El Santo Prepucio y los anillos de Saturno

Por: Juan Eslava Galán

Según el rito judío a Jesús le extirparon el prepucio a los ocho días de su nacimiento. Este hecho se conmemora anualmente en la fiesta de la Circuncisión. El destino de dicho anillito de carne divina encierra más teología de lo que a primera vista pudiera parecer. Es evidente que ese trocito de carne participaba como el resto del cuerpo del Señor de su carácter divino: era un trozo de Dios. Y dado que Dios es eterno, es imposible que un trozo de su cuerpo se consuma o se pudra. Si no se pudrió existe…y si existe ¿dónde está?. La cuestión que ha preocupado a los teólogos es si Jesús ascendió al cielo con prepucio o sin él, ¿o acaso estaba ya esperando en el cielo desde que lo cortaron? En ese caso debieron producirse dos ascensiones, la propiamente dicha y la del prepucio.

Aunque esto suene a chufla lo cierto es que en el siglo XVII, el teólogo y erudito católico griego Leo Allatius (1586-1669) escribió un ensayo titulado De Praeputio Domini Nostri Jesu Christi Diatriba (Discusiones sobre el Prepucio de Nuestro Señor Jesucristo) donde especulaba que el santo pellejo ascendió al cielo en el mismo momento de la ascensión de Jesús y se convirtió en los anillos de Saturno, vistos por primera vez al telescopio en aquella época.

En diversas iglesias repartidas por Europa y Asia se veneran las supuestas reliquias del Santo Prepucio, en San Giovanni in Laterano, en Roma, en Charroux (donde incluso contaba con una Hermandad del Santo Prepucio y era muy venerado por las mujeres embarazadas), cerca de Poitiers, en Amberes (donde se decía que el que se veneraba era un trozo considerable notandam portiunculam del de San Juan de Letrán), en París, en Brujas, en Bolonia, en Besançon, en Nancy, en Metz, en Le Puy, en Conques, en Hildeshin, en Calcuta. Tampoco faltan en España, en Burgos tenemos uno. Sin embargo, todas deben ser falsas, si hacemos caso a la narración de la beata Sor Agnes Blannbekin (muerta en Viena en 1715) que sufría en extremo al cavilar sobre el destino de aquel precioso fragmento del órgano viril del Redentor y que dice así:

[Un día, al comulgar…comenzó a pensar en dónde estaría el prepucio. ¡Y ahí estaba! De repente sintió un pellejito, como una cáscara de huevo, de una dulzura completamente superlativa, y se lo tragó. Apenas lo había tragado, de nuevo sintió en su lengua el dulce pellejo y, una vez más se lo tragó. Y esto lo pudo hacer unas cien veces….Y le fue revelado que el prepucio había resucitado con el Señor el día de la Resurrección. Tan grande fue el dulzor cuando Agnes tragó el pellejo, que sintió una dulce transformación en todos sus miembros. Karlheinz Deschner, Historia Sexual del Cristianismo, pág 130.]

En otra famosa visión, Santa Catalina de Siena, a la sazón, patrona de los astrónomos, se vio casada con Cristo y podéis imaginar cuál era la alianza matrimonial. Su confesor declaró que la santa veía y sentía constantemente el prepucio de Cristo en su dedo. Certifica la veracidad del caso el hecho de que después de la muerte de la santa, cuando el dedo se veneraba como reliquia, diversos devotos percibieron el Santo Prepucio inserto en él, aunque seguía siendo invisible para el común de los observadores. Ya se sabe, con San Pablo, que el “Espíritu sopla donde quiere”.

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Información extraída de El Fraude de La Sábana Santa y las Reliquias de Cristo de Juan Eslava Galán.