El progreso de la humanidad: razones para ser optimistas
Por Claudio Di Gregorio
Los medios abundan en malas noticias: despidos, pobreza, más desigualdad económica, calentamiento global y contaminación ambiental, nuevas enfermedades, más terrorismo y guerras en distintas regiones. Homicidios, hambre en África, inundaciones, pandemias, crisis de refugiados, cada vez más químicos en nuestros alimentos… el mundo pareciera estar al borde del colapso —ya vienen el Armagedón y Jesucristo. ¿Deberíamos volver al pasado bucólico de nuestros abuelos o bisabuelos? Quienes lo proponen no saben cómo se vivía antes de la Revolución Industrial: sin medicamentos ni antibióticos o agua potable, sin alimentos suficientes, electricidad o sistemas sanitarios.
Al contrario de lo que creemos, el progreso en las últimas décadas no tiene precedentes. Estamos ante el mayor ascenso en los estándares de vida globales que se haya producido nunca. La pobreza, la desnutrición, el analfabetismo, el trabajo infantil y la mortalidad infantil están cayendo más rápido que en cualquier otro momento en la historia humana. El riesgo de que un individuo sea expuesto a la guerra, muera en un desastre natural o caiga bajo una dictadura es menor que en cualquier otra época.
Hay muchos indicadores de que el pesimismo no se justifica. Veamos unos cuantos:
¿Somos más pobres?
Quizás sí en algunos puntos del planeta —como Argentina o Haití— pero no globalmente. En los últimos 50 años, la pobreza mundial cayó más que en los 500 años precedentes. Desde hace 25 años, salen de la pobreza extrema 138 mil personas por día.
Se calcula que el PIB creció solo 50 % desde el nacimiento de Cristo a 1820. En 1820, el PIB per cápita en lo mejor de Europa Occidental era menor que el actual de Mozambique o Pakistán; desde entonces, el PIB per cápita en Occidente aumentó más de 15 veces. Desde 1950, el PIB per cápita de India se ha multiplicado por 5, el de Japón 11 veces y el de China casi 20 veces: casi 9 de cada 10 chinos vivían en extrema pobreza en 1981; hoy, solo 1 de cada 10.
Los países ricos progresaban más rápido que los pobres, pero desde 2000 los países en desarrollo crecieron más rápido, al 3 % anual. En una década, el ingreso per cápita en los países de ingresos bajos y medios del mundo se duplicó. El 28 de marzo de 2012 fue el primer día en la historia en que los países en desarrollo tuvieron más de la mitad del PIB mundial.
En 1820, el 94 % de la población mundial vivía en la pobreza extrema. En 2015, solo el 12 % del mundo seguía en pobreza extrema.
En el 2000, las Naciones Unidas plantearon el objetivo de que en 2015 la pobreza extrema sea la mitad de la de 1990. La meta se cumplió 5 años antes de la fecha límite.
Expectativa de vida
Un hombre prehistórico, un griego o un romano del imperio tenían una esperanza de vida de 20 a 30 años. Haití, uno de los pocos países que hoy es más pobre que en 1950, en realidad tiene una mortalidad infantil más baja que la que tenían los países más ricos del planeta en 1900.
La esperanza de vida al nacer aumentó más del doble en el último siglo que en los 200.000 años anteriores. Un chico nacido hoy tiene más probabilidades de llegar a la jubilación que sus antecesores hasta el quinto año de vida. Al inicio de la guerra en 1964, EE. UU. y Vietnam tenían muy distintas expectativas de vida; en 2003 se igualaron. La prosperidad es importante: ningún país con ingreso per cápita superior a 10 mil dólares tiene una tasa de mortalidad infantil superior al 2%.
¿Mueren de hambre en el África subsahariana?
Los europeos del siglo 18 recibían menos calorías que el promedio subsahariano de hoy, y sus hambrunas eran crónicas o periódicas. Hace un siglo las familias gastaban casi todo su ingreso en alimentos; hoy pesan cinco veces menos en la canasta familiar.
Mil millones le deben la vida a la Revolución Verde de Norman Borlaug, de mediados de siglo, y 2 mil millones han dejado de tener hambre desde 1990.
¿El mundo es cada vez más violento?
En las invasiones mongoles del siglo XIII habría muerto una de cada 8 personas del mundo. En las caídas de Roma (siglos III a V) y de la dinastía Ming (siglo XVII) murieron proporcionalmente dos veces más que en la Segunda Guerra Mundial.
En Europa desde 900 d.C. había dos guerras nuevas por año, y en los 500 años que terminaron en 1938 hubo más de 2 mil guerras en el resto del mundo.
