por APRA | May 11, 2016 | Crítica a las Religiones |
Por: Paul Telleria Antelo
Por azar o efecto cadena, aún no lo sé, tropecé en la oficina, con un ejemplar de un excelente comic al óleo, elaborado en Colombia por Beccasino y Maldonado. El mismo tiene el sugestivo título de “Protégenos, sálvanos Nuestra Señora del Pollo frito”. Primero pensé que me encontraba ante un nuevo fenómeno religioso producto de una de las tantas sectas que ofrecen desmayos y convulsiones gratuitas y garantizan curarte de cualquier adicción visitando sus templos.
Luego de convencer a la propietaria que me pueda facilitar el tan mentado ejemplar, disfrute en una fugaz lectura nocturna el manejo visual del cómic, los textos bien logrados y el estilo gráfico muy a lo “manga japonés” . Ahí cobró sentido el comentario en la solapa de Ray Machado de que más que un cómic se trataba de una profunda reflexión sobre la fe popular.
Sigo escribiendo y frente a un monitor, disfruto de un masco de mi pollo Copacabana y me entero que la Virgen apareció en una pata de pollo frito en un local de Bogota. No se si santiguarme 3 veces, si asumir que debajo del rebosado esta la carne divina de Dios, o creer que si por ahí en algún tendón esta no más un bigote de Cristo. Sea como sea si es así en todo caso me alimentará más que la panza el alma.
La historia cuenta que cuando un colombiano se aprestaba a morder su pierna de pollo frito la Virgen, sin más ni más, se le apareció en la carne, luego a medida que los fieles crecían apareció también en la telita de un huevo, por eso ahora su imagen lleva una pierna irradiando luz en una mano y un huevito con alas en la otra.
Poco a poco voy leyendo la historia y pienso en esto del imaginario popular y el sincretismo de nuestros pueblos. Hoy por hoy, leyenda urbana o realidad, no lo se, pero dicen que la Virgen es conocida como patrona de sicarios, narcos y magdalenas de esquina, intercesora, de todos aquellos que dizque por necesidad y nada más no tenían otra que caer en la delincuencia.
Así como en Bogota, en La Paz necesitamos que nuestros ojos miren señales, que alimenten esperanza, aunque sea en la comida chatarra, tenemos que ver no más para creer, convencernos de que fue nuestro muertito quien comió la tantawawa que le dejamos en todos santos y no las palomas.
Vírgenes en el pollo frito, Cristo sangrando gotas de aceite en el teflón, médicos muertos que te operan la vesícula, la silueta de la Virgen de Copacabana en una nube de gas lacrimógeno en San Francisco, en fin la lista sigue, como sigue la desilusión y la falta de esperanza, como las ganas de que Dios nos mande pues más señales aunque sea por mail.
El marketing mediático sin duda, ayuda a construir nuevos iconos, nuevas imágenes. En la historia que les narro, todo empezó con un locutor de radio que dijo….”Que pasaría si antes de morder tu presa de pollo, una virgen se apareciera impresa?…” De ahí en más el resto fue pura publicidad e imaginario popular.
La fe en imágenes es creada a partir de eventos cotidianos y gracias al corre ve y dile es luego agrandada y sostenida. Luego sin darnos cuenta acabamos elevando altares en lugares inimaginables. ¿Será que la fe esta venida a menos en nuestros pueblo?, ¿qué necesitamos ver?, ¿qué estamos hambrientos de milagros?
Debe ser así no más, queremos la sorpresa inexplicable que surge así mágicamente, no como accidente, no como producto del juego del aceite en la olla, sino como sorpresa, como mensaje divino que llega cuando más jodidos estamos para decirnos, acá estoy yo, te estoy mirando, te estoy diciendo para que lo cuentes, para que se multipliquen los creyentes.
Me quedo pensando en esto del Comic, de la intensidad de sus imágenes, de que hay vírgenes y santos para cada fin. Me acordé del escapulario en el tobillo del sicario para correr rápido, en esa seguidilla de dioses a medida, en el hincha brasilero que le reza al Cristo del Corcovado antes del fútbol.
