¿Cómo puedo agradecer a Dios todas las cosas buenas que tengo mientras otras personas no tienen nada? ¿Cómo puedo darle gracias a Dios sin, por implicación, culparle del estado del mundo?

      Bart Ehrman, ¿Dónde está Dios? El problema del sufrimiento humano.

Preguntas como las de arriba son, digamos, “religiosamente” incorrectas, porque son incómodas y las explicaciones que nos venden, en nuestro fuero interno, nunca terminan por convencernos. Supongo que para personas razonables, preguntas así inician un paulatino proceso de descreimiento hacia la misma idea de un dios bíblico, uno que activamente participa en la historia humana. Preguntas así, abordadas con honestidad intelectual, deberían motivarnos a reflexionar sobre la improbabilidad (por no decir imposibilidad) de un dios amoroso que todo lo puede.

Me gustaría decir que mi salida de los testigos de Jehová fue así de aséptica y motivada por reflexiones elevadas. Fue aséptica, sí, pero no fue por cuestionar profundamente el sufrimiento humano actual. Al decir que fue aséptica me refiero a que no fue debido a “pecados”, que motivan la expulsión del testigo en cuestión. No, al contrario, me perfilaba para pastor de mi congregación incluso.

Como ya se mencionó, el manejo de la información es sumamente importante para mantener el control de las actitudes e ideas de la feligresía, es por eso que en su momento la iglesia católica se opuso a la educación pública, por ejemplo. Así también, los testigos de Jehová ven con recelo la educación académica, o seglar. Es aceptable que uno termine el colegio pero en el ideario de esta secta, lo que sigue debe ser un trabajo a tiempo parcial, a lo sumo de mando medio, para que el resto de la vida del testigo gire en torno a la predicación. No manejo cifras pero someramente puedo decir que a lo sumo un 10% o menos de los publicadores (testigos de Jehová con la posibilidad de predicar) optan por ello. O sea, muy pocos van (o iban en mi tiempo antes de la epidemia de universidades garage) a la universidad pero muy pocos optan por salir a predicar todos los días. O sea, se adaptan a lo mínimo requerido. Consecuencia de ello es que el grueso de los testigos de Jehová terminan subempleados en una situación laboral extremadamente precaria.

Mi primera desavenencia con los ancianos de mi congregación fue cuando iba a ingresar a la universidad. Pese a su insistencia, ingresé y seguí. Un evento en particular hizo que perciba la incoherencia de las afirmaciones de la organización (afirmaciones de las que se apropian los pobres testigos de a pie). Se supone que no se deben estudiar carreras universitarias (que duran seis años o más) porque, como secta milenarista, el fin del mundo y la segunda venida de Cristo, ya son inminentes. Se entiende la premura (desde 1870). A su vez, los testigos de jehovä, planean, construyen, reconstruyen, remodelan (y venden) edificios suyos, hechos con mano de obra gratuita, todo el tiempo. Para el momento en que empezaba la universidad, me tocó trabajar en una construcción que se proyectaba terminar EN 8 AÑOS. Iba a tener tiempo de sobra para la universidad (y por lo visto, el fin no estaba después de todo tan cerca). Por algún motivo, dejé pasar eso.

Más adelante, un pastor cuestionó mis gustos literarios. Recuerdo que me aconsejó piadosamente dejar de leer novelas de misterio y que redoble mi dedicación a lo que es provechoso, o sea, a leer la biblia e invitar a otros a leer la biblia. Eso me pareció una afrenta porque justamente fue la curiosidad y el hábito de leer lo que me motivaron a unirme a ellos y por lo visto ese hábito debe restringirse a ellos una vez que uno está adentro.

Los años pasaron y, finalmente, cuando la digitalización de la literatura de divulgación hizo mucho más accesible libros que de otro modo un estudiante no podría obtener, encontré en un cibercafé la copia de “El espejismo de Dios”, de Richard Dawkins. Obviamente el título era sugerente pero yo creía que si mi fe (o adoctrinamiento, que son la misma cosa) era fuerte, no importara lo que diga el libro, mi relación con dios no se afectaría. Al parecer era más honesto que devoto, así que luego de leer el libro, ya no pude seguir autoengañandome. Poco a poco deje de frecuentar la congregación y, finalmente, cuando me mude, perdi todo contacto con mis hermanos. Si sentí un “vacío espiritual” o crisis existencial, no duró mucho. Tal vez porque, acto seguido, leí todo cuanto pude de escepticismo y racionalismo. Luego llegó la adultez y el tiempo se hizo escaso de todos modos. Así fue mi salida, resumidamente.

Tengo que agradecer que no insistieron (tanto) que vuelva al redil. Eso siempre hace todo más difícil. De todos modos, salí sin rencores y sin la idea de que me arrebataron años de vida, con todas las limitaciones que imponen en temas de sexo o de consumo de drogas. Muchos testigos de Jehová son expulsados jóvenes, en su mayoría, se sobreentiende, porque inician su vida sexual obviamente fuera del matrimonio. Cuando los pastores se enteran, generalmente porque otro piadoso hermano acusa al pecador, se llama al acusado a aclarar la situación. Si confiesa lo ocurrido, se le expulsa y, hasta hace poco, nadie de los testigos de Jehová podía dirigirle la palabra hasta que sea readmitido.

El sentimiento de culpa, de vulnerabilidad y la rabia que experimentan jóvenes que pasaron por dicha experiencia explica que muchos expulsados terminen odiando a gente con quien anteriormente predicaba. Muchas veces también es porque se sienten reprimidos y privados de experiencias lícitas que sus congéneres  no testigos disfrutan. Entonces se sienten estafados y finalmente termina en un efecto rebote, en el cual el expulsado es víctima de sus pasiones reprimidas e, irónicamente, su caso es visto como una moraleja de lo que sucede con los jóvenes que dejan la organización. Parece una broma del mismísimo diablo (que tampoco existe).

No debe confundirse al adoctrinador con el adoctrinado. La secta es dirigida de forma jerárquica, en Estados Unidos, por gente que casi imperceptiblemente monetiza el trabajo de sus víctimas, que son las  personas que probablemente hayan tocado tu puerta o estén prestos para hablarte en alguna plaza. Sí, el grueso de los testigos de Jehová, los pastores de congregación, a quienes se los llama ancianos, sus esposas y sus hijos, los publicadores, precursores (que se dedican casi exclusivamente a predicar), todos ellos, son  gente honesta, de una fe robusta (que no hace más deseable el vicio de la fe) y con un interés sincero en ayudar al prójimo. No conozco a un solo anciano testigo de Jehová, con quien haya compartido, que se haya enriquecido a costa de sus hermanos. Al contrario, es gente que trabaja gratis para dicha organización. Es víctima de ella. Y lastimosamente también, el grueso de ellos tiene un nivel educativo bastante básico, lo cual impide que cuestionen a la jerarquía, sin hablar de todo ese fenómeno social que es propio de las sectas, por lo cual el que decide salirse, se expone al ostracismo incluso de su familia, si esta también es testigo de Jehová.

Debo decir que nunca más volví a tener contacto con un testigo de Jehová, o sea, nunca nadie me predicó pensando que yo no era testigo. Me queda el recuerdo de gente que alguna vez me tuvo en alta estima y me consideró ejemplar pero que hoy me considera “extraviado” y en el “mundo”, palabras propias de la nomenclatura de toda secta.

P.D. A modo de anexo, este video titulado “Cómo se financian los Testigos de Jehová” explica de manera bastante coloquial el negocio detrás de esta fe, que es mucho más complejo que la simple recolección de diezmo.

 

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