateísmo.

-¿Cómo se puede saber el número de no creyentes que hay hoy en Paraguay? Pew apunta al 1,1% de la población.

-Es difícil definir con claridad esa cuestión, ocurre que es muy escaso el número de personas que tenga una posición “ortodoxa” en cuanto a sus creencias, es escaso el número de personas que crea, por ejemplo que la hostia consagrada sea el cuerpo de un carpintero judío que murió hace dos milenios, como exige el dogma Católico.

Sostengo que la mayoría de creyentes en este país es gente que cree que hay “algo” superior allá arriba y que relacionan de alguna manera indefinida con Jesucristo o alguna de sus variantes.

-Pero también hay variantes entre los ateos…

-Aún los ateos menos crédulos o dados a las fantasías, tienen enormes dificultades para tener una visión totalmente materialista del Universo, como es la del ateísmo de nuestros días. Se trata de un problema de falta de conocimiento de los últimos avances científicos en cosmología que nos muestran que lo más probable es un Universo totalmente natural, que no necesita de un ser transcendente que lo rija ni de un creador omnipotente que le haya dado origen.

Si la pregunta será tal que “no creyente” significa una visión totalmente naturalista del Universo, como la que APRA propugna, sin dudas que el resultado será de muy pocos ateos o agnósticos, en concordancia con la catástrofe educativa en que nuestro país se debate.

-APRA cumple su primera década de existencia, ¿por qué aparece recién en el siglo XXI una asociación escéptica en el país?

-El tipo de asociación escéptica que APRA pretende ser llega a nuestro país con unos treinta años de retraso, los escépticos existieron siempre, desde los griegos, pasando por aquel gran crítico de la religión y el estado Jean Meslier y los de la Ilustración, pero hablamos ahora de organizaciones escépticas racionalistas que pretenden someter a todo tipo de cosas al rigor del análisis escéptico racionalista, es decir exigiendo para todas las cuestiones del devenir humano una justificación adecuada racionalmente acerca de su grado de verdad.

Es de suponer que para un país, muy conservador como el Paraguay, tan poco dado a aceptar cuestionamientos frontales como es propio de este tipo de organizaciones, la aparición de una organización como APRA sea tardía y su supervivencia incierta. El hecho que aún persista un núcleo importante de racionalistas dispuestos a llevar adelante la organización es muy significativo y permite suponer que es posible su continuidad.

-¿Fue difícil organizar y representar a los ateos y escépticos paraguayos?

-Es muy difícil la organización y el desarrollo de este tipo de asociación por las propias características de las personas que adhieren a las ideas que le son propias, en su mayoría gente muy poco dada a aceptar liderazgos fuertes, cuestionadoras de absolutamente todo, o que son ellas mismas líderes en su campo.

Entonces es difícil y hasta repulsivo para esta clase de gente actuar en forma colectiva, pues la individualidad es el sello que los caracteriza.

Apostasía colectiva, en diciembre de 2010, frente a la Catedral de Asunción.

Apostasía colectiva, en diciembre de 2010, frente a la Catedral de Asunción.


Sin embargo también son gente razonable y si hay un hecho que hemos constatado con claridad acerca de estas cuestiones es que la acción individual en pro de la racionalidad y el escepticismo, aunque loable y en ocasiones destacada, tiende a perderse y ser poco fructífera.

En otras palabras, quienes integramos APRA, llegamos al convencimiento de que si queremos influir en la sociedad de manera efectiva, no tenemos otra sino renunciando en parte al individualismo que nos caracteriza como personas y actuando en forma conjunta y organizada.

-¿Cuáles son las ideas generales que defiende la Asociación?

-APRA defiende la idea que la razón es la que debe primar en la resolución de los problemas humanos, esto es, decimos que la ciencia es el mejor método para conocer el mundo y el parámetro que se debe utilizar para guiar nuestra moralidad, que no existen autoridades o “vacas sagradas” o “libros sagrados” que deban ser seguidos irreflexiva y acríticamente.

Ese es el principal aspecto que la hace tan corrosiva para las ortodoxias, en APRA sostenemos que todas las creencias, opiniones e ideas pueden y deben ser sometidas al escrutinio escéptico para ser aceptadas. Y como sabemos, una conocida y muy querida tradición de los creyentes es la de pretender que su cuerpo de creencias dogmáticas sea apartada de la mesa de análisis, “de eso no se discute”, porque son cuestiones “sagradas” y la ira divina caerá sobre quienes osen someter al análisis de la razón a esos temas

-También se combaten las pseudociencias.

-Además de lo anterior, APRA pretende luchar contra el abuso de la credulidad pública, es decir contra los comerciantes de la ignorancia que tienen por víctimas a los que creen en sinrazones científicamente conocidas como falaces, tales como la astrología, la quiromancia, las medicinas alternativas, el psicoanálisis, la programación Neurolingüística y un enorme y preocupante número de etcéteras.

Otro aspecto importante es el que algunos autores escépticos mencionan en el sentido de ser “los caballeros andantes de la ciencia”, expresión que es importante aclarar. Los escépticos no somos necesariamente científicos, pero buscamos defender a la ciencia de los ataques del oscurantismo. Se debe a que ni el Estado, ni la universidad y ni aún los propios científicos se han mostrado aptos o interesados en defender a la ciencia del ataque constante a que es sometida. El movimiento escéptico racionalista mundial es el que levanta la voz en defensa de la ciencia.

-En Paraguay, la palabra “ateo” estuvo asociada en la dictadura stronista a apátrida, comunismo, homosexualidad, ¿se tiene este preconcepto en plena democracia en el país?