La guerra y la violencia eran el estado natural. Un 15 % de los cavernícolas tuvo una muerte violenta; 34 de los 49 primeros emperadores romanos y uno de cada ocho regentes europeos del 600 al 1800 fueron asesinados en el cargo. El sacrificio humano era común en la antigüedad. La tortura era aplicada por las autoridades —ceguera, hierro ardiente, amputaciones— y las ejecuciones eran orgías de sadismo, pero ambas fueron derogadas en casi todo el mundo. Los reyes lograron impedir las guerras civiles, y la justicia reemplazó la venganza personal. En 1828 se crea la policía. El aumento del comercio transformó al prójimo, de amenaza a cliente.
Las guerras duraban años, pero las cuatro con grandes poderes en el último cuarto del siglo XX duraron en promedio 97 días. En las guerras entre países morían unas 86 mil personas en los años 50; hoy mueren poco más de 3 mil. Las guerras civiles actuales matan a menos de un tercio de las cifras que en los años 60 a 80.
El siglo XXI ha estado más libre de genocidio que nunca. El terrorismo es espectacular, pero de los 457 grupos terroristas activos desde 1968, ninguno logró conquistar un Estado y el 94 % de ellos no logró ni siquiera uno de sus objetivos.
Somos los destructores del medio ambiente
No tanto. En 1972, el Club de Roma advirtió que los contaminantes aumentaban exponencialmente, pero pronto la contaminación no solo dejó de aumentar, sino que comenzó a disminuir dramáticamente. Según la agencia ambiental de Estados Unidos, de 1980 a 2014 las emisiones totales de los seis principales contaminantes del aire se redujeron, en promedio, en más de dos tercios. La emisión de plomo, caso extremo, cayó un 99 %.
La deforestación se detuvo en los países ricos. El área forestal de Europa y de Estados Unidos viene creciendo desde 1990, y en el resto la pérdida anual de bosques es casi cero. En China, los bosques aumentan en más de 2 millones de hectáreas por año. La deforestación de la Amazonia brasileña disminuyó un 70 % desde 2005.
En 1975 se calculó que la mitad de las especies del planeta se habrían extinguido, pero la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza hoy enumera solo 709 especies extinguidas desde 1500. Las áreas protegidas casi se duplicaron entre 1990 y 2013, y ahora el área mundial es dos veces los Estados Unidos.
Los autos son más limpios: un auto moderno en marcha contamina menos que un auto de los años 70 apagado, cuando se fugaba vapor de gasolina.
En 1972 dijeron que el cobre se agotaría en 36 años. Hoy estimamos que nos quedan entre 100 y 200 años de cobre.
¿Estamos envenenando nuestra salud?
Quizás la fiebre tifoidea haya matado uno de cada tres atenienses y acabado con su civilización. La Peste Negra del siglo XIV mató a un cuarto de los europeos. Cuando Napoleón se retiró de Moscú en 1812, más de 400.000 de sus 500.000 soldados murieron de neumonía, tifus y disentería.
Desde hace 25 años, 285.000 nuevas personas ganan acceso a agua potable cada día, quizás el mayor factor de eliminación de enfermedades, seguido por los antibióticos y las vacunas. La viruela mataba millones; hoy no existe. Medicamentos baratos frenaron las enfermedades cardiovasculares.
Hoy el cáncer es más frecuente, pero eso ocurre porque en promedio ataca a los 65 años, y antes no vivíamos hasta esa edad. Además, los tratamientos mejoran: las tasas de muerte por cáncer han disminuido un 22 % en las últimas 2 décadas. La Organización Mundial de la Salud estima que la contaminación y los químicos en nuestro medio ambiente no representan más del 3 % de todos los cánceres, incluidos los cánceres laborales. La Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. opina que los componentes sintéticos de nuestra dieta podrían ser más seguros que los componentes naturales.
El peor problema en los países pobres no viene de la tecnología y la riqueza, sino de su falta: sin electricidad ni gas, miles de millones cocinan quemando leña, estiércol y carbón en ambientes cerrados, y eso causa enfermedades respiratorias agudas y mata a una persona cada 10 segundos en el mundo.
¿Somos prisioneros del sistema capitalista?
Para el Antiguo y el Nuevo Testamento la esclavitud es una institución natural y establecida. Hasta el siglo XIX, no era ilegal en ningún lado. Se sigue practicando en algunas zonas, pero desde 2007 es un delito en todo el mundo. La segregación ha desaparecido de las democracias occidentales.
En 1900, nadie vivía en una democracia que alcanzase a todo hombre, mujer o nativo. Hoy la democracia es la regla en Occidente, y en los catorce países de la ex Unión Soviética.
Además, entramos al mundo laboral más tarde, trabajamos menos horas por semana, nos jubilamos antes y vivimos más tiempo después de la jubilación. La población mundial crece, pero la tasa de desempleo cae.