Uno cree al final en lo que le da esperanza y le ayuda a aguantar el frío, el del alma y el de la calle. Mientras Dios este dentro, mientras mantengamos la esperanza viva, más allá de imágenes pululando por el desesperado mundo vale la pena.
Putas, y clientes le rezan al mismo Dios y por estos días El Vaticano se saltará procedimientos para hacer santo al Papá recién muerto. Seguro que pronto mil milagros callados tímidamente por años, se harán hoy públicos y su imagen volará de Roma a miles de sartenes y cortezas de árbol por el mundo.
Me quedo en la pregunta de esto de la fe popular, en que la Virgen apareció más veces en los dos últimos siglos en más lugares que cualquiera, en esto de que uno construye milagros por que los necesita para estar vivo.
No quedó claro nunca en la historia de Bogota si la virgen tenia “abrigo para la lluvia o capa larga, algunos dice que era bajita, otros que era más bien alta y rubia, otros los más que era un poco bizca y que tenia el cabello castaño. Al final poco importa, si cada quien ve lo que quiere ver y cuando necesita verlo.
Por si acaso de acá en adelante miraré bien la comida antes de cometer algún sacrilegio y si por descuido le muerdo el ala a un ángel de mi hamburguesa o Dios me castiga por no retransmitir por mail alguna cadena de oración clarito será.
por APRA | May 11, 2016 | Crítica a las Religiones |
Por: Sanjuana Martínez
LA IGLESIA CATÓLICA SANTIFICA A ESCRIVÁ DE BALAGUER.
Proceso
Durante el papado de Juan Pablo II hay un beneficiario: el Opus Dei.
Su estatus de “diócesis supranacional” institucionalizó su poder y radicalizó la guerra intestina en el Vaticano. Los ejemplos concretos son contados por el grupo Los Discípulos de la Verdad en el libro A la Sombra del Papa enfermo.
Los escándalos en el pontificado de Juan Pablo II y la lucha por la sucesión, publicado por Ediciones B. En el capítulo “Los pecados del Papa Wojtyla” el libro hace un recorrido por los escándalos de corrupción, los negocios ilegales y los apoyos del Vaticano a los regímenes dictatoriales de, entre otros, América del Sur.
En el apartado titulado “El obispo 007” detalla las responsabilidades de Juan Pablo II en el escándalo financiero del banco pontificio IOR-Ambrosiano, dirigido por Monseñor Paul Marcinkus, confirmado en su puesto por Wojtyla. “La quiebra del Banco Ambrosiano fue una colosal estafa que costó a los acreedores y a los contribuyentes italianos 287 millones de dólares y a los fieles de la Iglesia al menos 241 millones de dólares.
La estafa fue posible por la objetiva connivencia de la banca papal, y el IOR sólo pudo ser cómplice gracias a la anuencia –implícita o explícita– de Juan Pablo II.
El escándalo del IOR-Ambrosiano costó la vida a Roberto Calvi. Si se trató de un suicidio, “monseñor Marcinkus estuvo entre quienes empujaron a Calvi a su desatinado gesto”.
En cualquier caso, “el pontífice polaco no pronunció una sola palabra de cristiana congoja ni de humana piedad por la muerte violenta del banquero católico-masón, que durante tantos años había negociado en nombre y por cuenta de las finanzas vaticanas.
“Tampoco tras la bancarrota y la muerte de Calvi (en junio de 1982) el Papa Wojtyla estimó oportuno renovar la cúpula, los métodos y las finalidades de, a todos los efectos, su banca personal. Es más: atribuyó a monseñor Marcinkus el nuevo cargo de gobernador del Estado vaticano.
Un amigo del Santo Padre, entretanto, se afanaba para impedir que salieran a la luz nuevas pruebas de las responsabilidades de la banca papal en el asunto del IOR-Ambrosiano”.