-Quizás a la palabra “ateo” ya no se la relacione con los términos mencionados, pero el prejuicio de que el ateo pueda encarnar una suerte de inmoralidad, aquello de que sin Dios todo está permitido, sigue presente. Asegurar que no se cree en un ser supremo y que no se tiene fe en un ser que crea e interviene en el Universo, sigue convirtiendo en sospechosa a la gente.

También se relacionaba al comunismo con el ateísmo dogmático propio de la doctrina materialista de la ideología Marxista, cosa que es radicalmente diferente del ateísmo racional que propugnamos.

Sin embargo, más allá de algunas escaramuzas absolutamente intrascendentes, no veo que eso sea un problema en el Paraguay de hoy día, al menos no en la escala en que lo era durante la dictadura.

-¿Qué hizo APRA en estos años de existencia?

-Pienso que, en ciertos ámbitos capitalinos sobre todo, logró instalar la idea de que el ateísmo no se trata de una suerte de satanismo misterioso en el que sus miembros se dedican a devorar infantes, sino de gente que pasando por las mismas circunstancias que los demás paraguayos, pretendemos una sociedad más racional.

Originalmente hemos surgido como intento de dar una visión racional de las cosas, y con nuestro programa de radio y nuestra participación en la prensa, oral, escrita y televisiva, a más de las redes sociales, hoy día los ateos y escépticos ya no son la “rara avis” de otros tiempos sino que somos “parte del paisaje” aceptado.

La tarea por delante es ciclópea, apenas hemos comenzado.

-¿Se sienten discriminados, insultados o dejados de lado los no creyentes la el Paraguay de hoy?

-Solo puedo responder por mí mismo y por la opinión mayoritaria de mis amigos de APRA, y la respuesta es que no, no sentimos tal circunstancia. Más allá de ciertas manifestaciones de inquietud y rechazo totalmente comprensibles, no tenemos ese problema.

-En 2010 APRA fue una de las impulsoras a nivel de América Latina de la campaña de Apostasía Colectiva, ¿por qué decide la gente salir de la Iglesia católica?

-La Iglesia católica es víctima de sus contradicciones internas y de su falta de liderazgo acorde a este tiempo, la aparición del papa Francisco ha sido una excelente medida proselitista que ya ha comenzado a dar resultados para revertir esa situación.

En nuestro país los obispos son tan pusilánimes que ni siquiera son capaces de reconocer que existimos y que queremos dejar de figurar como miembros de esa Iglesia como efectivamente ocurre en contra de nuestra voluntad.

Jamás se han dignado responder a nuestras solicitudes, en las cuales aclarábamos que apostatábamos de las creencias cristiano católicas y han pasado seis años desde entonces sin merecer una letra de respuesta, ¿no le importa a la “madre iglesia” que algunos de sus miembros tengan esta posición? ¿Tanto como para ni siquiera dar cuenta de haberse enterado de esto?

-¿Crecerá el número de ateos o agnósticos en Paraguay en los próximos años?

-Todo dependerá de la mejora o el empeoramiento de la educación en el país. Un país lleno de brutos ignaros no puede apreciar el conocimiento y será victima de la ignorancia que lo aplastará, muchos curas, pastores y políticos de todos los colores están ávidos por que se dé ese escenario.

En realidad se trata de la disyuntiva que se plantea a nivel mundial, o avanzamos hacia una sociedad con más ciencia y que promueva la mejora de la vida del ser humano o nos sumimos en la oscuridad que más de una vez ensombreció por largas centurias el devenir humano. Depende de todos nosotros como se resolverá esta cuestión.

 

Cuando la Religión pisa el césped de la Ciencia

Por: Richard Dawkins

LA SUPUESTA SEPARACIÓN ENTRE AMBAS NO ES TAN PERFECTA

Existe una cobarde blandeza del intelecto que aflige a gente que, normalmente racional, se enfrenta a religiones establecidas desde hace mucho tiempo (aunque, de manera significativa, no con tradiciones más modernas como la Cienciología o los Moonies). S. J. Gould, comentando la actitud del Papa acerca de la evolución en su columna de Natural History, es representativo de una escuela dominante de pensamiento conciliador entre creyentes y no creyentes: La ciencia y la religión no están en conflicto, ya que sus enseñanzas ocupan dominios diferentes… Creo, con todo mi corazón, en un concordato respetuoso, incluso amoroso [el énfasis es mío]… ? Stephen Jay Gould

Bien, ¿en qué consisten esos dos dominios diferenciados, esos “Magisterios No Superpuestos” que deberían apiñarse en un concordato respetuoso y amoroso? De nuevo, Gould: La red de la ciencia cubre el universo empírico: de qué está formado (hecho) y por qué funciona de esta manera (teoría). La red de la religión se extiende sobre cuestiones del significado y el valor moral. ?
Stephen Jay Gould