Nuestra visión de la homosexualidad
Hasta mediados del siglo XX era un delito en muchos países, y en el pasado a menudo se pagaba con mutilación y con la vida, lo que aun ocurre en algunos países islámicos. Pero no solo ya no es delito en el mundo civilizado, sino que desde 1973 no se la considera trastorno mental.
¿Cada día somos más ignorantes?
En 1820, según la OCDE, solo el 12 % de la población mundial podía leer y escribir; hoy solo el 14 % de los adultos no puede leer y escribir. Y los países pobres alcanzan a los ricos: en 1900 tenían 1/8 del nivel de alfabetización de los países ricos; ahora es la mitad.
En América Latina, la educación primaria aumentó de 23 % en 1900 al 94 % en 2010. Tras la Segunda Guerra Mundial, el coeficiente de inteligencia promedio era de 100; en 1972 fue de 108, y en 2002, de 118,5. Antes, ninguna mujer iba a la universidad; hoy más mujeres van que hombres.
¿Se exagera con el feminismo?
Quizás sí, pero el retraso era largo: durante casi toda la historia, las mujeres fueron propiedad de sus padres primero, y luego de sus maridos. No podían votar, tener propiedades, controlar sus propios cuerpos, recibir educación o trabajar fuera del hogar. Incluso podían ser compradas y vendidas.
Si nuestra hija o nuestra hermana venía a nuestra casa escapando de un marido violento, podríamos haber ido a la cárcel por albergarla. Debíamos devolverla a su marido golpeador. El cambio de mentalidad ha sido tal que los hombres de hoy son más feministas que las mujeres en los años 70.
Hay demasiados pobres niños maltratados
Cierto, pero el pasado era mucho peor: desde siempre el trabajo de niños muy chicos fue natural. Los padres recurrían a ellos no porque fueran malos, sino porque eran muy pobres y necesitaban el trabajo de sus hijos para alimentar a la familia. Aun en 1950, la tasa de trabajo infantil en China era del 48 %, en India 35 %, en África 38 %, y en un país más rico como Italia, del 29 %.
Según la Organización Internacional del Trabajo, del 2000 al 2012 los trabajadores infantiles disminuyeron de 245 a 168 millones: 40% menos niñas y 25% menos varones. Y la proporción de chicos en trabajos peligrosos o insalubres cayó dos tercios.
Hemos progresado más en estos 100 años que en los previos 100 mil. La mayor parte de la reducción de la mortalidad humana ocurrió en las últimas cuatro de las 8 mil generaciones de Homo sapiens, desde que evolucionamos hace 200 mil años.
La humanidad pudo hacer todo esto cuando muy pocos tenían acceso a una fracción del conocimiento y podían colaborar solamente con gente cercana. Imaginemos lo que va a pasar ahora, que somos miles de millones conectados. Todavía hay enormes problemas —como la crisis de los refugiados, el cambio climático o el aumento de la desigualdad en la mayor economía mundial— pero ahora tenemos más cerebros que nunca, inventando posibles soluciones.
En física, la velocidad de escape es la velocidad que necesita un objeto para liberarse de la fuerza gravitacional de un cuerpo. La humanidad ha alcanzado la velocidad de escape.
Quien desee profundizar en el tema puede descargar la versión in extenso de este artículo. También dispone del ciclo de recientes audiciones del Observatorio Racionalista sobre “El progreso humano”, empezando por la segunda parte del programa del 9 de febrero de 2019 (“La neutralidad positiva”).
Recomiendo también sitios web como Our World in Data de Max Roser; Gapminder de Hans Rosling (contra las percepciones erróneas); OECD Historical Statistics, el del Banco Mundial y los de la ONU y sus agencias.
Finalmente, estos libros:
- Amartya Sen, Development as Freedom, 1999.
- Charles Kenny, Getting Better, Why Global Development Is Succeeding, 2012.
- Henry George, Progress and Poverty, 2006.
- Henry Grady Weaver, The Mainspring of Human Progress, 1953-1965.
- Joel Mokyr, The Lever of Riches. Technological Creativity and Economic Progress, 1992.
- Johan Norberg, Progress: Ten Reasons to Look Forward to the Future, 2016.
- Matt Ridley, The Rational Optimist: How Prosperity Evolves, 2010.
- Otto L. Bettman, The Good Old Days: They Were Terrible, 1974.
- Peter H. Diamandis & Steven Kotler, Abundance: The Future is Better Than You Think, 2012.
- Robert William Fogel, The Escape From Hunger and Premature Death, 2004.
- Ronald Bailey, The End of Doom: Environmental Renewal in the Twenty-First Century, 2015.
- Ruth DeFries, The Great Ratchet: How Humanity Thrives in the Face of Natural Crisis, 2014.
- Steven Pinker, The Better Angels of Our Nature, 2011.
- Indur M. Goklany, The Improving State of the World, 2007.
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