Luego, en el capítulo “La telaraña del Opus Dei”, el libro detalla casos ilustrativos de la expansión del poder del Opus Dei en el Vaticano. “La facción masónico-curial tenía cada vez mayores dificultades a causa del asunto del IOR- Ambrosiano (banco del Vaticano). La Iglesia de Roma había sido arrastrada a un escándalo de los que marcan época: una bancarrota de mas de mil millones de dólares, un escenario de masonería y criminalidad financiera internacional, un banquero ahorcado en Londres con una puesta en escena paraesotérica.
Un drama cuyo principal protagonista había sido el arzobispo Paul Marcinkus, banquero personal de Juan Pablo II y representante destacado de la facción “masónica” de la Curia vaticana… “También el escándalo del petróleo, que estalló en Italia en el otoño de 1980, con el arresto del general comandante de los `carabinieri` Raffaele Giudice, afiliado a la P2 (Logia masónica) y artífice de una estafa petrolera a la Hacienda Pública de más de dos billones de liras, acabó por rozar a comienzos de 1983, al Vaticano a través de uno de los presuntos jefes de la ente masónico-curial, el vicario de la diócesis de Roma, cardenal Ugo Poletti.
“En diciembre de 1982 el vicario de Juan Pablo II había sido interrogado por los magistrados de la fiscalía de Turín en la basílica de San Juan en Laterano (es decir, en territorio vaticano), en relación con una carta que había enviado años antes el presidente del Consejo de Ministros, Giulio Andreotti, para solicitar el nombramiento del general Giudice al mando de los `carabinieri`.
El purpurado negó haber escrito semejante misiva y se proclamó del todo ajeno a los hechos. “De la fiscalía de Turín trascendió la noticia de que los magistrados estaban en posesión tanto de la carta de Poletti como de la respuesta del honorable Andreotti, y la prensa se hizo eco de la filtración. Entonces el purpurado dispuso difundir a través de la Vicaría de Roma un desmentido oficial.
“El desmentido de la Vicaría era una ostensible mentira. En efecto, en el curso de un segundo interrogatorio, el 13 de enero de 1983, los magistrados enseñaron al desfachatado vicario del Papa una copia de las dos cartas (tanto la manuscrita de Poletti como la respuesta del honorable Andreotti) y el purpurado no pudo más que admitir su autenticidad”.
Según los autores, en el verano de 1974 Giudice recibió el nombramiento de comandante general de los “carabienieri”. “(…) El frente central del desencuentro entre las dos facciones eran los nombramientos de obispos y cardenales, así como los distintos cargos cúrales.
También aquí el nuevo poder del Opus Dei se manifestó con decisión, discreto pero inexorable, sellado por las periódicas audiencias, públicas y privadas concedidas por el pontífice al prelado de la Obra, monseñor Álvaro del Portillo. “Juan Pablo II, durante el consistorio del 2 de febrero de 1983, nombró cardenal a monseñor Alfonso López Trujillo, arzobispo colombiano, enemigo jurado de la Teología de la Liberación y muy próximo al Opus Dei.
El 12 de abril designó arzobispo de Madrid al prelado de origen vasco Ángel Suquía Goicoechea, muy cercano al Opus Dei y el siguiente 20 de agosto nombró obispo al sacerdote peruano del Opus Juan Antonio Ugarte Pérez, con el cual ascendían a cinco los obispos oficialmente miembros de la Obra (y todos hispánicos)”.
El incidente en Nicaragua
El libro describe la posición de la Iglesia sobre los sacerdotes Miguel d`Escoto y Ernesto Cardenal, los dos miembros del gobierno sandinista, en ocasión de un viaje del Papa a Managua en 1979: “Mientras ejerzan sus funciones públicas (los dos sacerdotes) se abstendrán en público y en privado del ejercicio del ministerio sacerdotal”, decía la Santa Sede en abierta oposición a los cargos desempeñados por ambos hombres. “La facción opusdeísta quería que la peregrinación papal a Managua fuera una ejemplar cruzada antimarxista, en tanto que la masónico-curial estaba empeñada en tutelar la realpolitik en un país cuya situación sociopolítica y religiosa era compleja e incandescente.