¿Quién ostenta la moral?
Ojalá fuera tan perfecto. En un momento abordaré lo que realmente dice el Papa sobre la evolución, y luego otras afirmaciones de su iglesia, para ver si realmente están tan bien diferenciadas del dominio de la ciencia. Sin embargo, primero haré un inciso sobre la afirmación de que la religión posee algún tipo de preparación especial sobre cuestiones morales. Esto lo acepta a menudo incluso la gente no religiosa, presumiblemente con el ánimo de esforzarse civilizadamente por concederle al oponente la mejor cualidad que puede ofrecer – por muy débil que sea esa cualidad. La pregunta “¿Qué es lo correcto y lo equivocado?” es una pregunta genuinamente difícil que la ciencia no puede responder. Dada una premisa moral o una creencia moral a priori, la importante y rigurosa disciplina de la filosofía moral secular puede buscar formas científicas o lógicas de razonamiento para sacar a relucir implicaciones ocultas de esas creencias, o inconsistencias ocultas entre ellas. Pero las propias premisas morales absolutas deben provenir de algún otro sitio, presumiblemente de la convicción no argumentada. O, puede esperarse, de la religión – lo que significa una combinación de autoridad, revelación, tradición y escritura. Desafortunadamete, la esperanza de que la religión pueda proporcionar un lecho de roca a partir del cual pueda derivarse nuestra moral (que de otra manera estaría basada en arena), es una esperanza vana. En la práctica, ninguna persona civilizada utiliza las Escrituras como autoridad última para el razonamiento moral. En lugar de eso, escogemos las partes bonitas de las Escrituras (como el Sermón del Monte) e ignoramos alegremente las partes desagradables (como la obligación de lapidar a los adúlteros, ejecutar a los apóstatas y castigar a los nietos de los delincuentes). El propio Dios del Viejo Testamento, con sus celos vengativos y despiadados, su racismo, sexismo y ansias de sangre, no sería adoptado como modelo de comportamiento literal por nadie que usted o yo queramos conocer. Sí, por supuesto que es injusto juzgar las costumbres de una era antigua con nuestros estándares ilustrados. ¡Pero ése es precisamente mi punto! Evidentemente, tenemos una fuente alternativa de convicción moral última que invalida a las Escrituras cuando nos conviene. Esa fuente alternativa parece ser algún tipo de consenso liberal sobre la decencia y la justicia natural que cambia a lo largo del tiempo histórico, frecuentemente bajo la influencia de reformistas seculares. Hay que admitir que eso no suena como un lecho de roca. Pero, en la práctica, nosotros, incluídos los religiosos, le damos una prioridad mayor que a las Escrituras.

 En la práctica, más o menos ignoramos las Escrituras, citándolas cuando respaldan nuestro consenso liberal, olvidándonos de ellas silenciosamente cuando no lo hacen. Y, venga de donde venga ese consenso liberal, nos es accesible a todos nosotros, seamos religiosos o no. De manera similar, los grandes maestros religiosos como Jesús o Gautama Buddha pueden inspirarnos, con su buen ejemplo, a adoptar sus convicciones morales personales. Pero, de nuevo, escogemos nuestros líderes religiosos, evitando los malos ejemplos como Jim Jones o Charles Manson, y podemos escoger buenos modelos de comportamiento seculares como Jawaharlal Nehru o Nelson Mandela. También las tradiciones, por mucho tiempo que haya pasado desde que las seguimos, pueden ser buenas o malas, y utilizamos nuestro juicio secular de la decencia y la justicia natural para decidir cuáles seguir y cuáles abandonar.

La religión sobre el césped de la ciencia
Pero esta discusión sobre los valores morales no era más que una digresión. Ahora regreso a mi tema principal de la evolución y de si el Papa cumple con el ideal de mantenerse fuera del césped de la ciencia. Su “Mensaje sobre la Evolución de la Academia Pontificia de las Ciencias” comienza con un casuístico discurso tergiversador diseñado para reconciliar lo que Juan Pablo II estaba a punto de decir con los pronunciamientos anteriores más equivocados de Pío XII, cuya aceptación de la evolución era comparativamente más reacia y de mala gana. La Revelación nos enseña que [el hombre] fue creado a imagen y semejanza de Dios. […] si el cuerpo humano tiene su origen en materia viva preexistente, el alma espiritual es creada inmediatamente por Dios […] Por consiguiente, las teorías de la evolución que, de acuerdo con las filosofías que las inspiran, consideran a la mente como algo que emerge de las fuerzas de la materia viva, o como un mero epifenómeno de esta materia, son incompatibles con la verdad sobre el hombre. […] Con el hombre, por tanto, nos encontramos ante una diferencia ontológica, un salto ontológico, podríamos decir. Para crédito del Papa, en este punto reconoce la contradicción esencial entre las dos posiciones que intenta reconciliar: “Sin embargo, ¿no va la existencia de esa discontinuidad ontológica en contra de esa continuidad física que parece ser la línea de investigación principal en la evolución, en el campo de la física y la química?” Que no cunda el pánico. Igual de a menudo que en el pasado, el oscurantismo viene al rescate: Considerando el método utilizado en las variadas ramas del conocimiento, es posible reconciliar dos puntos de vista que parecen irreconciliables.

 Las ciencias de la observación describen y miden las múltiples manifestaciones de la vida con creciente precisión y las correlacionan con la línea del tiempo. El momento de transición a lo espiritual no puede ser objeto de este tipo de observación que, sin embargo, puede descubrir, a nivel experimental, una serie de signos muy valiosos que indican lo que es específico del ser humano En lenguaje corriente, hubo un momento en la evolución de los homínidos en el que Dios intervino e inyectó un alma humana en un linaje que previamente era animal. (¿Cuándo? ¿Hace un millón de años? ¿Hace dos millones de años? ¿Entre el Homo erectus y el Homo sapiens? ¿Entre el Homo sapiens “arcaico” y el H. sapiens sapiens?) Es necesaria una inyección súbita, por supuesto, porque de otra manera no habría distinción en la que basar la moralidad católica, que es especiesista hasta la médula. Puedes matar animales adultos como alimento, pero el aborto y la eutanasia son asesinatos porque está implicada vida humana. La “red” del catolicismo no se limita a las consideraciones morales, aunque sólo sea porque la moral católica tiene implicaciones científicas.

La moral católica requiere la presencia de un gran abismo entre el Homo sapiens y el resto del reino animal. Tal abismo es fundamentalmente antievolutivo. La inyección súbita de un alma inmortal en la línea del tiempo es una intrusión antievolutiva en el dominio de la ciencia. Hablando más generalmente, es completamente irrealista afirmar, como hacen Gould y muchos otros, que la religión se mantiene fuera del césped de la ciencia, restringida a la moral y los valores. Un universo con una presencia sobrenatural sería un universo fundamental y cualitativamente distinto de uno que no la tuviera. La diferencia es, ineludiblemente, una diferencia científica. La religión realiza afirmaciones sobre la existencia, y esto significa afirmaciones científicas. Lo mismo es cierto para muchas de las principales doctrinas de la Iglesia Católica Romana. La Inmaculada Concepción, la Asunción corporal de la Virgen María, la Resurrección de Jesús, la supervivencia de nuestras almas tras la muerte: todo esto son afirmaciones de una naturaleza claramente científica. O Jesús tuvo un padre corporal o no lo tuvo. Ésta no es una cuestión de “valores” o “moral”; es una cuestión sobre un hecho formal. Puede que no tengamos la evidencia para responderla, pero es una cuestión científica. Puede estar seguro de que si se descubriese alguna evidencia que apoyara esa afirmación, el Vaticano no se resistiría a promocionarla. O se descompuso el cuerpo de María cuando murió, o fue extraído físicamente de este planeta hacia el Cielo. La doctrina católica oficial de la Asunción, promulgada tan recientemente como en 1950, implica que el Cielo tiene una ubicación física y existe en el dominio de la realidad física – ¿Cómo podría el cuerpo físico de una mujer ir allí de otra manera? No estoy diciendo aquí que la doctrina de la Asunción de la Virgen sea necesariamente falsa (aunque, por supuesto, así lo pienso). Simplemente estoy refutando la afirmación de que está fuera del dominio de la ciencia. Al contrario, la Asunción de la Virgen es evidentemente una teoría científica. También lo es la teoría de que nuestras almas sobreviven a la muerte corporal, y todas las historias de las visitas angélicas, manifestaciones marianas y milagros de todo tipo.

 Hay algo deshonesto y auto beneficioso en la táctica de afirmar que todas las creencias religiosas están fuera del dominio de la ciencia. Por un lado, las historias milagrosas y la promesa de la vida tras la muerte se utilizan para impresionar a la gente sencilla, ganar adeptos y engrosar rebaños. Es precisamente su poder científico lo que les da a estas historias su atractivo popular. Pero, al mismo tiempo, se considera golpe bajo someter a las mismas historias a los rigores habituales de la crítica científica: son temas religiosos y por tanto están fuera del dominio de la ciencia. Pero no se puede jugar a dos bandas. O, al menos, no se debería dejar a los teóricos y proselitistas religiosos que jueguen a dos bandas. Desafortunadamente, demasiada gente, incluyendo a gente no religiosa, está inexplicablemente dispuesta a dejarles. Supongo que es gratificante tener al Papa como aliado en la lucha contra el creacionismo fundamentalista. Es ciertamente gracioso ver cómo se fastidian los planes de creacionistas católicos como Michael Behe. A pesar de ello, si me dieran a elegir entre el fundamentalismo genuino por un lado, y el doblepensamiento oscurantista y nada ingenuo de la Iglesia Católica Romana por otro, sé muy bien cuál prefiriría.

 Sobre el autor
Richard Dawkins es biólogo evolutivo, nació en Nairobi, Kenya, en 1941 y se educó en la Universidad de Oxford. Comenzó su carrera como investigador en los 60, estudiando bajo la dirección del etólogo Nico Tinbergen, ganador del premio Nóbel, y desde entonces su trabajo ha girado en torno a la evolución del comportamiento. Ha obtenido las cátedras Gifford de la Universidad de Glasgow y Sidwich del Newham College de Cambridge. Además ha sido profesor de zoología de las universidades de Oxford y California, ha presentado programas de la BBC y dirigido varias publicaciones científicas. En 1995 se convirtió en el primer titular de la recién creada cátedra Charles Simony de Divulgación Científica en la Universidad de Oxford. Autor de obras muy leídas como El gen egoísta (1976 & 1989). El fenotipo extendido (1982), El relojero ciego (1986), River Out of Eden (1995), Escalando el monte improbable, Destejiendo el arco iris (2000) y La máquina de memes (2000). Copyright © 1998 Richard Dawkins

Por qué niego la religión

Por: James Randi

 

La página de esta semana1 estará dedicada enteramente a la religión. He llegado a un punto donde tengo que descargarme sobre este tema que, hasta ahora, he sentido que se hallaba fuera de los temas que la JREF2 maneja. Dado que la religión surge como parte de los tantos argumentos que apoyan otras afirmaciones fantásticas, quiero mostrarles que aceptarla es de la misma naturaleza que aceptar la astrología, la EPS («percepción extrasensorial»), la profecía, la rabdomancia (también llamada «radiestesia») y la otra miríada de extrañas creencias que manejamos cada día.

Con anterioridad me he excusado de participar en acaloradas discusiones de esta persistente noción, sobre la base de que no ofrece ninguna evidencia examinable, a diferencia de lo que hacen las otras creencias en lo sobrenatural… aunque esos exámenes siempre han mostrado resultados negativos. No se puede discutir lógicamente con la gente religiosa, porque afirman que sus creencias son de tal naturaleza que no pueden examinarse, simplemente «existen». En lugar de discutir o intentar razonar con sus estándares, me conformaré con señalar, brevemente, cuán improbables, irrazonables, caprichosas y fantásticas son sus afirmaciones básicas, refiriéndome en su mayor parte a aquéllas con las que tengo más familiaridad, por mi experiencia personal.