Este enfrentamiento había comportado la llamada al Vaticano del nuncio apostólico en Managua, el arzobispo Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, para consultas.
“En la capital nicaragüense, el 4 de marzo, Juan Pablo II fue recibido por el gobierno sandinista, que dirigía Daniel Ortega. Frente al Santo Padre el ministro sacerdote Ernesto Cardenal se arrodilló, pero el pontífice le reservo un estallido de ira: “¡Ponga en orden su situación con la Iglesia!”.
Lo intimidó con evidente brusquedad al tiempo que lo señalaba con el dedo.
“Poco después, durante la solemne misa al aire libre en la plaza Diecinueve de julio de 1979, Juan Pablo atacó frontalmente a la Iglesia Popular y a la Teología de la Liberación (`compromisos ideológicos inaceptables`, `opciones temporales`, `concepciones de la Iglesia que suplantan a la verdadera`), y reclamó tanto del clero como de los fieles la obediencia a los obispos y al Papa.
Desde la multitud se elevaron exclamaciones de desacuerdo, que el pontífice acalló con un imperioso `¡Silencio! ¡Silencio!` Alguien vociferó: `¡Queremos la paz, la queremos en esta vida!` y Juan Pablo II repuso con impaciencia: `¡La Iglesia es la primera en querer la paz!`.
El discurso del pontífice se vio interrumpido una y otra vez por otros gritos y protestas.
Eran muchos los católicos nicaragüenses que sostenían a la Junta sandinista y a la Iglesia Popular, pero el Santo Padre se mostraba inflexible…
La “restauración”
“El 6 de noviembre (de 1984), el prefecto del exSanto Oficio, cardenal Joseph Ratzinger, salió a la luz. Lo hizo de una manera inusual: mediante una entrevista realizada por el periodista afín al Opus Dei, Vittorio Messori, y sus palabras cayeron en el pantano curial como piedras.
El jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe anunció que la “primavera conciliar” de la Iglesia debía darse por concluida. “Atento a distinguirse de las posiciones más reaccionarias, el Panzerkardinal no llegaba a la osadía de abjurar abiertamente del espíritu innovador del Concilio Vaticano II, pero opinaba que había dado lugar a degeneraciones ya inaceptables… “La facción opusdeísta acogió como una liberación el expeditivo diktat restaurador del heredero de los inquisidores, pero sin ninguna sorpresa.
En efecto, se trataba de una inflexión ampliamente acordada tres años antes (cuando se había confiado al Panzerkardinal el neuráligco sillón de prefecto del exSanto Oficio), y en curso desde hacía algún tiempo.
Una restauración que, por un lado, asumía plenamente las posiciones anticonciliares del Opus Dei contra los denominados `desórdenes` y `decadencia modernista` de la Iglesia, y por el otro ponía fin a las volubles incertidumbres doctrinarias del pontificado wojtyliano provocadas por la facción masónico-curial.
Una coincidencia integrista que permitirá al cardenal Ratzinger permanecer pegado al sillón de prefecto del exSanto Oficio durante todo el largo pontificado wojtyliano, y ser uno de los candidatos fuertes de la Obra para la sucesión del Papa polaco.
“Después de la `restauración` sancionada y oficializada por el cardenal Ratzinger, la escalada del Opus Dei al poder vaticano inició una nueva etapa decisiva el 4 de diciembre de 1984, cuando Juan Pablo II nombró como nuevo director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede —y, por tanto, único portavoz papal —a un periodista español licenciado en medicina: el laico Joaquín Navarro-Valls, miembro numerario de la Obra.
“Esta designación, deseada por el Opus (el anterior director de la Oficina de Prensa vaticana, el padreRomeo Paniciroli, estaba ligado a la coreada curial) provocó fortísimas tensiones en el interior de los Sagrados Muros, porque en aquel punto la `cercanía` del Opus Dei al Papa Wojtyla se había convertido en una verdadera tutela cotidiana.
“La reforma mediática”
“El poder vaticano de la facción masónico-curial, afectado otra vez de manera marginal, se veía agredido por la Obra mediante una estrategia envolvente: el pontífice mediático de los viajes pastorales se dirigía al mundo a través de un portavoz del Opus Dei.