Con frecuencia recibo críticas de creyentes en asuntos psíquicos y dogmas religiosos, ofendidos, que me acusan de ser uno de esos temibles «materialistas»; o de ser incapaz de aceptar las maravillas que ellos eligen adoptar, por estar «encerrado» en una visión del mundo que acepta sólo la versión científica «inamovible» y «ortodoxa» de cómo funciona el mundo. Esas palabras entrecomilladas son extractos directos de reprensiones recientes a las que fui sometido. Primero que nada, la palabra «inamovible» no puede en modo alguno aplicarse a la verdadera visión científica. Mi definición favorita de ciencia, concisa y que admito haber inventado, es: La ciencia es la búsqueda de verdades básicas sobre el Universo, una búsqueda que desarrolla afirmaciones que parecen describir cómo funciona el Universo, pero que están sujetas a corrección, revisión, ajuste, o incluso rechazo liso y llano, en caso de presentarse evidencia conflictiva o mejor.

La ciencia es una disciplina que hace frecuentes concesiones mientras intenta aproximarse mucho a esa elusiva meta llamada «verdad», pero sabiendo que cualquier conclusión a la que pueda llegar es simplemente la mejor del momento. Cualquier declaración ( , por ejemplo) es «verdadera» cuando se aplica a las balas de cañón lanzadas desde torres inclinadas; sin embargo no describe exactamente la interacción de objetos muy pequeños o muy grandes como electrones o galaxias. Eso no la vuelve «errónea», simplemente limitada. Declaraciones más abarcativas, tales como la relatividad o la cuántica, describen mejor un espectro más amplio de interacciones físicas, pero enterradas en esas declaraciones más avanzadas encontramos la anterior, más simple, la cual confío en que mi lector reconocerá como una de las enunciadas por ese sujeto llamado Newton. La estructura de la Ciencia misma también está en estado de desarrollo constante; idealmente, no tiene un estado «ortodoxo» en el cual se estabiliza de forma confortable y complaciente.

Sólo hace falta un nuevo estándar estadístico o una innovación en la observación para cambiar su enfoque ante cualquier evento o decisión con los cuales estaba anteriormente -de forma tentativa- satisfecha, pero el verdadero científico no lamenta ni rehúsa tales mejoras de enfoque o técnica, por el contrario adoptándolas y ajustándose a la comprensión nueva y mejorada del mundo que se halla disponible. A la religión, en contraste, le repele la duda honesta, prefiriendo la aceptación ingenua y sin cuestionamientos. Es el deseo de ajustarse lo que proporciona la verdadera gloria de la Ciencia, en mi opinión de aficionado. Esto se halla en claro contraste con los axiomas de la religión, los que se vanaglorian orgullosamente de sus inflexibles «verdades» para demostrar que «saben» ciertas cosas con certeza. Aún así, la Tierra es redonda, no plana, ni es el centro del Universo; esas revelaciones fueron prontamente aceptadas, absorbidas y aceptadas por la ciencia, primitiva como era en ese momento de la historia, y quienes las incorporaron a su visión del mundo no sintieron ningún dolor, aunque en algunos casos debe de haber habido algo de incomodidad y sorpresa, seguida por deleite. Eppur, si muove. Incluso si no lo dijo, estoy seguro de que hubiera querido hacerlo… Sí, soy un materialista.

Estoy dispuesto a que me demuestren que estoy equivocado, pero eso no ha sucedido… aún. Y admito que la razón por la que soy incapaz de aceptar las afirmaciones de las maravillas psíquicas, ocultas y/o sobrenaturales es porque estoy encerrado en una visión del mundo que exige evidencias en lugar de fe ciega, una visión que insiste en la repetición de todos los experimentos (en particular aquéllos que aparentan mostrar violaciones a un mundo racional) y una visión que requiere un examen abierto de los métodos utilizados para llevar a cabo esos experimentos. La decisión de ser un materialista es mía, la tomé luego de muchos años de consideración de lo que observé, y luego de leer a Bertrand Russell y a otros. Ya que no fue una simple reacción a la información que me llegaba, sino el resultado de examinar esa información, estoy orgulloso de mi decisión. [Una digresión: estoy orgulloso de ser estadounidense, escéptico y bright («ateo»). Sólo me siento orgulloso de aquello que he logrado, no de aquello con lo que nací o que me fue dado.

Elegí ser estadounidense y me gané esa distinción, me transformé en escéptico y sigo siéndolo aunque era difícil y aún me causa problemas, y ser un bright es un desafío a los millones que me etiquetan de inferior porque no soy supersticioso como ellos. No me importa; yo conozco y acepto el mundo real.] De niño, se me dijo que los salvajes estaban condenados a arder en sulfuro hirviente si no aceptaban a la «misericordiosa» deidad que se me describió, ¡incluso si no habían tenido la oportunidad de conocerlo/la! Esa deidad, por lo que me dijeron, tenía muchos de los serios defectos que se me dijo que debía evitar. Él/ella/ello era caprichoso, inseguro, celoso, vengativo, sádico y cruel, y exigía constante alabanza, sacrificio, adulación y reforzamiento del ego, o los castigos podrían ser muy severos. Descubrí, en mis tempranas observaciones, que la gente religiosa estaba muy temerosa, temblando y preguntándose si habrían cometido alguna infracción a la multitud de reglas que tenían que seguir. Estaban (y están) regidos por el miedo.