“En efecto, la Oficina de Prensa de la Santa Sede se transformó enseguida por obra de Navarro- Valls en un gabinete de dirección mediática. “Además de aportar a la Oficina de Prensa del Vaticano comprensión de los medios de comunicación occidentales que había escapado a los miembros del clero que le habían precedido, Navarro-Valls se ganó enseguida la confianza del Papa, con quien mantenía contactos más frecuentes que cualquier otra persona, a excepción de monseñor Dziwisz. “El responsable del nombramiento de Navarro-Valls como portavoz del Papa había sido monseñor Martínez Somalo, apoyado por el secretario del pontífice, monseñor Dziwisz.
Las denodadas resistencias del cardenal Casaroli y de monseñor Silvestrini habían resultado vanas. La facción curial intentó ponerse a la radical “reforma mediática”, pero sin éxito. La Oficina de Prensa, en manos del Opus Dei, se separó de la entonces Pontificia Comisión para las Comunicaciones Sociales y se convirtió en un departamento autónomo de la Secretaría de Estado, bajo las directas órdenes del pontífice. “Joaquín Navarro-Valls reestructuró los dicasterios y potenció las estructuras de la Oficina de Prensa, que transformó en un supereficiente megáfono opusiano dedicado a la mistificación y a las `verdades oficiales`.
“El portavoz papal del Opus Dei se convirtió en la sombra parlante de Juan Pablo II en el Vaticano, y sobre todo en sus giras por el mundo, durante esos frenéticos viajes pastorales de los cuales el teólogo Raimundo Panikkar dijo que no eran explosiones populares espontáneas, sino manifestaciones organizadas mediante acuerdos tecnológicos y políticos con la ayuda de millones de dólares y de todo el aparato organizativo de la Iglesia… “La facción opusdeísta lanzó un nuevo ataque antimasónico el 23 de febrero de 1985, desde las páginas de L`Observatore Romano. Tenía como diana implícita a la facción curial y a sus sectores `progresistas`… “Junto con la `primavera conciliar`, la facción opusdeísta había puesto una losa también sobre el deshielo Iglesia-masonería y devuelto la doctrina vaticana a los tiempos de León XIII, el pontífice que en 1892 había escrito: `Recordemos que el cristianismo y la masonería son inconciliables, de modo que inscribirse en una significa apartarse de la otra…` “Teología segura” “A mediados de los años 80 el creciente poder del Opus Dei en el Vaticano constituía sólo un aspecto del expansionismo de la organización integrista –no por casualidad definida como el “pólipo de Dios”– dentro de la Santa Iglesia Romana.
“La lenta labor de la Obra avanzaba silenciosa e inexorable, tanto en el interior como en el exterior de los Sagrados Muros, con la partícipe bendición de Juan Pablo II”.
El libro recoge, un artículo del vaticanólogo Giancarlo Zizola sobre la Obra: “Con el favor del Papa Wojtyla, en los últimos tiempos el Opus Dei se ha enriquecido con nuevos campamentos base a partir de los cuales proseguir su escalada hacia más sólidas posiciones de poder.
El Papa ha autorizado, por ejemplo, la fundación de una nueva facultad de Teología en Roma, el Centro Superior de Estudios Eclesiásticos, filial de la Universidad de Navarra, la más poderosa institución cultural de los rectores de las universidades pontificias existentes: la Gregoriana de los jesuitas, la Angelicum de los dominicos, la Antonianum de los franciscanos, las universidades Salesiana, Urbaniana y Lateranense. Todos respondieron de manera negativa.
Sin embargo, la decisión papal fue positiva. Como título académico el Opus Dei había propuesto la licenciatura. Juan Pablo II hizo aún más: ordenó el doctorado, el máximo.