Ese no es mi estilo. Pero fueron las increíbles historias que me contaron las que me hicieron retroceder, incrédulo. Por ejemplo, me dijeron que hace unos 2.000 años una virgen del medio Oriente fue impregnada por algún tipo de fantasma, y como resultado produjo un hijo que podía caminar sobre el agua, revivir a los muertos, transformar agua en vino y multiplicar rodajas de pan y peces. Todo además de arrojar demonios. Esperó y aceptó una muerte brutal y sádica, y luego se levantó de entre los muertos. Había mucho, mucho más. Adán y Eva, decían, eran los humanos originales, depositados en un jardín para iniciar nuestra especie. Pero no entendía, y aún no entiendo, cómo si sólo tuvieron dos hijos varones, y uno de ellos mató al otro, de algún modo se las arreglaron para producir suficiente gente para poblar la Tierra, sin incesto, ¡lo que estaba claramente prohibido! Entonces algún profeta detuvo la rotación de la Tierra, un ejército hizo sonar cuernos hasta que cayó una pared, un sujeto llamado Moisés dividió en dos el Mar Rojo, e hizo que cayeran ranas del cielo… No hace falta que siga. ¡Y eso es sólo una pequeña parte de una religión! El Mago de Oz es más creíble. Y más divertido.

Sigo escuchando, de parte de los parapsicólogos, los religiosos y los ocultistas, sobre esta falta de voluntad a la que aluden, la reluctancia por parte de ciertos escépticos para considerar la evidencia. Puede ser que haya escépticos que coincidan con esa descripción, pero no conozco a ninguno. He escuchado sobre la supuesta negativa de los escépticos a creer, que se asemeja e incluso supera la dedicación del más ardiente entusiasta de la reencarnación, del más fanático doblador de cucharas, o del más devoto de los OVNIs. También he visto intentos por delinear las bases más o menos irracionales que subyacen bajo tales posiciones extremas. Se dice, con bastante exactitud, que la mente humana necesita una imagen comprensible del universo en el cual vive; la búsqueda de patrones es una técnica de supervivencia básica que está programada en nosotros.

También buscamos tener un entendimiento de nuestra propia existencia, y con frecuencia resulta que adoptar lo que podría describirse como un punto de vista religioso o «religioso-metafísico» parece facilitar crearle un sentido al supuesto enigma de la existencia. Me da la impresión de que los escépticos, hablando en general, evitan creer en hipótesis metafísicas, inverificables y anticientíficas, pero los credófilos prefieren creer que, cuando nos presionen, los escépticos admitiremos haber adoptado al menos cierto grado de enfoque metafísico. Esto sólo puede ser el intento desesperado de los credófilos por hacerse ilusiones, una declaración de que ellos no pueden creer que no todos son crédulos. Es algo con lo que simplemente no pueden identificarse, ni aceptar. He aquí la forma en la que los credófilos nos ven a los escépticos, y cómo intentan hacerse ver como racionales, en contraste con nuestra conducta inconstante: admitirán que muchos de ellos han adoptado posiciones religiosas heterodoxas; y puede que incluyan en la lista de ellas hombres de paja tan obvios y ridículos como la Teosofía o la Cienciología, sólo para mostrar que no están totalmente desprovistos de sentido común.

Dicen que aunque muchos escépticos reniegan de cualquier tendencia religiosa, aún así, agregan, tras cuidadoso examen, ellos (los escépticos) frecuentemente exhiben una profunda creencia en lo que los credófilos consideran la «doctrina metafísica» que llaman «materialismo». Esta doctrina, dicen, niega la existencia de entidades tales como mentes, almas y espíritus, y afirma que el universo físico constituye la totalidad de la realidad. Señalan que ya que el materialismo no puede considerarse probado científica o filosóficamente, este apego por nuestra parte puede deberse a una reacción a ciertos eventos y tendencias en la historia de la ciencia. Esto es una inversión del carro y el caballo, en mi opinión. Apartándome por un momento del tema, permítanme exponer aquí un punto de vista y un enfoque que ya he ofrecido antes. Los lectores tendrán presente el premio de un millón de dólares que ofrece la JREF. Muchos de los postulantes al premio (la mayoría) nos desafían para que refutemos su(s) afirmacion(es).

Nosotros respondemos que no afirmamos nada, que simplemente les pedimos que prueben sus afirmaciones. No intentamos, ni intentaremos, refutar aquello que ellos afirman es verdadero. De similar manera, los escépticos no intentan probar el materialismo. Es simplemente la mejor, más lógica y razonable explicación del universo. Eso es emplear la economía de pensamiento. Y el materialismo puede verificarse; un atributo que los credófilos dicen con frecuencia que no es aceptable ni necesario dentro de su punto de vista sobrenatural. Los escépticos no permiten la invención de situaciones o entidades convenientes pero inverificables para establecer una afirmación, ni aceptan que pueda adjudicarse propiedades mentales o espirituales a la materia física, lo que da origen a la idea de las reliquias y lugares sagrados. Ejemplos de esto son el diente de Buda, el Sudario de Turín, Lourdes, la Piedra Negra de la Meca. Aristóteles, en cuyas enseñanzas se basa buena parte de la cristiandad, enseñó que había «esferas cristalinas» que arrastraban a los planetas y estrellas en sus viajes celestes, y que estaban asociadas con «motores» incorpóreos e indefinidos que proveían las fuerzas para mantenerlos en movimiento.