El objetivo de la nueva fundación universitaria era institucionalizar, en el paisaje `pluralista` de las teologías desarrolladas y enseñadas en Roma, una `teología segura` de estilo tradicionista, pero con el lenguaje modernizador del `estilo Opus`. El Opus Dei no tiene problemas financieros. En noviembre consiguió organizar un encuentro internacional sobre Iglesia y mundo económico en el Vaticano, junto con elcardenal Joseph Höffner de Colonia, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, que ha confiado al Opus una parroquia de la ciudad, el Instituto de Economía Alemana (órgano científico de la patronal alemana), la Fundación Adenauer y la Unión Internacional Cristiana de Directivos de Empresas.
Un simposio faraónico, que concluyó con una teologización de la economía de mercado, también como modelo para los países en vías de desarrollo, y con un ataque frontal a la Teología de la Liberación (estaban invitados el cardenal Eugenio Sales y los obispos Karl Romer y Boaventura Kloppenburg,adversarios de esa corriente en América Latina)”. “La expansión de la telaraña opusdeísta sobre la Iglesia acentuaba la preocupación y la alarma en vastos sectores de la jerarquía eclesiástica. “En realidad, las evidentes ambigüedades del Opus Dei eran tantas y tales que suscitaban alarma, como demostró Giancarlo Rocca al publicar 53 documentos secretos de la Obra fechados de 1934 a 1983. “Las revelaciones publicadas por Rocca que más han irritado al Opus conciernen, probablemente, a las pruebas del control jerárquico interno sobre todas las actividades económicas, aunque ocultadas bajo diferentes etiquetas. El Opus siempre había negado esta responsabilidad.
Los documentos atestiguan, en cambio, que hasta las sociedades auxiliares (incluidos los bancos) propiedad de grupos de afiliados al Opus están bajo control de la autoridad jerárquica del instituto y deben ser visitadas al menos cada cinco años por el administrador general. “El Opus siempre ha negado tener el secreto como vínculo básico. Ahora se sabe que en 1974 Álvaro del Portillo, entonces procurador general del Opus, pidió al Vaticano la posibilidad de cubrir con el secreto `casas, obras y afiliados`, incluso en relación con los obispos, y que obtuvo una respuesta favorable de la Congregación de los Religiosos. Se hacía creer que los miembros del Opus gozan de la más absoluta libertad. En cambio, revela Rocca, “para ellos existe la obligación, sancionada por un juramento particular, de pedir consejo a su superior en cuestiones de cierta gravedad que afectan al ejercicio de su profesión o sobre otros asuntos, aunque no sean materia directa del voto de obediencia”.
Otro punto: los miembros están constreñidos al secreto de su número, ni siquiera pueden revelar a sus propias familias de origen que han entrado en el Opus. Incluso el reglamento, el ceremonial y la ordenación están cubiertos por el secreto.
“El artículo 7 de las constituciones de 1950 establece que, a pesar de que el Opus no tenga una específica forma de acción externa colectiva, actúa con los socios “mediante el ejercicio de funciones o cargos públicos, o a través de asociaciones legítimamente constituidas”. “Dichas asociaciones –precisa el art.9– pueden ser `culturales, artísticas o pecuniarias` y se llaman `sociedades auxiliares`, las cuales están sujetas `a la autoridad de la jerarquía del instituto`…
“El creciente poder `secreto` laico-eclesiástico del Opus Dei no sólo provocaba turbación en la jerarquía de la Iglesia. El 25 de febrero de 1986, los parlamentarios Franco Bassanini y Stefano Rodotá dirigieron una interpelación al presidente del Consejo de Ministros y al ministerio del Interior italianos para saber `si responden a la verdad las noticias de la prensa sobre la pertenencia al Opus Dei de funcionarios civiles y militares del Estado, así como de directivos de entes y empresas públicos, y si es cierto que dicha asociación está regida por estatutos o códigos secretos”…
por APRA | May 11, 2016 | Crítica a las Religiones |
Por: De la columna de James Randi.
LA ENFERMEDAD ES CAUSADA POR EL PECADO (…)
El arzobispo Paul Cordes, la cabeza alemana de la agencia para ayuda humanitaria del Vaticano, ahora nos dice confidencial y oficialmente que las “autoridades sobre las sagradas escrituras” dicen que la enfermedad es el “resultado del pecado” y que las personas poseen un deseo natural de “estar saludables y ser atractivos”.
Léanlo otra vez. Sip, en eso es lo que cree este dinosaurio intelectual: la primera es un absurdo y la segunda un hecho evidente.
Pero, inmediatamente después que el Monseñor emitiera esta increible declaración, el Padre Georges Cottier, el jefe teólogo del Papa, se apresuró en asegurarle a esos que están enfermos que ellos, en realidad, no están “pagando por sus pecados”.
No consigo seguir esta línea de pensamiento para nada. Pero tengo que admitir que no he sido entrenado en el razonamiento retorcido.
Aparentemente, Cottier lo tiene muy claro.
“El deseo del Hombre de estar saludable, ser atractivo y fuerte es justificado porque anticipa nuestra salvación futura. No podemos negar que la muerte, de la cual, la enfermedad es una anticipación, siempre ha sido vista como una consecuencia del pecado”, dijo Cordes.
¿En serio? Maldición, y yo que pensaba que la herencia, las bacterias y los virus, podrían ser sacados a colación aquí, por algún lado.
Y, ¿qué es esta basura de “Uno no puede negar”? ¡Yo lo niego, fuerte y claramente! Me importa un rábano si Cordes está seguro en el Evangelio de San Juan, al que cita para validar su noción.
Yo no sé – nadie lo sabe – quien escribió el material para estos evangelios, aunque quizá haya habido alguien llamado Juan ahí dentro en algún lugar. Y un muchacho llamado Gasparín y otro llamado Pierre y, probablemente, una pareja de Federicos y Josefinas también. Simplemente no lo sabemos.
El Padre Cottier, el otro gigante intelectual envuelto en el asunto, se refirió al “pecado original cometido por Adán y Eva en el Jardín del Edén”, que, según él “introdujo el pecado y el sufrimiento dentro de la condición humana”.
¡Hey, Cottier! ¡Sé un poco más realista! ¡Madura! Nos estamos enfureciendo aquí con toda esta actitud puritánica que dice que la sexualidad es malvada. Si, la historia cuenta que Adán y Eva hicieron “La Cosa Mala” y, eso hizo que todo fuera Malo.
Pero, otra historia tiene a Ricitos de oro hablando con osos, los osos cocinando y comiendo avena y, un Príncipe que la despierta de un coma con un beso, luego de que convirtiera el agua en vino.
¿O es que se me han confundido las mitologías aquí? Es muy confuso… Al mismo tiempo llega un, obviamente, mal informado hombre, el teólogo Bruno Moriconi, quien entra en la discusión al declarar ingenuamente que la enfermedad no es “ni una bendición ni una maldición, pero que simplemente es el resultado del malfuncionamiento del organismo humano”.
¡Bueno! ¿De dónde saca él su información? No puedo creer que ha estado leyendo esos libros de ciencia.
Los que están llenos del trabajo del Demonio, ¡negando verdades Bíblicas! “No tiene caso buscar una explicación en la Biblia”, dice este valiente hombre volando frente a la misma cara del Vaticano. Como me escribe nuestro lector Brian Buckeye de Akron, Ohio, “Por lo menos ALGUIEN ha abierto un libro de texto en los pasados 200 años…”
Comentando sobre este disparate, el periódico italiano La Repubblica dijo que la idea de que esos llenos de vigor y atractivos están bendecidos, mientras que el feo y el enfermo están malditos, es tan antigua que le ganaba al cristianismo.
Y el periódico La Stampa escribió que si la enfermedad realmente fuese el resultado del pecado y el crimen entonces “los grandes dictadores y criminales del mundo estuvieran todos muertos o enfermos“. En mi opinión, ése es un buen pensamiento.
Andrew Harter de la JREF sugiere que llevemos esta noticia de que la enfermedad es el resultado del pecado, al más cercano hospital de niños… Tengo que cortar este hábito malvado de pensar por mí mismo e ignorar las verdades medievales.
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