Él pensaba que esos «motores» eran de naturaleza espiritual, y que la relación de un motor con su esfera era la de un alma en relación con su cuerpo. Esta visión fue reforzada por posteriores intérpretes de Aristóteles como Tomás de Aquino en el siglo XIII, quien enseñó que la materia más básica se concebía, de igual modo, como poseedora de propiedades psicológicas. Aristóteles escribió que un objeto terrestre caía al suelo debido a su «aspiración» por alcanzar su «lugar natural». Esta visión animista del universo también se encuentra en las obras de William Gilbert, el físico inglés. Él apoyaba las ideas del filósofo griego Tales, quien atribuía la atracción magnética a la acción de un «alma magnética» en el mineral magnético natural conocido como calamita o piedra imán, y que la atracción era provocada por la emisión de un «efluvio magnético» del mineral. Gilbert creía también que la Tierra misma tenía un alma magnética.

En su posición tan cercana al Sol, decía, el alma de la Tierra percibía el campo magnético del Sol, y razonaba que uno de sus lados ardería mientras que el otro se congelaría si no actuaba, y por lo tanto decidía inclinar su eje en un ligero ángulo a fin de producir la variación de las estaciones. No se equivoque condenando a Aristóteles y a Harvey como malos pensadores; no lo eran. Trataron bien otros asuntos sobre los que escribieron. Es probable que si hubieran tenido acceso al conocimiento mejorado que se desarrolló luego del período en el que vivieron, hubieran aceptado y celebrado esa adición; eran científicos, aunque no se había alcanzado la estricta disciplina de esa profesión cuando declararon sus conclusiones. El hecho de que se hayan desvanecido esas fantásticas visiones animistas de la materia constituyente del Universo como resultado de los avances científicos no debe llevarnos a desdeñar las ideas de los antiguos; hicieron lo mejor que pudieron, y debido a las invenciones creadas libremente por sus religiones (vienen a la mente historias sobre nacimiento virginal y sobre panes y peces) no encontraron dificultad en sus asunciones algo menos imaginativas.

Sin embargo, va siendo hora que los paranormalistas, ocultistas y entusiastas religiosos de hoy acepten que sus propias asunciones ya no son, ni serán, aceptables. Tenemos que crecer. La religión está detrás de muchas de las principales tragedias de la humanidad. Un nuevo libro de Jon Krakauer se titula Under the Banner of Heaven: A Story of Violent Faith («Bajo el estandarte del Cielo: una historia de fe violenta»). La actual percepción del Islam como una religión particularmente militante (oficialmente impulsada y hermoseada para justificar nuestra presencia en Irak, en mi opinión) invoca horrendos recuerdos del fiasco del culto davidiano y del ataque de gas nervioso de Aum Shrinricko en el subterráneo de Tokio hace unos pocos años, y del suicidio «del fin del mundo» de los fieles en la secta «People`s Temple» de Jim Jones.

Esas son sólo unas pocas instancias dramáticas de los efectos del celo religioso que hizo que los creyentes más conservadores recularan, e incluso dudaran (por unos instantes) de la sabiduría de su fe. No hubieran debido ser necesarios tales eventos de alto perfil, repentinos y sangrientos, para llamar nuestra atención sobre este problema. Otras situaciones más penetrantes que están desarrollándose, a las cuales parece que nos acostumbramos debido a su presencia constante en nuestras vidas, deberían producir la misma alarma. La tragedia israelí-palestina, la guerra católico-protestante en Irlanda del Norte, la guerra étnica tamil-sinhalesa y las atrocidades hindú-musulmanas que diariamente cobran vidas y traen terror y agonía a tantos, son sólo continuaciones de antiguas confrontaciones entre variantes de ilusiones religiosas.

Los esfuerzos desesperados para sostener (por cualquier medio) el gobierno y poder de los sistemas religiosos vigentes que insisten en que poseen El Camino a la salvación y la vida eterna, tal como tan bien demostró la sangrienta Inquisición Católica que nos liberó no hace tanto tiempo, ilustran igualmente bien que una porción demasiado grande de nuestro conflicto es un resultado directo de la presencia de la religión. Y, en eventos tan menores como las elecciones locales, se puede jugar y de hecho se juega la carta de la religión, con gran éxito. Atesoramos nuestros errores, y los defendemos. Con frecuencia hasta la muerte. Y la actitud de que las creencias supersticiosas como la religión son inofensivas está muy equivocada. Richard Dawkins lo observó recientemente: Creo que puede afirmarse que la fe es uno de los mayores males del mundo, comparable al virus de la viruela pero más difícil de erradicar. La fe, al ser creencia que no se basa en la evidencia, es el principal vicio de cualquier religión. ¿Y quién, contemplando a Irlanda del Norte o a Medio Oriente, puede confiar en que el virus cerebral de la fe no es peligroso por demás?3 Siempre he hecho una diferencia entre «fe ciega» y «fe basada en la evidencia».

De ahora en adelante, usaré la palabra «fe» sin agregar «ciega». En lugar de «fe basada en la evidencia», diré «confianza». Tengo confianza en que el sol saldrá mañana, ¡o, más correctamente, en que la Tierra girará para enfrentar al sol!; y tengo fe en que George W. Bush en algún momento dejará de apelar a un dios o invocar la plegaria en cada una de sus apariciones públicas… Los credófilos tratan de establecer un paralelo entre la ciencia y la religión. Esa es una empresa inútil; la una es la exacta opuesta de la otra. No, tal como también escribe Dawkins, Aunque tiene muchas de las virtudes de la religión, [la ciencia] no tiene ninguno de sus vicios. La ciencia se basa en evidencia verificable. Encontramos la religión en buena parte de nuestra historia, nuestra filosofía, nuestra vida diaria y nuestro sistema legal. La mezcla de razas fue prohibida con base en reglas bíblicas, la esclavitud fue justificada por el mismo libro.

Es conveniente tener un antiguo conjunto de reglas para respaldar las acciones y conductas odiosas, especialmente cuando puede argumentarse que es necesario cierto nivel de «interpretación» (¡aunque nunca una negación total!) para que se apliquen en cualquier situación. En ese sentido, rechazo los gastados argumentos que tratan de excusar errores y disparates completamente obvios de la religión insistiendo que «en realidad no significan eso». Significa lo que dice, y ninguna coartada o explicación me convencerán de que no se suponía que los fieles realmente creyeran que el Universo fue creado en siete días. Decídanse: o es correcta, o está equivocada. Ahórrenme el argumento de que le debemos tanto de nuestro arte y cultura a la religión; eso es un error de atribución.

Las grandes obras de arquitectura, pintura, música y escultura que se prodigó para adular santos, deidades y sus descendientes, y los benditos fallecidos, fueron comisionados, auspiciados y pagados por aquéllos que los ofrecían como sacrificios, penitencia, homenaje y relaciones públicas. Esos ofrecimientos eran artículos de seguro, apaciguamiento y soborno para neutralizar transgresiones o para obtener una mejor posición en la fila. Fueron motivados por el miedo. Estoy de acuerdo en que la abundancia de trabajo creativo que podemos disfrutar como resultado de esta aprensión es mucho mayor, pero pienso con frecuencia cuánto mejor hubiera sido si el trabajo hubiera sido dirigido a (y planeado para) nuestra especie, en lugar de serlo para seres míticos en el cielo o bajo tierra. Bien, agradezco a la mitología por darme el Mesías de Händel, pero eso no compensa el sufrimiento, dolor, temor y los millones de muertos que no hacía falta que ocurrieran… Considere esto: un hombre cree (más allá de cualquier duda) que su dios es el único dios, es omnipotente y omnisciente, lo ha creado a él y al universo entero que lo rodea, y es caprichoso, celoso, vengativo y violento.

El mismo dios ofrece al hombre una alternativa entre arder en agonía eterna en un infierno con una precisa definición, o vivir para siempre en una variedad de paraísos, algunos de los cuales incluyen calles de oro y otros una amplia provisión de deleites virginales. ¿Hay alguna elección? ¿El hombre dejará de cumplir alguna de las órdenes o los caprichos de esta deidad? ¿Cómo podemos dudar que la religión es un sistema compulsivo que controla completamente a sus adherentes? Es una tiranía, una trampa, un desastre de tamaño y alcance infinitos. No quiero nada de eso. Examine la noción de un «dios amoroso». Este dios sólo lo ama si sigue las reglas. No se permiten preguntas, dudas ni objeciones. «Porque yo lo digo, ésa es la razón». Él/ella/ello lo ama como un granjero ama a un animal de tiro; uno es útil, obedece, y es dócil. Si se aparta de la senda, su primogénito será asesinado, si no sigue una orden caprichosa, se convierte en una columna de sal. ¿Eso es «amor»? Si es así, prefiero la indiferencia. A diferencia de los religiosos, que lo tienen todo cortado, predigerido y servido, yo estoy dispuesto a que me muestren.

Pero no aceptaré el argumento de las amenazas y el temor, no me creeré la excusa de que «no lo sabemos todo», y no tengo tiempo para argüir sobre las interminables fábulas anecdóticas a las que los fieles son tan afectos. ¿En qué cosas sí creo? Creo en la bondad inherente a mi especie, porque ésa parece ser una táctica y calidad positiva que conduce a mejores oportunidades de supervivencia, y a pesar de nuestra tontería, parece que hemos sobrevivido. Creo que este sistema de envejecer y eventualmente morir (un sistema resultado del proceso evolutivo, no del esfuerzo consciente) es un proceso excelente que crea espacio para miembros de la especie mejorados (ojalá), en un entorno que es cada vez más limitado. Creo que si no nos despabilamos y adquirimos un sentido de la realidad y el pragmatismo, nuestra especie hará lo que todas hacen en algún momento: dejará de existir, prematuramente.

También creo que sí nos despabilaremos, porque esa es una táctica de supervivencia, y somos realmente buenos sobreviviendo… También creo en los cachorritos y los ojos brillantes de un niño, en la risa y las sonrisas, en los girasoles y en las mariposas. Las montañas y los icebergs, los copos de nieve y las nubes, son delicias para mí. Sí, sé que esta percepción es el resultado de la programación de mi cerebro, junto con la experiencia y asociación incorporadas, pero ello no le resta un ápice a mi apreciación de los fenómenos. Sé que otros, de mi especie o no, pueden no compartir mi maravilla y aceptación de estos elementos que tanto placer me dan, porque tienen distintas necesidades y reacciones. Una nube es una masa de vapor de agua condensado en la atmósfera, lo sé. Pero puede ser un navío, un demonio, un águila, si me permito actuar como un ser humano, y aunque muchos lo dudan, frecuentemente lo hago.

El escritor Krakauer, en su libro Bajo el estandarte del Cielo, en relación con la premisa de que la violencia y el fanatismo se hallan fácilmente en la religión, escribe: Aunque el territorio lejano de lo extremo puede ejercer una atracción intoxicante en los individuos susceptibles de todas clases, el extremismo parece ser especialmente predominante entre aquéllos inclinados por temperamento o crianza hacia las búsquedas religiosas. La fe es la antítesis misma de la razón; la falta de juicio, un componente crítico de la devoción espiritual. Y cuando el fanatismo religioso suplanta al raciocinio, de pronto no hay límites. Todo puede suceder. Absolutamente todo. El sentido común no se compara con la voz de Dios… «La fe es la antítesis misma de la razón; la falta de juicio, un componente crítico de la devoción espiritual». Eso lo dice todo.